Confesión

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Narra María

Al día siguiente aún sentía que mis fuerzas no estaban al cien por ciento, pero tenía que seguir con mi trabajo como gerente. Ese día las chicas y yo decidimos hacer una variedad de bocadillos por sugerencia de Cami para el almuerzo. La chica se había adaptado bien después de volver del hospital.

-Chicos, el almuerzo de hoy tiene un extra, –anuncié.

-¿Un extra? –Repitió el capitán.

-Sí, –dijo Silvia–, las cartas que todo el mundo os ha mandado.

Les repartimos a los chicos sus cartas y leyeron varias en voz alta. Mark leyó una que había enviado Dvalin y estuvo alrededor de cinco minutos. El chico se enrollaba mucho. Vi a mi hermana muy emocionada y me acerqué para ver el remitente de su carta.

-¿De quién es la carta?

-De Tim, –tenía los ojos llorosos.

____ me había hablado de él. Era el niño pequeño que había estado visitando cuando Shawn acabó en el hospital mientras estábamos en Luckyhill. En muy poco tiempo crearon una conexión especial entre los dos.

-La ha escrito su madre. Dice que hace poco más de un mes terminó todas sus sesiones de quimioterapia y parece que el tratamiento ha funcionado. Tim ha vencido a la leucemia, tendrá que ir a revisiones, pero lo consiguió, –me miró–. Le di nuestra dirección por si un día iban a Inazuma. Mamá le dijo que hasta que no volviéramos a Japón no podían comunicarse con nosotros excepto por carta. También me ha enviado esto, –me enseñó un dibujo de ella y de Tim jugando al fútbol.

-Me alegro mucho por él.

-Yo también, mucho, –dijo ____ guardando con cuidado la carta y el dibujo.

Nathan vino junto a nosotras al ver a mi hermana con lágrimas en los ojos. Empezó a preguntarle preocupado si había ocurrido algo y ella le explicó lo mismo que a mí hace unos minutos. Los miré desde lejos y, muy en el fondo, sentí envidia sana de ellos. Habían tenido sus problemas, pero siempre se cuidaban y preocupaban el uno por el otro.

-¿Qué le ocurre?

Me asusté y me giré para encontrarme de frente al causante de mi casi infarto.

-No vuelvas a hacer eso Caleb.

-¿Hacer qué?

-Ser tan sigiloso, –especifiqué–, y no le ocurre nada. Buenas noticias.

-¿Y tú no tienes carta?

-No, no tengo ningún príncipe azul que me escriba, –bromeé.

-¿Eres de las que espera un príncipe azul? –Encarnó una ceja.

-La verdad es que no, –me encogí de hombros–, prefiero a los villanos que tienen su momento de redención, –arrugó el ceño.

-¿Insinúas algo?

-¿Yo? Para nada. Por cierto, no te olvides que mañana tendrás que aguantarme toda la tarde, –sonreí victoriosa. Quería molestarlo.

-Estoy deseando que llegue mañana, ángel caído, –sonrió y ese gesto me descolocó.

Los chicos volvieron a reanudar el entrenamiento, pero Austin no estaba tan concentrado como antes. ____ y Shawn siguieron practicando la supertécnica combinada en la que estaban trabajando.

Austin siguió fallando durante el resto del entrenamiento. Incluso en la cena parecía seguir estando molesto. Hurley preguntó si alguien quería ir con él a surfear y mi hermana decidió acompañarlo, pero al proponérselo reaccionó mal.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora