Fiesta de recepción

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Narra ____

No podía creerlo. Anoche Nathan y yo habíamos dado un paso más en nuestra relación. Solo recordarlo hacía que me pusiera nerviosa. Siempre nos habíamos estado conteniendo, pero ayer no pudimos hacerlo. Fue como si la razón se hubiera esfumado de mi cuerpo y solo existiera el placer, pero no puedo mentir, fue increíble.

Nathan tuvo que haberse ido cuando me quedé dormida porque esta mañana no estaba en mi habitación.

«Me gusta que tú seas quien lo haga», esas palabras no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. ¿Enserio yo había dicho eso?

-¿Cómo voy a mirarle a la cara después de eso? –Dije apoyando mi cabeza en la puerta, –qué vergüenza.

En ese instante la puerta se abrió y me golpeó en la frente.

-¡Auch! –Me quejé.

-¿____? ¿Qué estabas haciendo ahí detrás?

-Buenos días a ti también María, –dije con mi mano en el lugar del golpe.

-Lo siento, venía a despertarte. Nunca me imaginé que estarías ahí. Déjame ver.

-No es nada, se pondrá rojo y ya, –respondí mientras me examinaba la frente.

-Será mejor que te pongas una bolsa de hielo para que no se hinche, –sugirió.

-¿Por qué estabas ahí parada? –Insistió.

-Por nada, bajemos a desayunar, –dije nerviosa, pero mi hermana se interpuso entre la salida y yo–, ¿qué haces? Vamos abajo.

-A mí no me engañas. Ha pasado algo, ¿o me equivoco? –Alzó una ceja–. ¿Te has peleado con Nathan? –Al decir su nombre, inconscientemente, las imágenes de ayer volvieron a mi mente–. ¡Lo sabía! Tu expresión ha cambiado, –cerró la puerta–, dime qué ha ocurrido ____.

-No, no ha pasado nada. Estamos bien, no nos hemos enfadado, –intenté evitar su mirada acusadora.

-Vale, pero hay algo que no me estás contando. Puedes contármelo, soy tu hermana.

Después de sopesarlo en silencio decidí contarle por encima lo que había sucedido. María empezó a reírse al terminar de explicarle la situación.

-Perdón, perdón, –dijo aún riendo–. Pero no deberías avergonzarte por lo que le dijeras. En esas situaciones supongo que es normal decir cosas que no dirías normalmente, ¿no crees?

-Sí, pero...

-Pues no le des más vueltas, hazme caso.

-Está bien, –suspiré–, bajemos a desayunar.

Al entrar en el comedor le pedí una pequeña bolsa de hielo para colocarla en el golpe y me senté junto a Kevin y Nathan. Los chicos me preguntaron qué me había ocurrido y les respondí que fue un golpe tonto. Mi hermana tenía razón, todo fue con normalidad entre nosotros. Cuando terminamos de desayunar nos reunimos todos delante del televisor.

-Ya estamos en el campeonato mundial del Torneo Frontier Internacional, –habló Silvia–. Creo que todos sabéis las reglas ya, pero por si acaso las vamos a repetir.

-En este mundial juegan los 10 equipos que se han clasificado a través de las fases de clasificación de todo el mundo, –explicó María–. Los equipos se han dividido en dos grupos de cinco: el A y el B. Luego se juega una pequeña liga entre todos los grupos. Ganar un partido nos da 3 puntos, empatar saca 1 punto para cada equipo y perder significa 0 puntos. Los dos equipos que tengan más puntos de cada grupo pasan de ronda, así que solo cuatro equipos jugarán la fase final del torneo.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora