Capítulo 41; Extraños que duermen juntos.

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Ámbar se esforzó con ayuda de Amy y Meli, a comprar todo lo necesario para la reunión de aquella noche, comida, bebidas, todo, aunque sería una reunión bastante íntima quería que todo fuese muy hermoso, sus amigas se fueron argumentando que debían prepararse para volver, cada una con sus respectivas parejas, aquello oprimió el corazón de Ámbar, estaba feliz por Melina, quien se veía más radiante y alegre desde que había comenzado su amorío con aquel hombre maduro, estaba feliz por Amy, quién ni cabía de la dicha ante todos los planes que tenía a futuro con Markus, si, estaba feliz, pero aquello no hacia mas que recordarle su infelicidad, su soledad y la ausencia de Samuel, a quien no dejaba de extrañar ni por un instante.

Los primeros en llegar fueron Amy y Markus.

—¡Estoy feliz de que estén aquí!— les dijo abrazándolos — adelante, los demás no deben tardar en llegar.

—Veo que han pensado en todo— dijo Markus— huele muy bien aquí.

—Todo lo necesario para pasar un buen rato— unos diez o quince minutos después el timbre sonó nuevamente—¡Yo abro!— exclamó Ámbar, en la puerta se encontró con Melina, en compañía de un hombre maduro, el cual supuso era Anibal, era alto, muy elegante, con unos precisos ojos verdes... aquella mirada le recordó a Samuel, y negó para si misma, estaba loca, ahora veía a Samuel en todos lados. —¡Han llegado!— Melina, sonrió y abrazó a Ámbar.

—Cariño, ella es Ámbar. Amiga, él es Anibal — ambos sonrieron y expresaron lo felices que estaban de conocerse y estrecharon sus manos.

—Ámbar Hobbs, un gusto conocerte al fin, Meli no hace más que hablar de ti, tanto que ya siento que nos conocemos.

—Me sucede lo mismo, el hombre sonrió. También es un gusto conocerte, Ámbar, soy Anibal Thompson, a tu servicio. — la sonrisa de Ámbar se congeló. Thompson, Anibal Thompson... No podía ser, claramente tenía que ser una casualidad.

—Adelante, ya Amy y Markus están aquí— aunque Ámbar decidió suprimir sus dudas, y sospechas, Samuel no era el único que se apellidaba Thompson, era una tontería pensar que Anibal tuviese alguna relacion con él.

Jessie y Bou, llegaron poco después y al final, estaban completos, el ambiente se tornó aún más festivo, los abrazos y expresiones de cariño no faltaron, así como las presentaciones pertinentes. Ámbar estaba feliz de estar reunida con sus amigos, pero no dejaba de pensar en que estaba rodeada de tres felices parejas... que distinto fuese todo si Samuel estuviese allí, que distinto fuese todo si él fuese libre para amarla.

La fiesta terminó siendo todo un éxito, y los amigos disfrutaron de aquel maravilloso tiempo de calidad. Era avanzada la noche, cuando le dieron fin a aquella reunión y cada uno se marchó en dirección a casa.

—Me encantaría que te quedaras— Melina, suspiró — pero entiendo que debes irte. Gracias por acompañarme a la reunión.

—Me interesa todo lo que a ti te interesa, Meli, y si una reunión con amigos te causa alegría, entonces soy feliz de poder compartir éstos momentos contigo.

—Te amo— le dijo con ojos llenos de lágrimas— jamás imaginé encontrar a alguien como tú para compartir mi vida.

—Te amo, Meli — la estrechó de la cintura.

****************

Anibal entró a su casa, sintiendo la pesadez de volver a un lugar donde ya no era feliz. Subió directamente a su habitación y para su sorpresa, se encontró con Ana, en una hermosa y recatada bata de seda y el cabello húmedo. Lo observó con expresión muy seria.

—Hola— la saludó sin mayor interés.

—¿Hola?, eso es lo único que se te ocurre decir. — le preguntó ella enojada — ¿estás son horas de volver a ti hogar?, es muy tarde Anibal.

—Sé que es tarde, estoy cansado, Ana.

—Siempre estás cansado.

—Y tu siempre estás rezando — respondió con amargura y luego se encogió de hombros— sólo quiero dormir un poco, Ana.

—No, ¿cómo puedes pensar en dormir?. Tenemos que hablar, no podemos seguir así.

—¿Así como?

—¡Nuestro matrimonio está mal, Anibal!— exclamó con desespero.

—¡Vaya, hasta que al fin te das cuenta!— le dijo con ironía— pensé que nunca lo notarías, este matrimonio se ha deteriorado hace mucho, nos hemos convertido en extraños que duermen juntos.

—Todo por tu culpa, cada vez llegas más tarde.

—¿Mi culpa?— preguntó incrédulo— eres tú quien se pasa la vida en tu cuarto de oración, eres tu quien se olvidó de sus responsabilidades de mujer casada.

—¡Qué fácil es echarme a mi toda la culpa, tampoco es que sess un marido ejemplar!

—No, si la culpa ha sido mía, por no exigir el tiempo que me debías. ¡HACE MUCHO QUE DEJE DE SENTIRME UN HOMBRE AMADO, VALORADO Y RESPETADO EN ESTA CASA!— explotó con amargura. —¡NO LO TOLERO MÁS!

—¡No podremos solucionarlo, si no te esfuerzas, prometimos amarnos y respetarnos, y...!

—¡Tu fallaste Ana, fallaste a todas y cada una de tus promesas!. ¿Y sabes que?, ¡ya basta!— caminó hacia el vestidor y sacó un maleta mediana, la abrió y comenzó a arrojar prendas.

—¿Qué se supone que haces?— preguntó Ana con ojos enormes.

—¡Me voy!, ¿es que acaso no es obvio?

—No puedes dejarme, soy tu esposa, no puedes abandonar el hogar. ¡La Santa institución del matrimonio!, ¡Es pecado!— Anibal se giró para verla, sin poder creerlo, luego arrojó con violencia la camisa a la maleta— ¡Anibal, detente!, ¡NO PUEDES ABANDONARME!

—Tu me abandonaste hace mucho, y lo peor de todo, es que me abandonaste aún durmiendo a mi lado.

—¡Anibal... te lo advierto!

—¿Qué harás?, ¿Me acusaras con nuestro hijo?, ¿Acaso lo manipularás como siempre para que esté de tu parte?, ¡No está vez, Ana!, ¡No quiero vivir más a tu lado!— cerró la maleta de golpe y la colocó en el suelo, Ana corrió y tomó la maleta, tirando de ella.

—¡No vas a irte Anibal, no puedes hacerme ésto!, ¡éste es tu hogar, no puedes irte!

—Me voy aunque deba hacerlo sin nada— pero tomó con fuerza la maleta y se la arrebató, entonces Ana se prendó de su brazo.

—¡Anibal detente, podemos solucionarlo!— exclamó desesperada, pero él solo se soltó de su agarre, levantó la maleta y salió a grandes zancadas de la habitación, con Ana llorando y rabiando detrás de él.

***************

Melina, batallaba para quedarse dormida, se sobresaltó al escuchar que la puerta del departamento se cerraba, asustada saltó de la cama y corrió a ver de que se trataba, con temor de lo que podría encontrarse. Sin embargo, se sorprendió al ver a Anibal que arrojaba la copia de las llaves del departamento que le había dado al mueble, observó también la maleta.

—¿Qué sucede, amor?

—Me fui de casa, no sabía si debía ir a un hotel y... decidí venir. Mi situación con Ana es insostenible, no lo tolero más, quiero ser feliz Melina y a tu lado lo soy. ¿Tienes un poco de espacio en tu vida para mí?— Melina no respondió con palabras, le sonrió y corrió hacia él para abrazarlo.

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