Capítulo 68

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- Bufff, Vio... me va a estallar la cabeza.

Chiara estaba sentada en el suelo del salón de su casa, mirando con angustia la mesa llena de papeles que tenía delante.

- A ver, amor, vas a necesitar paciencia. Todas las mierdas burocráticas no se solucionan chasqueando los dedos.

- El problema es que después de estos papeles habrá otros, y luego otros, y luego otros... y yo al final lo único que quiero es enseñar música. A ver, me gustaría poder dar mis ideas dentro de la academia, pero hay muchas cosas que suponen la dirección de una academia en las que... no sé... me veo superada. Vivi, no sé si valgo para esto...

- Pero, mi amor, claro que sí. Pero nadie nació aprendido.

- Necesito ayuda...

- Aquí estamos para ti, yo y todos los demás.

Chiara asintió y le dio un leve beso en los labios, ahora que su chica se había sentado a su lado. Sabía que Violeta y sus amigas la apoyaban y la iban a ayudar en lo que hiciera falta, pero Kiki era consciente de que necesitaba una ayuda más especializada.

Cuando Vio le dio la idea de quedarse con la academia le pareció una locura, pero según le fue dando los motivos, empezó a tener un poco más de sentido. Y al final tenía que reconocer que la idea la había entusiasmado. Cuando le comentó la posibilidad a Hernán, el hombre se había alegrado profundamente de que la academia que había fundado no cerrara sus puertas y sus alumnos siguieran teniendo un lugar donde empaparse de la música.

Ruslana la había convencido de que llamara al asesor de confianza de su padre, y el hombre la había ayudado en todo lo que tenía que ver con el traspaso del negocio. Pero había muchas otras cosas a tener en cuenta, más propias de la labor de la directora del centro, o incluso de una jefa de estudios.

El sonido del timbre de la puerta la saco de sus cavilaciones.

- ¿Esperabas a alguien? -preguntó Violeta mientras se dirigía a la puerta.

- No. ¿Ruslana y Omar están trabajando, no?

- Creo que sí... ¡¡¿¿QUEEE??!!

Alertada por el grito de Vio, Kiki se levantó y fue corriendo hacia la puerta. El grito era de alegría, en vista de que la pelirroja estaba abrazando a la persona que había llamado. Pero Chiara no reconoció en un primer momento al chico de pelo medio largo y barba castaña. Hasta que Violeta lo soltó...

- ¿Alfred? -preguntó impresionada.

- Pues sí que estoy cambiado si tienes dudas.

Riéndose, su amigo entró en la casa y la abrazó. No habían vuelto a ver al catalán desde que se marchará acompañado de Amaia al barco con la ONG, y si que habían pasado cosas desde entonces.

- ¿Pero qué haces aquí? -preguntó Violeta, impresionada.

- Pues he venido a haceros una visita. Tenía miedo de que os olvidarais de mi cara.

- Eso sería imposible, hombre. -Violeta le acarició la nuca con cariño.

- Anda, cerrad la puerta y tirad para el salón, que voy a buscar unas cervezas. -Dijo Kiki dirigiéndose a la cocina.

Violeta y Alfred fueron hacia la sala de estar, donde Vio se afanoó por recoger un poco los papeles que había dejado desperdigados su chica.

- Tenéis un poco de lio... -Afirmó el chico-. Igual llegó en un mal momento.

- Que va, todos los momentos son buenos para verte. Aunque de sorpresa si que nos has pillado. ¿Es el primer sitio al que vienes? -preguntó con cautela la pelirroja, sentándose e indicándole con la mano que lo hiciera él también.

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora