Ante su mudez, Ámbar le rodeó el cuello para besarlo, se sentía ansiosa, necesitada de él, aquella clase de anatomía no había sido suficiente, ella necesitaba más, ansiaba más, necesitaba tenerlo por completo... Samuel, en cambio temblaba, debatiéndose entre la ansiedad y la indecisión, ante el deseo y la razón, caminando sobre la delgada línea que separaba la cordura y la ausencia de la misma.
Ámbar lo besaba desesperada, mientras sus ansiosas manos se movían por el cuerpo de él, llegando a su virilidad palpitante y caliente, Samuel era delicioso, sólo bastaba un solo toque para encenderlo, encerraba dentro de él tanta pasión y era normal, para un hombre que aún no conocia el placer de hundirse en el paraíso femenino, un solo roce bastaba para encender su piel.
—¿Cariño...?—le preguntó separándose de él, mirándolo fijamente a los ojos.
—Si...—fué lo que se atrevió a decir mirando a aquellos ojos que lo enloquecían, incapaz de pronunciar mas palabras o admitir abiertamente que estaba dispuesto a todo aquella noche.
Ámbar lo tomó de la mano y lo guío a subir a la cama, él extasiado y tembloroso, la siguió. Ella se acostó, invitándolo a hacer lo mismo, y cuando él lo hizo, Ámbar comenzó a besarlo, a besar su cuello... su pecho... su abdomen.... su vientre... ella seguía un descenso, en busca de su anhelado tesoro.
Samuel, contenía los gemidos, no había si quiera imaginado cuánto placer podia sentir con el roce de piel a piel, allí, acostado sobre aquella cama, con Ámbar besando lugares que hasta ese momento habían sido un para alguien más que para él.
Ámbar se ubicó con una rodilla cada lado de las masculinas caderas, tomando entre sus manos aquella erección, comenzó a acariciar la entrada a su cuerpo... un infinito placer la hizo estremecer.
—Samuel, no sabes cuánto he soñado con ésto — le dijo, y mirándolo a los ojos, comenzó un lento descanso, abriéndose paso dentro de ella, mordió su labio inferior, mientras seguía avanzando... la expresión de Samuel cambió de momento y ella se detuvo —¿Estás bien, cariño?
—Si— respondió con respiración agitada— es un poco incómodo.
—Todo estará bien, lo disfrutarás— Ámbar siguió bajando de manera lenta, y sintiéndose abrumada por la sensación de llenura que Samuel le otorgaba... Ya, sin ánimos de esperar, se dejó caer, sintiendo como Samuel llegaba hasta lo profundo de su ser, no pudo contener el grito de éxtasis al sentirse completamente llena...
—¿Ámbar, estás bien?— preguntó él con preocupación.
—Nunca he estado tan bien—admitió, lo miró a los ojos y sonrió— eres mío, Samuel— estaba complacida—eres mío— repitió inclinándose sobre él para besarlo, su ardiente aprendiz respondió el beso con ardor, mientras sus manos acariciaban la espalda, el roce era exquisito, sentirse atrapado por ella era sencillamente delicioso, sentía como el cuerpo de Ámbar lo oprimía, se acomodó colocando sus pechos a la altura del rostro del hombre, Samuel, con un po de duda, pero envalentonado por el placer que sentia, tomó uno de los pechos y se lo introdujo a la boca, saboreando el dulce sabor de dar placer, Ámbar gimió complacida, Samuel era un excelente aprendiz.
Ámbar tomó su posición inicial, sentada sobre él, con Samuel llenandola colocó las manos en su pecho para proporcionarse equilibrio, sin apartar los ojos de él comenzó a moverse, primero lento, suave... Samuel se sentía enloquecer, respiraba profundo pará controlar lo que sentía, emitía débiles quejido, y contenidos gemidos— No, Samuel, no te contengas— le dijo— en esta habitación solo somos tu y yo, no hay verguenza, ni pudor, gime, grita, habla, dejame saber que lo disfrutas, pero sobre todo, tócame, no te avergüence tocarme, ahora soy tuya— mientras hablaba incrementaba sus embestidas, Samuel motivado por ella, dejo se reprimirse y comenzó a expresar su placer, sus manos se movieron en busca de los ardientes pechos de su amada, apretándolos, disfrutándolos, haciéndola enloquecer, mientras sus caderas se movían con desesperación, Ámbar hubiese querido extender mucho aquella primera vez, pero lo había deseado tanto y... mientras lo cabalgaba veía la meta tan cerca, sintió como Samuel gruñía y se tensaba y supo que también estaba cerca, le encantaba estar en aquella justa posición, en dónde no había parte de ella vacía, Samuel la llenaba por completo, lo sintió palpitar justo cuando él enviaba sus caderas hacia arriba al tiempo que Ámbar sintió como él producto del climax se derramaba en su interior, fue la gota que derramó el vaso, su cuerpo se estremeció hasta los cimientos y el orgasmo la golpeó, haciéndola gritar de placer...
Mucho tiempo después, seguían sobre el lecho, envueltos en un abrazo, Samuel parecía relajado, mientras que Ámbar no podía dejar de sonreir.
—¿Estás bien, Cariño?—elevó el rostro hacia él, Samuel la miró y una sonrisa iluminó su rostro.
—Estoy enamorado de ti — admitió sin dudas está vez, y Ámbar se sintió feliz.
—Yo también estoy enamorada de ti—le dijo, elevándose para besar su boca.
—Esto me asusta Ámbar, sabes que no debimos...
—Detente, no lo arruines Samuel, te lo ruego— él suspiró.
—No puedo evitarlo, he profanado mi cuerpo, he perdido mi pureza carnal, y no quiero pensar, solo quiero quedarme aquí contigo —la abrazó — pero mi pecado me está consumiendo. Ahora que he estado en tus brazos, no sé si soy capaz de renunciar a ti y no estoy seguro de poder renunciar a los hábitos. Nací para esto, crecí para esto, me eduque para ser sacerdote.
—Samuel, Samuel, para lo único que naciste, es para ser feliz, mi amor.
—Sabes que lo nuestro es un amor prohibido. Ahora no se qué voy a hacer— Ámbar se sentó en la cama y él siguió su ejemplo.
—Has dicho que me amas— lo miró con preocupación— no renuncies a mí, mi amor— se sentó a horcajadas sobre él y lo abrazó— yo te necesito Samuel, mi cuerpo te clama...
—Esto es muy difícil, Ámbar— gimió y la abrazó— dar este enorme paso fue maravilloso, he alcanzado a rozar las puertas del paraiso, pero ahora la culpa me hace descender las escaleras al infierno. Debería irme ahora mismo a la iglesia—suspiró.
—Quédate— le suplicó— quiero hacerte el amor toda la noche—susurró contra su boca— quiero ser tuya en toda la extensión de la palabra —comenzó a frotarse contra él, sintiendo como debajo de ella comenzaba a endurecerse nuevamente, lo escuchó gemir contra su boca.
—No puedo quedarme—dijo entre gemidos— debo irme Ámbar.
—Entonces pienso aprovechar al máximo éste momento — le dijo mientras con la mano buscaba su erección — necesito tenerte dentro de nuevo, Samuel, te necesito dentro de mí.
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¡He Pecado!
RomanceÁmbar Hobbs, está experimentando un momento caótico en su vida, ha perdido a su novio, su mejor amiga se ha mudado a otro país, acaba de perder su empleo... ¡Todo parece ir de mal en peor! Desesperada busca aliviar sus penas entrando a aquella igles...