Capítulo 50; Sorpresa.

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-¿EMBARAZADA?-gimieron Ámbar y Amy al tiempo, con ojos enormes llenos de dicha.

-¡Si, espero que estén felices, serán unas tías muy guapas!- dijo Melina con lágrimas en los ojos y es que últimamente estaba muy sensible y no paraba de llorar, suponía que eran las hormonas haciendo de las suyas -¡Estoy tan feliz!

El trío de amigas se abrazaron y las felicitaciones nos hicieron esperar, aquella tarde de amigas se había convertido en una tarde de sorpresa y celebración pues aquella hermandad tendría un nuevo miembro y sin duda era motivo para festejo.

Los días siguieron pasando con rapidez y Ámbar de a poco aprendió a sobrellevar lo que le había sucedido, por fortuna la tristeza que se había alojado en su pecho había dejado de torturarla y la herida del mordisco en su hombro había sanado casi del todo, Ámbar cada vez que la miraba sentía desprecio sin embargo, lo único que deseaba era que su alma sanara así tan rápido como lo hacía su cuerpo.

Se observó en el espejo suspirando, aquel bonito vestido se ajustaba su cuerpo pero sin llegar a ser extremadamente sexy, cubría sus hombros y cubría perfectamente sus senos todo con la intención de no escandalizar a la devota mujer ya que Ana la había invitado a cenar con ella aquella noche, la verdad es que con el paso de los días disfrutaba cada vez más sus encuentros con Ana, solía dejar de lado o no darle mucha importancia a que la mayoría de los tema que trataba siempre se era de religión, de las almas perdidas y de la necesidad que tenían de ser rescatadas, eso sin dejar de lado el hecho de que constantemente expresaba lo orgullosa que estaba de que su hijo fuese un sacerdote, aquello le generaba una amarga sensación sin embargo, estaba dispuesta a pasársela bien con la mujer aquella noche.

Hizo un enorme esfuerzo por controlar sus rizos rebeldes que saltaban sobre su cara enmarcando su rostro dulce y aquellos preciosos ojos color miel que desde hacía mucho parecían muy triste.

Llegó a la casa de Ana y fue recibida con el mismo cariño de siempre.

-¡Oh querida, qué alegría que llegaras temprano eso nos da espacio para una buena conversación y quizás una taza de café!- Ámbar sonrío con amabilidad después de dejar que ella depositara un beso en cada una de sus mejillas, la trató con el mismo cariño.

-Por supuesto que sí- dijo Ámbar.

-Hoy estás aún más preciosa si es que acaso eso es posible- dijo Ana.

-Usted se ve increíblemente bien señora Ana- le sonrió con dulzura- ese precioso tono color vino tinto le queda muy bien.

-¡Oh muchas gracias querida, mi esposo también suele disfrutar cuando uso este color!

-Sin duda su esposo es un hombre afortunado de tenerle- le dijo con una enorme sonrisa- es una pena que hasta ahora no haya podido conocerle.

-Sí, también considero que es una pena, querida. Sin embargo mi esposo siempre está muy ocupado y lleno de trabajo lo cual ha impedido que coincidan.

-¿Siguen las cosas muy mal con él?- le preguntó con ternura, comprensión y con una mirada empática que solo una mujer que también ha sido traicionada podía compartir- lo siento sí soy imprudente, no quiero incomodarla y no quiero abusar de la confianza que me ha tenido al contarme algunos detalles de su vida.

-Sería injusto que no hablara de mí cuando me has contado todo de tu vida, pequeña mía- la miró con amor- eres como esa hija que hubiese querido tener amor, no me malinterpretes, mi corazón está enteramente agradecido porque Dios me regaló a Samuel, pero si hubiese podido tener un segundo hijo sin duda alguna me hubiese encantado que fuese una mujercita como tú, muy hermosa e inteligente. Las cosas con mi esposo siguen mal, digamos que se han puesto peor. He confirmado que tiene otra, que se está viendo con otra mujer lo cual resulta bastante humillante-la mujer bajó la mirada avergonzada.

-No tiene por qué sentirse mal- Ámbar se inclinó y le tomó una mano con dulzura- usted no tiene la culpa recuerde que no ha sido usted quien ha fallado y eso debe darle sin duda alguna una tranquilidad enorme, usted ha hecho las cosas bien, es una mujer buena, noble y cariñosa, si su esposo no sabe apreciar eso entonces es un idiota que no se la merece- Ana sonrió ampliamente ante los halagos de Ámbar.

-Muchas gracias querida, siempre logras darme mucho ánimo-le palmeó la mano con cariño.

Después de una larga conversación decidieron pasar a la mesa, Ana se sentía agradecida de poder contar con Ámbar ya que odiaba comer sola, últimamente la casa se sentía más vacía que nunca, era como si una inmensa soledad se hubiese apoderado del lugar y a su vez Ámbar estaba agradecida con la mujer por acogerla con tanto cariño, aquello le generaba en Ámbar una sensación de nostalgia y añoranza ya que Ana era esa madre que ella hubiese querido tener, una mujer de valores, buena, preocupada, cariñosa y atenta con ella.

Estaban a mitad de la cena cuando ambas se sorprendieron con la llegada inesperada de él.

-¡Espero no haber llegado demasiado tarde para la cena!- la voz profunda y varonil inundó el lugar.

-¡SAMUEL!- gritó Ana con emoción saliendo de la mesa y corriendo para abrazar a su hijo y estrecharlo con fuerza entre sus brazos, mientras que Ámbar por su parte tuvo que controlar el impulso de saltar igualmente de la silla y correr hacia él para estrecharlo y darle un beso para nada casto, lo cual sin duda alguna hubiese escandalizado a la devota madre.

Samuel sonrío a su madre y la abrazó con fuerza sin poder contenerse desvió la mirada hacia Ámbar y le regaló una enorme sonrisa, vió como esos perfectos ojos color miel se llenaban de lágrimas y negó débilmente, la vio también controlar el impulso de querer ponerse de pie y como pronto volvía a sentarse en la silla.

-¡También estoy feliz de verte, madre!

Después qué madre e hijo se saludaron efusivamente Ana le dijo;

-Por favor hijo siéntate a la mesa con nosotras y acompáñanos, estoy muy dichosa de que hayas regresado de tu viaje misionero- Ámbar se puso de pie y caminó hacia él, Samuel le extendió una mano y ella la tomó depositando en ella un tierno beso.

-Qué bueno volver a verle padre Samuel.

-Para mí también es una alegría, Ámbar- escucharlo pronunciar su nombre dice que una corriente eléctrica viajara a través de su espina dorsal.

Se sentaron a la mesa y a Samuel le sirvieron un plato, comieron animadamente mientras él conversaba un poco sobre su viaje y lo bien que le había ido, habló de los distintos países africanos que visitó, también el hecho de que había finalizado satisfactoriamente su viaje misionero, durante todo aquel tiempo Ámbar y Samuel llegaron a cruzar mirada en muchas ocasiones y ambos tuvieron que controlarse para no ceder a lo que sentían, después de la cena pasaron al pequeño recibidor para poder seguir la conversación que estaban teniendo.

Pero el ambiente de paz y alegría, los ánimos de festejo llegarían a su fin cuando Samuel exclamó;

-Madre tengo que compartir contigo una noticia que seguramente no te causará mucha felicidad, sin embargo te pido que hagas un esfuerzo por comprenderlo y que me muestres un apoyo incondicional.

-¿De qué estás hablando hijo?, comienzas a asustarme.

-No es motivo para que te asustes madre, pero sé perfectamente que esto va a ocasionarte un disgusto.

-Vamos hijo, dilo de una vez no importa lo que sea pero dilo.

-He finalizado satisfactoriamente mi viaje misionero y tras terminarlo he realizado un viaje a Roma para asistir al Vaticano.

-Eso no es nada que me sorprende o me disguste hijo- le dijo con orgullo- es bueno que visites al Vaticano y a tus superiores ministeriales.

-Esa no es lo que la verdadera noticia, la noticia es -tomó una gran bocanada de aire observó a su madre directamente a los ojos y dijo sin pensarlo- he solicitado mi baja ministerial- sí, lo había dicho y con ello se había quitado un enorme peso encima.

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¡VOLVIÓ SAMUEL!😍😍

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