Los Emperadores

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Narra María

Lo habíamos conseguido. ____ llegaría a tiempo al partido. Lo ideal habría sido poder ir todos, pero uno es mejor que ninguno.

-¿Qué ha sido eso María? –Preguntó Jude y me llevé una mano detrás de la nuca.

-Verás, ____ y yo hemos estado bastante tiempo practicando una supertécnica de tiro conjunta. Digamos que la hemos adaptado, –dije satisfecha por el resultado.

-Pues ha sido increíble, ¡qué ganas de verla en el campo! –Exclamó emocionado el capitán.

-Solos nos ha faltado un par de minutos para llegar todos, –se lamentó David.

-Sí, pero confío en que ____ podrá manejarlo, –habló confiado Mark.

-Por supuesto, mi hermana es más que capaz.

-Al final hemos corrido para nada, –se quejó Caleb.

-Caleb, ¿puedes dejar de quejarte en algún momento? –Recriminé y me miró mal. Alcé una ceja y crucé los brazos sobre mi pecho, –¿acaso miento?

-Tsk.

-Chicos, podremos ver el partido en la sala de espera de los ferrys, –dijo Paolo y entramos.

Nos sentamos enfrente del televisor. Quedaba un cuarto de hora para que comenzara. Estaba muy nerviosa y hasta que no viera a ____ en la pantalla no me tranquilizaría. No obstante, había una cosa que quería hacer que tenía pendiente: agradecer a Caleb por lo que me dijo en el partido.

Sin embargo, tener una conversación con Caleb sin que discutiéramos era bastante complicado, pero tenía que hacerlo. Lo que me dijo me hizo reaccionar. El chico se encontraba apoyado en la pared con sus manos en los bolsillos. Me levanté y fui hacia él.

-Caleb, –dije al acercarme.

-¿Qué pasa ángel caído? ¿Vienes a reprocharme algo más? –Preguntó en un tono defensivo.

Ese maldito apodo otra vez. Me causaba sensaciones muy contradictorias. Suspiré.

-No, no tengo intención de discutir, –su expresión se relajó.

-¿Qué quieres?

-Quiero darte las gracias.

-¿Gracias? ¿Por qué?

-Por lo que me dijiste en el partido. Las palabras de Ray Dark me afectaron más de lo que pensé. Me cuestioné si yo había sido la culpable de que Byron y el resto acabaran tomando el néctar.

-Solo te dije la verdad. Sé hasta qué punto pueden llegar a controlar las palabras, –sus ojos se tornaron sombríos.

-¿Cómo te diste cuenta que no me encontraba bien?

-Porque te estaba observando, –confesó y sentí arder mis mejillas.

-¿Me observabas? –Repetí incrédula.

-Eh... Sí... No... Quiero decir, –carraspeó–, no estabas dando órdenes y eso es extraño en ti. Por eso intuí que no estabas bien.

Inconscientemente sonreí. Sabía que lo que me había dicho era una excusa. Era muy malo mintiendo. Por la razón que fuera, Caleb había estado pendiente de mí durante el partido y saber eso me hizo sentir feliz. ¿Por qué sería?

-¿Insinúas que soy una mandona? –Lo miré fijamente.

-Eso lo has dicho tú, no yo. El partido está por empezar, vamos, –se dirigió a los asientos donde estaban los demás. Este chico era imposible de tratar.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora