Capítulo 25

7.4K 318 28
                                    

Violeta había escuchado el sonido del telefonillo unos minutos antes, pero decidió no levantarse del sofá para averiguar quién era. Seguramente sería el cartero, o alguien repartiendo publicidad. Pero es que, si era algún conocido más motivos aún para no atender la llamada, no quería ver a nadie.

Por eso la sorprendió oír como llamaban directamente a su puerta. Alguien había abierto el portal a quién la estuviera buscando. Decidió seguir ignorándolo, que quien fuera pensara que no había nadie en casa. Pero el nivel de insistencia era alto, iban a quemarle el timbre. Así que enfadada se dirigió a la puerta y abrió, dispuesta a comerse a quien fuera, sin ni siquiera utilizar la mirilla primero para saber quién era.

- ¡Ay, Dios mío, Vio, estás fea! –Gritó Amaia para después taparse la boca con las manos.

- ¡Joder, Amaia, tía, como le sueltas eso así! –la reprendió Ruslana.

Violeta las miró boquiabierta, que coño hacían esas dos en su casa. Puede que un poco de razón tuviera, no era su mejor look. Unos pantalones de pijama y una camiseta vieja, junto con el pelo suelto pero enmarañado y la cara hinchada.

- Jo, perdón, Vio, si es que soy horrible. Pero es que estoy impresionada, es la primera vez desde que te conozco que te veo fea. Pensé que no podías estarlo, la verdad.

- Vamos a ver Amaia, todo el mundo se pone feo en alguna ocasión. –Le contestó Ruslana-. Es imposible que alguien esté siempre guapo.

- Que no tía, que ella sí. –Amaia hablaba como si Violeta no estuviera delante-. Está guapa cuando llora, cuando se enfada no se le pone un ceño raro, se despierta guapa por las mañanas. Tía, hasta cuando se corre, que mira que hay gente que pone unas caras, pues ella, no, guapísima...

- ¡Amaia! –gritó Violeta, eso ya era demasiado. Ruslana las miraba con la boca abierta.

- ¿Pero yo que me he perdido? –preguntó Ruslana.

- Nada tranquila, si fue hace años, una noche loca, ¿Verdad, Vio? –preguntó Amaia con total normalidad-. Yo creo que estás cosas fortalecen las amistades. A ti no te digo nada porque tengo ya un lio encima considerable, y nos complicaríamos mucho más la vida las dos.

- Te lo agradezco la verdad. –Contestó Ruslana aun flipando.

- ¡¿Pero qué mierda hacéis aquí?! –preguntó Violeta, ya enfadada por lo surrealista de la situación. En otras circunstancias probablemente se habría reído, pero ahora mismo no podía.

- ¡Cuidado! Cuando se pone así digievoluciona de Violeta a Violenta, pero tranquila, que no le pasa mucho... lo de Violenta lo usamos más por lo lentita que es haciendo las cosas que por ponerse agresiva... -le explicó Amaia a Ruslana

- ¡Amaia! -gritó otra vez la granadina.

- Ay perdona de verdad. Entramos y te lo explicamos, venga. –Dijo Amaia dando un paso hacia la puerta. Pero Violeta la frenó.

- No, no quiero visitas, chicas. No me encuentro bien y quiero estar sola...

- Pero nosotras estamos preocupadas por ti. –Amaia puso un puchero.

- Estoy bien, no estéis preocupadas...

- Bueno, pues entonces genial, no nos preocupamos más por ti. –Contestó Ruslana, sorprendiendo a las dos chicas-. Pero nosotras si te necesitamos a ti. Nos han pasado cosas y lo estamos pasando un poco mal... Y tú eres como la hermana mayor más guay del mundo. Que a ver, Chiara también, pero me es más fácil hablar contigo...

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora