Capítulo 33

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-    Estoy flipando... -Violeta seguía mirando el contenido de la caja. Sacó unas esposas de la caja y con ellas en la mano miró a Chiara-. ¡Pero que arsenal de juguetes tienes! ¡¡Madre mía!! ¿Tenías tarjeta de descuento en el sex shop?

-    Vio, por favor... -Kiki no era nada tímida en esos temas, pero estaba pasando un apuro tremendo.

A lo largo de su vida se había ido comprando diferentes juguetes sexuales, y cuando se fue a Manchester se los llevó todos. Además de para poder sacarles partido, quería evitar que su padre revisara sus cosas y se los encontrara.

No se había acordado de la caja en todo este tiempo, y sinceramente no sabía que iba a pensar Violeta al ver todo eso. No la quería intimidar.

-    Alaa... - La pelirroja sacó un arnés de cuero y lo escrutaba con la mirada.

-    Ay, Vio...

-    ¿Un arnés para mi pequinés?

-    ¿Te estás riendo de mí?

De rodillas en el suelo, Violeta estalló en carcajadas. Volviendo a meter la mano en la caja sacó un dildo.

-    ¡Bomba va! –Y se lo lanzó. Chiara lo cogió en el aire patidifusa.

-    ¿Te hace gracia? ¿De verdad?

-    Joder, Kiki cielo, claro que me hace gracia. Bueno, me hace algo más que gracia... -Se levantó del suelo y fue caminando hacia ella hasta quedar frente a frente y posar las manos en la cintura de la castaña-. ¿Por qué no me habías dicho que te gusta utilizar estas cosas?

-    Eh... Yo...

-    ¿Te lo pasas bien conmigo? En la cama, digo.

-    ¿Qué? ¡Claro, Vio! –Kiki estaba sorprendida por la tranquilidad de su chica con ese tema. La esperaba mucho más tímida.

-    Es que, si te apetece hacer otras cosas, por mí, bien.

-    Joder... De verdad, unas tienen la fama y otras cardan la lana.

Violeta rio ante el comentario y la agarró de la nuca para besarla. La fue empujando hasta sentarla en el sofá y sentarse a horcajadas sobre ella. Kiki poso las manos sobre el culo de su chica y apretó.

-    No me puedo creer la suerte que tengo en este momento... -Susurró.

-    ¿Pero por qué piensas que soy tan puritana? –preguntó Violeta.

-    Me acuesto contigo, sé que no eres una puritana. Pero es qué... No sé...

-    Yo quiero, necesito, que tengas la confianza de pedirme todo lo que te apetezca. Que igual hay cosas que a mí no me gustan, pero contigo me atrevería a experimentar muchas cosas. Y es importante para mí que te sientas cómoda hablando conmigo de todo... Quiero que disfrutes. –Esto último lo dijo susurrando al oído.

-    Ya lo hago, muchísimo. Por eso ni me había acordado de esa caja...

-    ¡Pues me alegro! –Violeta saltó de las piernas de Chiara-. Me voy a la ducha, que nos estamos entreteniendo y no llegamos.

-    ¿¡Será broma?! ¡Vio! –Kiki protestó mientras la vio irse hacia el baño. Se levantó y se acercó a la caja, mirando su contenido-. Me parece que vamos a ser grandes amigas... Joder, estoy hablando con una caja. ¡Violeta, me estoy volviendo loca por tu culpa!

Una hora después las dos estaban ya preparadas. Ruslana había subido ya a avisarlas de que la gente había llegado. Cuando Kiki salió de la habitación se encontró a Violeta esperándola junto a la puerta.

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora