Capítulo 36; Estás jugando con fuego.

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—¿Estás seguro de que es lo que quieres hacer?— Samuel sonrió, estaba seguro de que aquello era lo que necesitaba.

—Si—asintió— eso me haría muy feliz, he querido hacerlo desde hace mucho.

—Pero estás bien en tu congregación, todo marcha en orden. — no podía comprender lo repentina de aquella decisión.

—Lo sé, su señoría, y no sabe lo agradecido que estoy, pero necesito hacer esto.

—De acuerdo, padre Samuel, en ese caso déjame hacer los preparativos y todo estará listo pronto.

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Ámbar entró a la oficina del jefe, aunque su ánimo estaba por el piso, debido a su relación amorosa, al menos se sentía muy feliz de poder disfrutar de su puesto fijo en aquellos empresa.

—Bienvenida, señorita Hobbs, tome asiento.

—Muchas gracias, señor.

—Bueno, tal y como te indiqué, has pasado el periodo de prueba, he hablado con tus supervisores y están muy contentos con tu desempeño, es por ello que deseo ofrecerte un contrato fijo.

—Estoy muy feliz con esa noticia, Señor Marshall, le prometo que no se va a arrepentir.

—Eso espero, ya he dado la orden a recursos humanos y el área administrativa para que firme usted los documentos pertinentes, así mismo desde hoy gozará de todos los beneficios de nuestros empleados. Espero aproveche está oportunidad.

—Por supuesto que sí, señor. Estoy muy agradecida...

La próxima semana pasó muy rápidamente y se obligó a ahogarse en trabajo para evitar ir a la iglesia, afortunadamente había sido una semana bastante ajetreada, la esposa de Markus había fallecido por lo tanto estuvo de permiso, Amy se mantuvo a distancia pero brindándole el apoyo emocional que él necesitaba, se había reunido con las chicas para cenar y Melina feliz había contado sobre aquel particular presente que recibió de Anibal, y Ámbar las puso al día de lo acontecido con el sacerdote, así mismo recibió palabras de apoyo de sus amigas, quienes aseguraron que todo mejoraría con el tiempo y ella quiso creerles, aunque no estaba segura.

Samuel, por su parte había tenido una reunión con sus superiores, había rendido cuentas de la congregación, así mismo había hecho una solicitud que sorprendió al arzobispo, pero que no le negó.

—Serás de gran ayuda— le había dicho, Samuel asintió agradecido.

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Ámbar, estaba en el aeropuerto en espera del vuelo de sus padres, estaba un poco ansiosa, nunca había tenido con ellos esa relacion cercana y amorosa, y si, sentía que sus padres siempre le reprochaban haber alterado sus olanes con su nacimiento, comos i fuese algo que ella pudiese controlar.

—¡ÁMBAR!—exclamaron alegre en cuánto la vieron, ella caminó hacia ellos y los envolvió en un abrazo, los quería tanto, aunque no tuviesen la típica relación, eran sus padres y los amaba.

—¡Los he extrañado un montón!— dijo feliz. —Es una alegría que estén aquí.

—A nosotros también nos alegra — aseguró el padre. —Estas muy guapa.

—Gracias, papá — volvió a abrazarlo.

—Guapísima, aunque quizá necesites un corte de cabello— la madre le tocó el cabello como evaluandolo, con el ceño fruncido y mirada analitica.

—Mi cabello está perfecto, mamá — contuvo la frustración al sentirse siempre juzgada o reprobada por su madre— lo cuido mucho y me he hecho un corte no hace mucho, está muy sano y bonito.

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