Capítulo 17; Oportunidad.

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Samuel, se aseguró de que todos los feligreses se hubiesen marchado, dejando algunas actividades a cargo del diácono, se marchó a su oficina, sus pisadas resonaban en el piso del pasillo, mientras su respiración se agitaba.

Al llegar, se desprendió de toda la indumentaria eclesiastica correspondiente para oficiar la misa, quedando con su típico pantalón de vestir negro, camisa del mismo color, su alzacuello blanco y el crucifijo que reposaba contra su pecho. Suspirando agitadamente, se dejó caer en la silla frente al escritorio, cerró los ojos y paso sus manos con desesperación por el rostro.

—¡Dios mío!, ¿Es que acoso esa mujer quiere volverme loco?— con los ojos cerrados, no podía dejar de pensar en ella, en el momento en que abrió lentamente su boca, sin apartar los ojos de él, son cortar esa conexión que parecía íntima. ¿Por qué ella lograba descolocar lo de aquella manera?, ¿Es eso lo que sentía un hombre cuando le atraía una mujer?—¿En qué estás pensando Samuel?— se desprendió asustado, abriendo los ojos enormes se sentó rectamente en la silla—¿Qué estoy pensando?... Eso no puede ser—se dijo— ¿O si?— estaba confundido, ¿cómo podía reconocer aquel sentimiento si nunca antes lo había experimentado? sin embargo, podía decir claramente que aquella mujer lo perturbaba, Ámbar Hobbs le.perturbaba.

¿Acaso necesitaba confesarse?, Sentía temor de buscar ayuda en un superior, ¿Y si lo suspendian de sus actividades eclesiásticas?... No...

Un llamado a la puerta lo sobresaltó.

—Adelante— el diácono entró con su rostro cargado de amabilidad.—sigue adelante, Elias.

—Gracias, padre. Ya he cumplido con sus órdenes, y todo ha quedado organizado y listo, he cerrado los puertas principales de la iglesia.

—Gracias Elias, aprovecharé la tarde para visitar a mis padres, agradezco tu labor y esfuerzo, puedes ir en paz, hijo mío —Elias, el diácono, se acercó al sacerdotes y tomó su mano para besarla, tras despedirse salió de la oficina...

Samuel se sentía agotado por la mala noche anterior, cerró los ojos sintiéndose un poco aletaragdo, sin embargo de nuevo, la imágen de aquellos ojos miel volvieron a él para torturarlo... Reaccionó colocándose en pie rápidamente, parpadeando, luchó por espantar el sueño y se dispuso a abandonar la iglesia, pasar la tarde con sus padres, le ayudaría a tranquilizarse.

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Aquel lunes, Ámbar despertó con ilusiones renovadas, dispuesta a dar una buena impresión en el que esperaba se convirtiera en su nuevo trabajo, desayunó, tomó una ducha, decidió salir con mucho tiempo de anticipación.

Aquel día, Ámbar tomó como opción, una linda falda tubo negra que hormaba perfectamente sus curvas y dejaba al descubierto sus largas piernas, una blusa azúl marino bastante bonita, su cabellera llena de rizos color chocolate,los dejó sueltos, se colocó el maquillaje justo, además adicionó tacones y bolsa negra.

Se miró al espejo y se sintió satisfecha, daba una imagen pulcra y profesional.

Llegó a las instalaciones de Marshall & Asociados, después de informar hacia donde se dirigía y registrar su ingreso, tomó el ascensor y subió hasta el sexto piso. Se encaminó a la recepción y la mujer le sonrió.

—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?

—Buenos días... vengo a una entrevista, me dijeron que debía preguntar por Kiera Lenus, soy Ámbar Hobbs.

—Permítame un momento— la mujer tecleó con la mirada fija en su computador y luego le sonrió —Si claro, puedes tomar asiento—le señaló la hilera de sillas— en un momento la señorita Lenus, viene por usted.

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