Capítulo 4

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- Kiki, me alegro mucho de verte. –Dijo Violeta separándose lo suficiente para poder mirarla. Mierda, seguía oliendo igual. Hubiera podido reconocer ese olor en el mismo infierno.

- Yo también me alegro de verte. –Y lo peor es que Chiara sabía que era verdad. Que, pese a todo, se alegraba demasiado de verla.

Finalmente rompieron el abrazo. Chiara se dio cuenta de que a Violeta se le deslizaban lágrimas por la mejilla, que la pelirroja se apresuró a limpiar con sus manos.

- Perdona, ya sabes que así de idiota, llorando por todo. –Dijo Violeta riéndose levemente. Miró a Chiara de arriba abajo-. Joder Kiki, estás preciosa. Te ha sentado fenomenal Manchester.

- Tú también estás muy guapa. –Y era verdad, estaba más madura, sus rasgos parecía que se habían refinado un poco más. Le sentaban bien los años. - Super cambiada... pero preciosa.

- Venga, vamos. –La andaluza la cogió de la mano-. Te invito a un café en el bar.

Cruzaron la carretera y se metieron en el bar. Chiara aún no asimilaba que de repente estaba caminando de nuevo de la mano de Violeta. ¡Si hace unas horas estaba en Inglaterra!

Si el bar era bonito desde fuera, por dentro era aún mejor. La decoración estaba toda relacionada con la música. Camisetas de conciertos, fotos, discos, ... y en una esquina lo que parecía ser una pequeña tarima.

- Hacemos conciertos los findes por la noche. –Explicó Violeta al darse cuenta de hacia dónde miraba Chiara-.

- Qué bien... -Se sentaron en una mesa en una esquina del bar. Vio se acercó a la barra a pedir dos cafés-. ¿No tienes que seguir trabajando?

- No, mi turno ha acabado. Está sirviendo otra compañera. –Con la mirada señaló hacia una chica que estaba en esos momentos detrás de la barra. Tenía el pelo castaño y rizado, y parecía bastante distraída-. Sé que Amaia parece que está empanada, pero es buena trabajando, los clientes la adoran. –Chiara casi se había olvidado de esa costumbre que tenía Violeta de saber lo que pensaba antes de que pudiera decirlo-.

- Estoy segura de que sí... -Kiki sonrió levemente. Violeta estaba contenta, mucho más cómoda que ella. Siempre pensó que si se volvían a ver las dos estarían tensas por como habían acabado las cosas, pero la actitud de la pelirroja era relajada, parecía que se alegraba verdaderamente de verla, sin rencores-.

- ¡Dios, tenemos tantas cosas que contarnos que no sé ni siquiera por donde podemos empezar! –definitivamente Violeta estaba en su salsa-. ¿Cómo estás? ¿Cuánto...

- Bueno, yo lo primero que quería hacer era hablarte de mi padre. –Kiki la interrumpió, obligándose a recordar el motivo por el que había quedado con Violeta. La otra chica asintió, invitándola a hablar-. Te quería agradecer que estuvieras pendiente de mi padre durante todo este tiempo...

- Qué menos, Kiki, ya sabes que le tengo mucho cariño a tu padre. –Violeta le tocó la mano por encima de la mesa, dándole apoyo.

- Sé que nos dejamos de hablar, y que no tenías mi número, pero me habría gustado que intentaras contactar contigo para avisarme...

- Espera, espera. No te entiendo. ¿Avisarte de qué? ¿Tú no sabías que tu padre estaba enfermo? –Chiara negó con la cabeza. Violeta abrió la boca, con su clásica cara de sorpresa-. Dios... Yo pensé que lo sabías...

- Sí lo hubiera sabido habría venido en el primer avión.

- Joder, lo di por hecho. Tu padre me dijo que hablaba muy a menudo contigo...

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora