Capítulo 62

6.7K 369 29
                                    

Violeta acababa de bajar la persiana del bar cuando se dio cuenta de que había un coche detenido frente a la puerta.

- ¿Kiki?

La castaña estaba apoyada en su coche mirándola.

- ¿Qué haces aquí? Te dije que ya te llamaba yo. –Vio continuaba a la defensiva.

- Súbete al coche conmigo, por favor.

- No puedo. Ya lo hemos hablado, no me encuentro bien y quiero ir a casa.

- Si no te subes voy a armar un escándalo. Se van a enterar todos tus vecinos. Tú sabrás...

- ¿Estás de coña?

- No, te estoy hablando muy en serio. Me debes una conversación.

Violeta se quedó quieta, y después de unos segundos, Chiara se metió en el coche. Pensaba la pelirroja que eso significaba que su novia estaba claudicando, pero nada más allá de la realidad. Kiki comenzó a tocar el claxon como una loca.

- ¡¿Te subes o qué?! –gritó con la puerta abierta. También había subido la música al máximo.

Violeta vio como las primeras persianas comenzaban a subirse y algunos vecinos se asomaban curiosos a sus ventanas.

- ¡Estás puto loca! –le dijo Violeta sentándose en el asiento del copiloto. Kiki arrancó inmediatamente.- No se hacen las cosas así.

- ¿Y se pueden hacer cómo tú las haces, verdad?

- ¿Cómo las hago yo? ¡Estás sacando las cosas de quicio!

Kiki prefirió no seguir discutiendo. Pelearse con Violeta era lo último que le apetecía en ese momento. Sólo quería abrazarla, pero sabía que antes tenían que aclarar algunas cosas.

Chiara conducía mientras en el coche reinaba un silencio que solo se había visto interrumpido por la pregunta de Violeta sobre el destino al que se dirigían, algo que la castaña no había respondido.

- ¿Dónde estamos? –preguntó Vio cuando Kiki detuvo el coche.

Se habían alejado del centro y ahora estaban en una explanada. Un ruido fuerte sorprendió a Violeta. Era un avión despegando.

- Pues estamos al lado del aeropuerto. –Explicó Kiki saliendo del coche.

Fue al maletero y sacó unas mantas. Estiró una delante del coche e indicó a Violeta que la acompañara.

- ¿Qué es esto? –Vio la miraba de pie. Con la puerta del coche aún abierta.

- Si no te sientas conmigo no te lo voy a decir.

Finalmente, Violeta accedió y se sentó en la manta. Kiki las tapo a ambas con la otra. Se volvieron a quedar en silencio. Un avión aterrizó y la pelirroja no podía negar que el espectáculo era impactante.

- Nunca me habías traído aquí. –Habló finalmente Violeta.

- Solo había estado una vez antes. Y tampoco me trae muy buenos recuerdos. Aunque ver los aviones despegar y aterrizar es una pasada.

- ¿Cuándo lo encontraste?

- El día que me fui a Inglaterra. Vine al aeropuerto unas horas antes, no soportaba estar en casa con las maletas hechas. Un amigo me había contado que a veces se venía aquí a ver los aviones despegar y aterrizar. Estuve aquí hasta última hora dudando si coger ese avión o no. En realidad, tenía el móvil en la mano. Sólo estaba esperando a que tú me llamarás para arreglar nuestra amistad. Pero no me llamaste y me fui.

- Joder, Kiki... Perdón. –Violeta le agarró la mano. La frialdad entre ellas se había disuelto.

- No me pidas perdón, no hace falta. No fue tu culpa. En terapia nos acordamos de este momento. Y de lo que sentí cuando ya estábamos juntas.

- ¿Qué quieres decir? –Violeta no la entendía.

- Qué siempre he tenido la duda de que hubiera sucedido sí ese día yo hubiera ido a tu casa y te hubiera dicho que te quería, en vez de irme a Manchester. ¿Qué hubiera pasado, Vio?

- No lo sé... Yo en ese momento no sabía lo que sentía por ti, pero estoy segura de que ya lo sentía. Quizás me hubiera dado cuenta, o quizás me hubiera asustado... Pero eso ya da igual, ¿no?

- Lo sé, no podemos cambiar el pasado. Eso fue lo que me dijo mi terapeuta. No lo podemos cambiar, pero podemos aprender de él. Y yo ese día me prometí que si estaba alguna otra vez en una situación parecida contigo no me quedaría sentada esperando que tú hicieras algo, y mucho menos huiría. –Kiki acarició la cara de su novia-. No estoy dispuesta a cometer otra vez los mismos errores, y menos contigo.

Violeta hundió la cabeza entre sus piernas y rompió a llorar. Chiara pasó un brazo por sus hombros para reconfortarla, pero dándole su espacio. Aunque la mataba verla así sabía que necesitaba darle su tiempo.

- Lo siento muchísimo. Me estoy portando como una gilipollas. –Violeta por fin levantó su cabeza y comenzó a hablar. Clavó su mirada en la de su novia-. Entre Julia y yo no ha pasado nada...

- Ya lo sé. –Interrumpió Kiki. Y ante la mirada confusa de Violeta aclaró-. No es que dudara en ese sentido de ti, pero aparte vino Juli a hablar conmigo y me lo aclaró.

- ¿Qué te ha contado exactamente? –preguntó temerosa Violeta.

Kiki no necesitó hablar. Solo con la mirada se entendieron. Violeta volvió a llorar y en esta ocasión Chiara no se contuvo al estrecharla entre sus brazos. La acunó y luchó con todas sus fuerzas por no llorar ella también.

Acariciaba su pelo tratando de calmarla, y poco a poco lo iba consiguiendo.

- Me lo tenías que haber contado... -susurró Kiki cuando notó que ya no lloraba. No quería que sonará como un reproche, pero necesitaba decírselo.

- Perdóname. –Violeta levantó su cabeza, pero la miraba solo de refilón-. Pero es qué... es qué no quiero que vuelvas a pasar por lo mismo.

- Joder, Vio. –Kiki con delicadeza le cogió la barbilla para que la mirara-. Pero es que eso no es tu decisión, es la mía. Además, aún no tienes ningún diagnóstico, te estás poniendo en lo peor.

- Ya bueno, ¿pero y sí lo peor es la realidad?

- Escúchame. –Ahora Kiki le cogía las manos con fuerza-. Si el diagnóstico es malo quiero estar a tu lado. Es más, no es que lo quiera, es que lo necesito. Tienes que confiar en mí, no soy una muñeca de porcelana que se vaya a romper, ni una niña a la que tengas que proteger de la realidad. Si estás enferma no vas a poder hacerlo sola, mi amor. Necesitas a los que te queremos contigo. Si te va a tocar pasar por esa mierda, yo lo voy a hacer contigo. ¿Me dejas? ¿Confías en mí?

Violeta asintió y llorando se lanzó a besarla. No fue para nada el mejor que se habían dado, pero sí de los más significativos. Apoyaron sus frentes una contra la otra.

- Mañana te acompaño al hospital. ¿Vale?

- Vale...

- Oye, no hemos pensado que haremos cuando este problema esteé superado. ¿Unos días en Granada? –Violeta asintió, sonriendo por fin-. Qué bien lo vamos a pasar allí, tengo ganas de ver a tu padre. Y no tengo ninguna duda de que vamos a ir. 

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora