Capítulo 32

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Chiara miraba el reloj mientras apuraba el paso. Había quedado a comer con su padre y Ruslana y llegaba tarde. Entró casi corriendo por la puerta del hotel y fue directa al restaurante, pudo ver como ya la esperaban en la mesa.

-    ¡Lo siento, lo siento! Ya sé que llegó tarde.

-    Algo que nos sorprende muchísimo. –Exclamó Fernando con ironía.- En fin, Chiara. Más vale tarde que nunca.

-    Es que ya está igual que la novia, vio-lenta -Dijo Ruslana sacándole la lengua a su hermana mayor.

-    Con todas las virtudes que tiene Violeta... en fin, vamos al grano. -Su padre hizo un gesto con la mano llamando la atención del camarero.

-    Pero mira que eres borde... -Kiki ya se había acomodado en la mesa.

-    Borde no, soy una persona ocupada. Y hoy concretamente tengo prisa.

-    ¿Entonces para que hemos quedado a comer con tanta urgencia? Si estos días nos tenemos vistísimos...

Chiara hacía referencia a las cenas y comidas de Navidad. Parecía imposible que ya hubiera pasado un año. Habían sido unas fiestas muy diferentes a las de otros años, las primeras en las que estaba Ruslana con ellos, y las primeras en las que Violeta era su pareja. Eran las mejores que Kiki había vivido desde la muerte de su madre.

-    Pues porque tengo que hablar algo con vosotras, una especie de regalo...

-    Pero ya nos diste nuestros regalos de Reyes. –Explicó Ruslana.

-    Pues hay más. Serías la primera que se queja porque le hacen muchos regalos. –Respondió Fernando.

-    Nada que añadir.

Pidieron la comida y mientras esperaban a que llegara. Fernando sacó una carpeta de su maletín. La abrió y la dejo encima de la mesa, para que sus hijas la miraran.

-    ¿Qué es esto? –preguntó Chiara.

-    Ay, tía, pues son fotos de unas casas, ¿no lo ves? –respondió Ruslana.

-    Claro que lo veo, pero me pregunto qué tienen que ver con nosotras, coño.

-    Ahh... ya, eso ya no lo sé. –Las dos miraron a su padre de manera interrogante.

-    Pues no son casas, son apartamentos, en una edificio muy cerca de aquí para ser exactos. Los he comprado. Los puedo arreglar para alquilarlos, como inversión. Pero no son mis planes...

-    Quieres que nos los quedemos. –Completó Kiki. Ruslana abrió la boca exageradamente.

-    ¿Nos estás regalando un piso?

-    A ver, dentro de poco hará un año que llegaste a nuestra vida. –Por encima de la mesa acarició con cariño la mano de Ruslana-. Y ya hace un año que tú volviste de Manchester. –Dijo dirigiéndose a la castaña-. Y en todo ese tiempo, hemos estado viviendo en un hotel. Os merecéis tener vuestra propia casa.

-    Bueno, pues podemos alquilar algo, ¿no? Me parece excesivo que nos compres un piso, papa. –Chiara no se mostraba muy conforme, mientras Ruslana aún alucinaba.

-    Chiara, yo viajo mucho, estoy acostumbrado a vivir de hotel en hotel, pero vosotras necesitáis más estabilidad. Al principio pensé en comprar o alquilar algo para que vivierais las dos, pero entonces encontré este edificio. Son dos pisos, plantas seguidas. Así estaréis cerca pero cada una tendrá su propio espacio. Las dos tenéis pareja, creo que estaría bien...

-    No lo quiero aceptar. –Chiara estaba seria, Ruslana solo recordaba haberla visto así cuando la fue a buscar a Barcelona.

-    Yo es que estoy un poco en shock... -Dijo Rusli.

De no verte nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora