Capítulo 66; Una visita inesperada.

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—¿Qué es lo que sucede, hijo? Te noto demasiado nervioso, sé que me dijiste que era un tema delicado y que necesitabas mi ayuda, sabes perfectamente que puedes contar conmigo para lo que sea solo dime qué necesitas y yo, como tu padre, te ayudaré.

—Las cosas con mi madre se ponen cada vez peor, ayer estaba en el departamento con Ámbar cuando apareció Antonia, la dueña y le solicitó el desalojo inmediato. Está más que claro que mi madre tiene las manos metidas en el asunto y Ámbar está bastante preocupada.

—Tu madre está insufrible, no sé cuál es el empeño en hacerles la vida imposible de verdad, pero no debes preocuparte por eso siempre has llevado una vida modesta nunca me has pedido nada a pesar de que sabías que todo lo que poseo estaba absolutamente disponible para ti, por fortuna el dinero no es problema y tampoco es problema que encuentres una nueva casa para ti y para Ámbar. Justamente solicité esto para ti —le extendió un sobre el cual Samuel abrió  y se encontró con varias tarjetas a su nombre— son algunas tarjetas para que puedas cubrir tus gastos hijo mío, además de eso, no debes preocuparte por tu vivienda no en vano trabajamos con una inmobiliaria, encargaré hoy mismo de que encuentren un lugar para ti y para Ámbar te daré opciones y podrás elegir el departamento que quieras y será tuyo para que empiece en su vida juntos.

—Te agradezco mucho el apoyo que me estás dando padre, me avergüenza un poco tener que acudir a ti. Después de todo soy un adulto, no puedo esperar que mi padre me solucione la vida.

—Hijo mío — lo miró con ojos llenos de amor y orgullo— ojalá tuviese la facultad y el poder para solucionar tu vida, para que nunca tuvieses un problema o una dificultad, no puedo decirte que no las tendrás pero, puedo asegurarte que estaré allí para ayudarte y que siempre contarás conmigo en cada una de esas dificultades.

—¡No tienes idea de cuanto te amo, padre. Gracias!

—Espero sea tanto como yo te amo a ti.




  —¿Desalojarte?— preguntó escandalizada— ¿Pero qué rayos le pasa a esa mujer, ha perdido la cabeza?

—Te juro que no podía creerlo Meli, allí estaba esa señora diciéndome que solo tenía un par de días para desalojar y todo por orden de Ana, no puedo creer hasta donde es capaz de llegar.

—A mí también me sorprende, esperaba que reaccionara mal pero esto ya es demasiado, sabes que este lugar no es tan grande sin embargo, está a tu completa disposición, estoy segura de que Aníbal no se opondrá, así que pueden guardar sus cosas en un depósito mientras consiguen un nuevo departamento y pueden venirse un par de días acá con nosotros.

—No, Meli, de verdad que no queremos ser una molestia y vine aquí buscando una amiga que me escuchara, no me malinterpretes, no quiero presionarte ni cargarte con mis problemas.

—Somos amiga Ámbar, además de eso Aníbal es el padre de Samuel obviamente no los dejaremos solos en esto

—Samuel tendría hoy una conversación con su padre para pedir la ayuda, me prometió que lo solucionaría y yo tengo fe en él sin embargo, no descartaré tu oferta y si llega el momento se lo haré saber a Samuel para solicitar su opinión, aunque creo que siempre sería más cómodo que sí debemos esperar un poco para instalarnos en un nuevo hogar,  lo podamos hacer en un hotel. No queremos interrumpir su intimidad.

—No tienen necesidad de ir a un hotel cuando aquí cabemos perfectamente los cuatro,  sin embargo respetaré la decisión que tomes junto con Samuel, solo quiero que tengas presente que si las cosas se ponen mal o si no encuentran dónde estar, pueden venir aquí perfectamente y siempre tendrán un lugar en esta casa para usted.

—Te lo agradezco mucho Meli no alcanzas a imaginar cuánto significa esto para mí.

—Para eso estamos las amigas— le dijo con una sonrisa.

—Gracias... Veo que estás bastante feliz con tu nueva vida— le dijo acariciando la barriguita— Aníbal y tú se quiere mucho estoy muy feliz de estés tan feliz, Melina.

—Creo que nunca había sido tan feliz, Ámbar.  Aníbal es todo lo que yo hubiese deseado y mucho más, además contar con la bendición de mi hija —sonrió mientras acariciaba el abdomen— he solicitado permiso y me lo han negado  el jefe asegura que podría trabajar al menos un mes más, pero me siento bastante agotada en este último trimestre del embarazo así que lo he conversado con Aníbal y hemos llegado al acuerdo de que renunciara y lo he hecho,  ya luego podré retomar con fuerza mi trabajo y puede que ya no haya plaza para mí allí, pero sí en otro lugar igual de prestigioso, por ahora lo importante es mi bienestar y la salud del bebé, me siento muy agotada y creo que descansar es una prioridad.

—Por supuesto que lo es Meli— le dijo con cariño— si crees que es lo que necesitas hacer, hazlo. Tienes el apoyo de Aníbal no necesitas nada más...—Un llamado a la puerta a la sobresaltó, el timbre resonó con fuerza en todo lugar— Yo abriré— dijo ámbar con una sonrisa colocándose de pie y caminando hacia la puerta, sus ojos permanecieron fijos en la figura que estaba en la puerta, ¿Qué se supone que estaba haciendo Ana allí?

—¿Qué haces tú aquí, Ámbar?— le preguntó Ana frunciendo el entrecejo, Melina se puso de pie y caminó hasta la puerta encarando a la mujer.

—Usted, ¿ quién es señora?, ¿ puedo ayudarle en algo?— Ana la miró a los ojos con profunda ira, luego su mirada se deslizó lentamente hasta ubicarse en el abultado abdomen de la mujer, allí donde crecía el fruto del pecado, el fruto de la infidelidad y la inmoralidad de su esposo con aquella jovencita.

—¿Es que acaso ustedes son parientes?— preguntó con desprecio.

  —Somos amigas— aseguró Ámbar.

—Debí imaginarlo, dos mujeres con la misma bajeza moral, pueden perfectamente ser amigas.

  —Que falta de respeto la suya— le dijo Melina ofendida—¿ quién es usted y qué hace en mi casa?

—Yo soy Ana Thompson, la madre de Samuel— dijo mirando a Ámbar— y la esposa de Aníbal— Melina se sintió un poco mareada repentinamente, no la conocía y hubiese querido no hacerlo nunca, mucho menos en el estado en el que se encontraba— y ustedes son las mujeres que pretenden quedarse con mis hombres, porque no me interesa cuántas veces Anibal haya dormido contigo, sigue siendo mi esposo ante la ley y ante los hombres— Melina presionó los labios para evitar decirle a aquella mujer todas las cosas malas que pensaba sobre ella— ¡Amigas!— dijo de manera burlona mientras miraba una y a la otra—¿ es que acaso planearon esto?, ¿ se pusieron de acuerdo para estropear nuestras vidas?, porque no me sorprendería que entre las dos hayan fraguado este la plan diabólico— tú— señaló a Ámbar— tenías como misión alejar a mi hijo de su hábito y su voto ministeriales y tú — miró a Melina con genuino desprecio mientras la recorría con la mirada— tenías como misión alejar a mi esposo de su hogar y votos matrimoniales, es que no sé cuál de las dos es peor; si la que se mete con un sacerdote o la que se revuelca con un hombre casado.

—Usted no puede venir a mi casa para ofenderme, ofender a Ámbar que es mi amiga. No está en su casa y no puede hacer lo que le da la gana, así que le pido muy amablemente que se marche ahora mismo.

—No— le dijo con una sonrisa mientras avanzaba dentro del departamento después de empujarlas a ambas y abrirse paso entre ellas— ustedes y yo vamos a tener una conversación.

¡He Pecado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora