Capítulo 15; Ceder o no ceder a los instintos.

213 18 0
                                    

Anibal suspiró de satisfacción mientras oprimía a la joven rubia contra él, logrando que cada fibra de su cuerpo despertara y se pusiera en alerta. Melina lo besaba de forma hábil, su boca sabía a vino y su caliente cuerpo oprimido contra el suyo, le ofrecía placer... Una danza de labios y lenguas que poco tardaría en convertirse en una batalla de placer... se separaron en busca de oxígeno, Anibal la miró a los ojos.

—Meli... Yo...

—¿No quieres?— preguntó dudando.

—La pregunta es; ¿tu lo deseas?

—Si, lo deseo...—volvió a besarlo con ansias y en poco tiempo la ropa comenzó a caer de los ansiosos cuerpos— llévame a la cama—gimió Melina— es la puerta de la derecha...

Anibal se estremeció al llegar a la habitación, ambos batallaban por besarse, las ansiosas manos del hombre maduro recorrían la piel expuesta de la rubia, decidido a disfrutar y hacerla disfrutar, poco tardó en estar hundido entre sus pliegues femeninos, Melina retorcía sus caderas, acercándola y alejándola en una sensual danza contra aquella experta boca que le daba placer... Anibal sabía dónde tocar, cómo tocar, y Melina no tardó en alcanzar la cima.

Cuando fue su turno de complacerlo, sentía satisfacción al escucharlo gemir ansioso, mientras acariciaba sus dorados cabellos, guiando el ritmo que ella debía seguir... Melina, se alejó y tomándo el mando de la situación decidió montarlo, Anibal suspiró satisfecho al sentir la bienvenida que el calido cuerpo de la rubia le dió, no había vuelta atrás... la vió apoyarse en su pecho buscando equilibrio, mientras realizaba su cabalgata sensual...

Había pasado mucho tiempo, cuando aún Melina y Anibal, estaban abrazados en la cama, sobre aquella desordenada cama, ambos cuerpos parecían negarse a separarse, Anibal la abrazaba y le dedicaba tiernas caricias, mientras Melina sonreía por la experiencia que acababa de tener...

—¿Estás bien, Meli?

—Hacia mucho que no estaba tan bien— le dió un sonoro beso en el hombro y elevó su rostro para mirarlo con una amplia sonrisa, los juveniles ojos azules brillaban de alegría— me ha encantado, Anibal—confesó mientras acariciaba el desnudo pecho del hombre.

—A mi también— le besó la frente, y acarició con ternura la mejilla de la jóven.— Eres preciosa Meli, me gustas demasiado.

—Y tú a mí — de pronto Melina sonrió triste.

—¿Qué ocurre?— ella suspiró.

—Nada... sólo pienso en que me gustaría que te quedaras, pero sé que debes irte, ella te espera...

—Lo siento— se disculpó con pesar— Mel, mi matrimonio...

—No— lo detuvo y sonrió— no me expliques nada, sé cómo son las cosas, no debes excusarte o darme falsas esperanzas, todo está bien. — le aseguró comprendiendo su actual posición.

—Pero debes saberlo...

—No, lo único que debo saber es que me gusta estar contigo, pero sé que no tengo lugar en tu vida... No digamos nada más por el momento, por favor— Anibal asintió y suspiró, estrechándola nuevamente contra él.

—¿No te preocupa que yo sea mucho mayor que tú?

—Lo único que me preocupa es que te guste tanto como me gustas tú.

—Entonces no debes preocuparte por nada...—le dijo y sin poder resistir la tentación se lanzó nuevamente en busca de aquella boca...

***********************

Ámbar salió de la iglesia confundida, por más que buscó a Samuel, no logró dar con él, quería saber qué opinaba, necesitaba saber su opinión, pero al parecer su confesión le había terminado espantando de tal manera que el sacerdote salió huyendo de ella, como si fuese el mismísimo diablo.

¿Habría sido correcto decirle lo que estaba sintiendo?

¡Claro que era correcto, él debía saberlo!

Confundida y frustrada llegó a casa, arrojó su bolso al sofá y se sentó... ¿Por qué?, ¿Por qué le gustaba tanto ese hombre?, ¡Había muchos disponibles en el mundo!, ¿por qué le gustaba justamente uno que no podía tener?, !Era injusto!

Tomó el celular y busco el número de Matteo, le propondría tomar algo, o irse directamente a un hotel, necesitaba liberar la frustración de su cuerpo, necesitaba olvidarse de aquel hombre prohibido para ella.

******************

Amy, llegó a su apartamento, y dejó las bolsas de las compras en la cocina, suspiró agotada. Ya con la alacena llena, la única responsabilidad pendiente era enviarle dinero a su madre, así que se encargaría de hacer la transferencia más tarde. Suspiró un poco agotada, su celular comenzó a timbrar escandalosamente en su bolso, así que corrió a entender, pero en cuánto vio el número en la pantalla se detuvo, sus ojos se llenaron de angustia de inmediato. Cerró los ojos buscando tranquilizarse... ¿Qué quería Markus?

—Hola— respondió.

—Hola Amy, soy yo—la mujer cerró los ojos nuevamente.

—Sé quién eres. ¿Sucede algo?

—Bueno... llamaba para decirte que se ha cumplido el objetivo... Ámbar tendrá una entrevista con el jefe, de hecho te iba a llamar ayer para contarte pero...

—Ya lo sabía, Ámbar me llamó. Yo... te agradezco mucho, Markus. Ámbar lo necesitaba y significa mucho para mí que me ayudaras con eso.

—Si... bueno, nada que agradecer Amy, sabes que haría cualquier cosa por ti —silencio, uno bastante incómodo, ella presionó los labios buscando contener las palabras— Amy... te extraño.

—No, Markus, no lo hagas por favor... ésto no tiene sentido, no volveré a caer, ya fue suficiente.

—Pero es la verdad, te extraño...me haces mucha falta... ¿Puedo verte?

—No—respondió de inmediato.

—Estoy en la entrada de tu edificio— los verdes ojos de Amy se abrieron y su respiración se agitó. No, Markus no podía tentar así su fuerza de voluntad.—¿Puedo subir?

—Por supuesto que no—respondió de inmediato.

—¿Podrías bajar?— suplicó — realmente quiero verte, Amy.

—No quiero verte, Markus. Te agradezco la ayuda hacia Ámbar, pero debes marcharte ahora mismo, no quiero verte.

—Amy...¿Estás viendo a alguien más?— indagó en hombre, con el corazón entristecido.

—Quizás...—mintió.

—Amy, por favor... te lo pido, te lo ruego—pero Amy se negaba a ceder. Si lo veía de nuevo no podría resistirse, y si Markus subía... no, la tentación sería mucha.

—Adiós, Markus— y así cortó la comunicación, arrojando el celular lejos de ella, sus ojos se cristalizaron y las lágrimas bailaron en ellos, ansiosos por caer barriendo las mejillas.— No Amy, no llores— cerró los ojos con dolor, le había costado mucho luchar contra el deseo de buscarlo, de llamarlo, una sola llamada bastaba para estremecer sus cimientos... que horrible era enamorarse del hombre equivocado.

¡He Pecado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora