Capítulo 60; Travesuras en el confesionario 🔥✝️

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Samuel sonrío al ver el mensaje de texto que ámbar le había enviado no sabía cómo ella había hecho para ingeniárselas y estar dentro de la iglesia cuando se supone que todo estaba cerrado de hecho él estaba por llamarla para ir a su casa y ahora resultaba que ella estaba en el confesionario porque aquel mensaje lo dejaba todo muy claro ella quería "confesarse".

  sonriendo se echó el celular al bolsillo de su camisa y caminó directamente hacia el confesionario abrió la puerta para entrar al confesionario y sentarse y la escuchó reír del otro lado.

  —Me estoy preguntando Cómo hiciste para estar aquí.

  —Tengo mis métodos — sonrió con picardía— ¡Padre, He pecado!, ¡he perdido la razon y el corazón por usted!, ¡no dejo de soñar con sus manos sobre mi cuerpo!

  —¿Es acaso esto un dejá vù?— preguntó con picardía Samuel, Ámbar era muy ocurrente y eso lo hacía feliz.

  —Puede ser, pero...— un par de segundos de absoluto silencio hasta que la puerta se abrió— volveré a usar este método para evitar que escapes de nuevo— dijo riendo, entró y cerró la puerta tras ella.

  —¡Juro que no iba a ninguna parte!— respondió con una sonrisa.

  —Eras más tímido antes— dejó caer su bolso en el suelo y se sentó sobre el regazo de él, Samuel la estrechó de la cintura y ella le rodeó el cuello.

  —Solía serlo, pero resulta que cierta mujer— mientras hablaba depositaba tiernos besos e su rostro— también me hizo perder la razón y el corazón, junto con ellos también perdí la inocencia, la vergüenza y la timidez.

  —¡Qué trabajo tan eficaz!— replicó riendo antes de inclinarse y apoderarse de su boca, en un beso, sus labios se reconocieron e iniciaron una ardiente danza de la cual solo ellos eran conocedores. —¡Te extrañé tanto, mi amor!

  —¡Y yo a ti!— le respondió besando su cuello.—Cada día es más difícil estar separado de ti!

  —Me sucede lo mismo— le dijo mientras comenzó a desabotonar su camisa—¿Cuando tiempo más crees que tarde tu permiso?

  —No lo se, pero espero que no mucho. Quiero ser un hombre libre.

  —Tu no serás un hombre libre, Samuel Thompson, tú serás mío.

  —Voluntaria y absolutamente.— respondió antes de reclamar su boca y comenzar a despojarla de sus prendas.

  ¡Qué sublime es hacer el amor!

  No, no tener sexo, no sacarse las ganas, no liberar el cuerpo... hacer el amor... es una sensación tan diferente y plena, el contacto de la piel del ser que amas, sus suspiros y gemidos de placer, el ritmo constante de dos cuerpos en una batalla apasionada, sudor, ardor, placer y amor colisionando en un solo encuentro, cerebro, corazón y piel en el mismo acto.

  Ámbar tomó su papel de amazonas y mientras le daba la bienvenida a su cuerpo, lo miraba directamente a los ojos, alimentándose de cada gesto de satisfacción.

  El confesionario se llenó de las confesiones más sinceras y los te amos más sentidos, las plegarias fueron reemplazadas por gemidos, y los llantos de culpa, por gritos de éxtasis...


  Las siguientes tres semanas transcurrieron rápidamente Ámbar y Samuel encontraban los momentos propicios para amarse en la mayoría de los casos en el departamento de ambas ya que sentían que sus encuentros en la iglesia aunque muy placentero los ponía en un alto riesgo de ser descubierto. Ámbar estaba realmente feliz a pesar de las circunstancias, hablaba mucho con Jessie y había quedado que en cuánto pudiera hacer un viaje con Samuel a Australia, entonces irían a hacerle una visita. Amy estaba muy feliz con Markus, habían acordado que dentro de dos meses más sería su boda, harían una boda sencilla y discreta, considerando que Markus aún no llegaba al año de haber enviudado, Melina por su parte estaba dichosa con Aníbal, el embarazo ya comenzaba a notarse, ya casi cinco meses y se impresionaba de que su abdomen no hubiese crecido tanto. Todo parecía marchar bien para todas, en especial para Melina y Ámbar, era calma que antecede a la tormenta...




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