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Yoongi se sienta en la cama despeinado, enterrando sus dedos en su cabello, apretándolo con fuerza en las raíces crecidas. Perdido en los laberintos, la mente de Yoongi no puede salir, no puede encontrar un pedazo de algo a lo que aferrarse y salvarse. Yoongi hace mucho que perdió su verdadero yo y ahora no sabe qué es importante y valioso para él. Todo dejó de tener sentido en el momento en que Hoseok lo violó. Yoongi entiende que sería mejor golpearlo, abusar físicamente de él, pero no. Hoseok lo rompió mentalmente, destruyendo por completo todo lo que había en el alma de Yoongi. ¿Tenía alguna esperanza de perdón? ¿Pequeña luz? Sí. Inconscientemente, Min creía en el perdón de Jung, creía en la aceptación, creía y oraba para que Hoseok pudiera perdonarle su peor pecado. Pero la vida no es un cuento de hadas con final feliz, en el que los personajes principales, a pesar de cometer errores, permanecen juntos para siempre con brillantes sonrisas. En su caso, no. Hoseok nunca perdonará: la traición no se perdona. Hoseok podría perdonar cualquier cosa, pero no una mentira abierta en tu cara. Yoongi lo atormentaba, caminando al borde de un abismo negro, atormentándose a sí mismo, sin darles la oportunidad de un futuro mejor. 

A Yoongi se le permite ingresar al territorio de la mansión solo bajo estrecha supervisión, se le alimenta, se le traen cosas y se le permite usar la biblioteca. Durante tres semanas ha estado intentando averiguar qué sucede en el mundo exterior, pero todas las conexiones han sido cortadas. Yoongi se lame los labios secos, mira su reloj y se da cuenta de que Hoseok no ha venido en tres semanas. Quizás si le sucediera algo en lo que Min categóricamente no quiere pensar, lo matarían o lo liberarían por los cuatro lados. Quiere creer que Hoseok está bien. Se levanta de la cama y se acerca a la ventana, corre las cortinas oscuras y se estremece con el frío subiendo por su espalda porque Jung Hoseok, con una camisa negra con mangas arremangadas y pantalones ajustados, está mirando la ventana del dormitorio en en el que Yoongi está encarcelado. A los ojos de sus seres queridos, los icebergs son afilados, contra los cuales el rubio rasga la piel hasta la carne. Hay un vacío interminable y aterrador en los ojos, como si les hubieran succionado toda el alma, dejando el caparazón mortal vagando por la tierra en busca de paz. Hoseok nunca lo perdonará, seguro, nunca por nada. 

Todas las respuestas están en los ojos marrones, en ellos alguna vez brilló el amor, capaz de dar a luz nuevos planetas, pero de ello no quedó nada, ni siquiera una pizca. Yoongi se esconde en las profundidades de la habitación, respirando pesadamente y moviéndose hacia el rincón más alejado. Hoseok vino por su alma, Yoongi está seguro de que está dando sus últimos suspiros lastimeros y desesperados. La puerta se abre silenciosamente, llenando la habitación con la suave luz del pasillo, el clic de un interruptor ilumina la habitación, lo que hace que Min presione su espalda contra la pared. Está asustado, increíblemente asustado, en su cabeza ve imágenes de sí mismo crucificado en una cama y un charco de sangre extendiéndose como una mancha debajo de él. Está tan angustiado que ve frente a él al verdadero monstruo que es ahora Hoseok. El rubio no se da cuenta de cómo el depredador, sintiendo el miedo de la víctima, lo alcanza en un instante. Un grito silencioso se queda atascado en su garganta cuando Jung le agarra la barbilla con dos dedos y levanta la cabeza obligándole a mirar a los ojos indiferentes de enfrente. "Corre", exhala Hoseok en sus labios, exhalando un aliento caliente. -Corre lo más lejos que puedas. Corre y no mires atrás porque iré tras de ti. Si te atrapo, nunca volverás a ver la luz. Prometo que olvidarás quién eres, que olvidarás tu nombre. Destruiste lo que era. Corre hasta que te sangren los talones. Corre antes de que te quedes sin aliento. Corre hasta que tu corazón se detenga. Y siempre estaré ahí. 

Hoseok besa dolorosamente por última vez, atormentando los pálidos labios de Min, como si intentara mostrar todo el espectro de odio y dolor hacia él. Hoseok lo odia, Hoseok lo ama. Hoseok lo libera de la jaula, lanzándolo a una nueva en la que continentes y océanos los separarán, pero nunca saldrán de ella. Hoseok se muerde el labio inferior, los lame y se suelta, dando un paso atrás. - Corre. Yoongi se va. Yoongi irá tan lejos, durante tanto tiempo, vivirá en países con nombres y apellidos falsos, inventará historias de su pasado, presente y futuro. Yoongi finalmente se perderá en el juego iniciado por él y continuado por Hoseok. Estarán separados por kilómetros, pero sus almas estarán conectadas para siempre por hilos indestructibles. Sufrirán al recordar las cosas brillantes que sucedieron entre ellos. Yoongi se despertará por la noche por cualquier crujido y ruido, porque Hoseok caminará silenciosamente detrás de él y lo perseguirá. Yoongi vivirá su vida con miedo eterno. 

Hoseok cumplirá esta promesa, le dará oscuridad real, sumergirá a Yoongi en las sangrientas aguas del abismo en el que tuvieron la suerte de encontrarse. Ambos están condenados a vagar por una eternidad después de todo, Hoseok caminará silenciosamente detrás de él y lo perseguirá. 

 

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Rosa Negra (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora