Capítulo 2

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- ¿Violeta es...? ¿Mi Vivi? ¿Por qué te llama mi Violeta? –preguntó Chiara, sin lograr entender nada.

- Sí, es tu amiga Violeta... -empezó a explicar Fernando.

- ¿Por qué hablas con ella? –interrumpió Chiara, estaba demasiado nerviosa.

- ¿Y tú? ¿Por qué no te hablas con ella? –Mierda, que listo era. Chiara le había dicho que Violeta y ella ya no eran amigas, pero no había dado más explicaciones, por mucho que su padre insistiera.

- Eso no importa. Además, he preguntado yo primero. –Chiara miró la hora en el teléfono móvil-. Quiero saber porque una veinteañera llama a mi padre a las 11 de la noche...

- ¡Para! –Se dio cuenta de que su padre se había enfadado-. No me puedo creer lo que estas insinuando. Ni Violeta ni yo nos merecemos que pienses así de nosotros, no hemos hecho nada para que tengas un concepto tan pobre de nosotros.

Chiara se sintió de golpe avergonzada. Su padre la miraba con dureza, y ella fue consciente de que se había pasado. Se sentó en el pequeño sillón y bajo la cabeza, notó como su padre se sentaba a su lado.

- A ver hija, al poco de detectarme el cáncer me llamo Juan Carlos, el padre de Violeta, ya sabes que desde hace años hablamos de vez en cuando, solo para saber cómo nos va. –Chiara asintió. Desde que ella y Violeta se habían hecho amigas los dos hombres habían mantenido el contacto-. Yo no había hablado con nadie de mi diagnóstico, no reaccione muy bien. Y entonces mi amigo me llamó y me desahogue con él.

- Me tenías que haber llamado a mí, papá. .. -Susurró Chiara. No quería insistir demasiado sobre el tema, pero no lo podía evitar, le dolía.

- Bueno cariño... El caso es que Juan llamó a Violeta, y el día de mi primera sesión de quimio ella se presentó allí, y bueno, me ha acompañado mucho en todos los días que he pasado en el hospital.

Chiara estaba sin palabras, no sabía muy bien que decir.

- Se ha portado muy bien conmigo. –Continuó Fernando-. Bueno, tú mejor que nadie sabes cómo es... Mira, no sé qué es lo que os pasó, pero yo creo que deberías de...

- Papa, ahora no, por favor. –Chiara no podía tener esa conversación en este momento. Estaba demasiado confusa.

- Está bien. –Aceptó su padre-. Mira, ¿Por qué no pides que nos traigan algo para cenar mientras yo me doy una ducha?

Chiara asintió y su padre se metió en el baño. Aunque tenían casa en Menorca su padre vivía de hotel en hotel, aunque por cómo estaba la gran suite le dio la sensación de que últimamente estaba pasando bastante tiempo en Madrid.

La suite era prácticamente un departamento. Tenía dos habitaciones, un saloncito y un baño enorme. Mientras su padre se duchaba ella llamó a recepción pidiendo la cena, pero su mente no dejaba de trabajar.

Estaba asustada por su padre, pero también enfadada con él. Y respecto a Violeta... seguía dolida por cómo había terminado todo, a lo que ahora había que sumar el hecho de que no la había llamado para contarle que su padre estaba enfermo. Vale que estuvieran enfadadas, pero debería de haber descolgado el teléfono y avisarla. Aunque en realidad, Vio no tenía su nuevo número. Cuando se fue a Manchester decidió cambiarlo, otro paso más para dejarlo todo atrás, y el nuevo solo lo tenían su padre y Carolina. Joder, Carol. Tenía que avisarla de que estaba en Madrid...

Pero, por otra parte, pese a estar totalmente distanciadas, Violeta había cuidado de su padre en su ausencia. Y tenía ganas de verla, no lo podía negar. La había echado de menos. Sabía que si no hubiera cambiado de móvil tarde o temprano la habría llamado, porque pese a estar en otro país y estar relacionándose con gente fascinante, eran muchos los momentos en los que pensaba en ella. Pero claro, ahora le daba miedo saber cómo iba a reaccionar la andaluza a verla, quizás la rechazaba y no quería hablarle.

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora