Capítulo 64

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- Ay...

Violeta se quejaba en un suspiro mientras cerraba con fuerza los ojos. Kiki es esforzó en contener la risa, daba igual las veces que Vio volara, el aterrizaje siempre iba a ser un pequeño drama para ella. Así que le dio la mano bajo el riesgo de que se la rompiera apretándola.

- Venga, que ya estamos. –Chiara le quitó el cinturón a su chica después de haberse soltado el suyo.

- Hoy ha sido muy malo. –Explicó Violeta mientras esperaban de pie en el pasillo para salir del avión-. Las turbulencias han sido horribles.

- Vivi, no hemos tenido turbulencias.

- No las habrás notado porque eres una insensible, pero han sido terribles. Los isleños estais tan acostumbrados que ya no las notáis. –Chiara abrió la boca para contestar pero al final desistió-. Pero bueno, merece la pena por venir a Granada. Y más si es contigo. –Violeta le dio un suave beso en la boca.

- ¿Aunque sea una insensible?

- Cariño, así nos complementamos. Alguien tiene que restarle un poco de importancia a mis dramas. ¡Dios! ¡Mira que solazo!

Vio ya bajaba casi corriendo por las escaleras. Correr por unas escaleras, con una maleta de mano y Violeta Hódar en la misma frase era una muy mala idea, pero Kiki se limitó a cruzar los dedos y tuvo suerte de que en esta ocasión no sufrió un terrible desenlace.

Era cierto, hacia un día precioso, y una temperatura muy agradable para ser febrero. Lo cierto es que estaba siendo un invierno bastante cálido. Habían cumplido su promesa y estaban haciendo el viaje que se prometieron, y además lo pudieron hacer coincidir con los carnavales.

Juan Carlos las había ido a buscar al aeropuerto, y Kiki no pudo evitar emocionarse al ver el abrazo en el que se fundían. Siempre la había enternecido la relación que Violeta tenía con su padre, pero ahora que el suyo ya no estaba lo hacía aún más. Sin embargo, el sentimiento cambio cuando se separaron y el hombre puso sus ojos sobre ella. Era la primera vez que se veían desde la ruptura y reconciliación, y Chiara tenía miedo de cómo iba a tratarla.

Pero como siempre el hombre la sorprendía para bien, y sin mediar palabra la apretaba entre sus brazos.

- ¡Qué alegría que hayas venido! Ya te echaba de menos. –Le dijo el hombre mientras la besaba en la frente.

- Y yo a ti... –Contestó Kiki con la voz un poco tomada.

- Venga, vamos a comer. Que me voy a poner celosa y tengo hambre. Y hasta Motril todavía tenemos un buen rato. –Dijo Violeta.

- ¡Vamos! Esta vez no he preparado comida en casa, vamos a un restaurante que ha abierto un amigo mío, os va a encantar.

- ¿Qué amigo? Depende de que amigo sea igual no me atrevo a comer allí. Qué tú te haces amigo de cualquiera, eres muy confiado. -Juan Carlos puso los ojos en blanco ante las palabras de su hija y se dirigió a Kiki.

- Qué fina nos ha salido la condenada. ¡Venga, tiquismiquis! ¡Tira delante de mí!

Y Juan Carlos no las había engañado, el restaurante estaba muy bien, el ambiente, el trato y la comida. Terminaron de comer tarde, así que el hombre las dejo para irse a casa y Vio y Kiki se dedicaron a pasear por Motril.

A Chiara le encantaba pasear así, despacio, con su brazo por encima de los hombros de Violeta y sintiendo como ella la rodeaba por la cintura. Iban hablando de cualquier cosa, pero también compartiendo silencios que entre ellas eran cómodos.

- Cielo, ¿Te vas a duchar ahora antes de cenar? –preguntó de repente Violeta.

- Sí, era lo que tenía pensado. ¿Por qué?

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora