Especial de San Valentín

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Narra ____

Llevo una semana ansiosa de que llegue el día de hoy. Nathan me dijo hace una semana que dejara libre el día de mañana porque tenía una sorpresa preparada. Estaba emocionada e intrigada, ya que no sabía a qué se debía la sorpresa hasta que esta noche lo supe.

-____, mañana quedabas con Nathan, ¿cierto? –Preguntó mi hermana sentada en mi cama.

-Sí, tiene algo organizado, ¿sabes algo? –Quise saber.

-Algo me comentó, pero no sé exactamente qué es. ¿Tú qué le vas a regalar?

-¿Cómo? ¿Regalar? –Dije confundida.

-No me digas que te has olvidado, –dijo llevando una mano a su cabeza.

-¿Olvidarme de qué María? –Se levantó y me señaló el día que era mañana en el calendario que tenía en mi escritorio–. No, no, no, no, –empecé a repetir abrumada–, no me creo que me haya olvidado que mañana es 14 de febrero.

-Se te ha olvidado, –confirmó mi hermana.

-¡Sí, se me ha olvidado! –Empecé a dar vueltas por mi habitación–, a estas horas todo está cerrado y Nathan viene a recogerme temprano. ¿Por qué no me lo has recordado?

-No soy yo la que tiene novio. Creía que lo sabías.

-Pues no, después de terminar los exámenes me he centrado mucho en los entrenamientos y he perdido la noción del tiempo. Pensaba que aún quedaba tiempo para San Valentín, –me senté en la cama desplomada–, ¿qué puedo hacer?

-No pasa nada si no tienes un regalo, creo que Nathan valora más el tiempo que pasa contigo que los objetos físicos, –dijo María como consuelo.

-Sí, puede ser, pero él ha estado organizando algo desde hace varios días. Ahora entiendo por qué ha estado tan ocupado, –me tumbé–, soy la peor novia que existe.

-Pues sí, –miré mal a María–, perdón, perdón, –rió y se tumbó a mi lado–. Puedes intentar comprarle algo cuando él no se de cuenta, –sugirió.

-Tampoco quiero comprar cualquier cosa...

-Puedo ayudarte, mañana no tengo nada que hacer.

-¿¡De verdad!? –Me incorporé de un salto–, ¿me harías ese pequeñísimo favor?

-Lo haré, pero tendrás que darme durante tres días tu ración de postre.

-¿Estás chantajeando a tu hermana?

-Sí, –dijo con una sonrisa.

-Está bien, –accedí–, espero que mamá no haga tarta de queso.

-Genial. Puedo ir a la zona comercial y buscar en las tiendas. Te puedo mandar fotos y tú me vas diciendo si te gusta o no, ¿qué te parece?

-Me parece perfecto. Eres la mejor hermana del mundo, –halagué.

-¿Qué harías sin mí?

-Pues tendría mis raciones de postre, –reí.

-Aún puedo rechazar mi ayuda.

-No, no, perdón.

-Pues hacemos eso entonces, le preguntaré a Byron si quiere acompañarme.

-Vale. Toma, –saqué dinero de mi cartera–, con esto creo que será suficiente.

-Bien, –guardó el dinero–, pues voy a irme a dormir ya.

-Buenas noches y gracias, –esbocé una leve sonrisa.

Al día siguiente me levanté nerviosa, no tenía ni la más mínima idea de lo que podría haber organizado Nathan. Desayuné con mi hermana hablando de cuándo me daría el regalo una vez que lo comprara. Me puse una blusa burdeos que dejaba al descubierto uno de mis hombros y unos vaqueros de campana blancos de talle alto con un cinturón negro. Estaba revisando que llevaba todo cuando escuché el timbre de la puerta.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora