Capítulo 59; Decidido.

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Ana pasó la mañana en su cuarto de oración, estaba pidiéndole a Dios que le dieron las palabras adecuadas para hablar con su hijo, rogando que le diera la manera más asertiva de comunicarse con él para hacerlo entrar en razón, se negaba completamente a aceptar que su hijo rompiera sus votos eclesiásticos, se negaba a quedarse de brazos cruzados mientras él arruinaba su vida, iba a dar la lucha, batallar hasta el último momento para lograr que él desistiera.



  Después de pasar la mañana orando decidió comunicarse con el arzobispo Miguel, él era un gran hombre de Dios y había sido un buen amigo para ella, lo conoció cuando aún era muy joven y rogaba constantemente a Dios porque le diera el milagro de un hijo. Decidida a solicitar su ayuda optó por llamarle.


  Tres veces repicó el teléfono antes de que un hombre le atendiera y ella informará de quién era y su necesidad de hablar urgentemente con él arzobispo.


  —Ana, querida hija... — respondió el hombre con afecto —¿Está todo bien?


  —Nada está bien, padre— dijo con un gemido— la vida se me cae a tajos y no veo que Dios me de una salida.


  —¿De qué hablas?, ¿se trata acaso de la solicitud de Samuel?


  —¿Usted lo sabe?, ¡estoy desdichada!


  —Te paz, hija. Me enteré de su solicitud, así mismo de que se la misma se encuentra en encuentra en proceso. Según sé, están evaluando su reemplazo.


  —¡Eso no puede suceder, Samuel nació para ser sacerdote!


  —Lo lamento Ana, pero ya no es así, y no podemos obligarlo, él es libre de escoger su destino y ya lo ha hecho.


  —Si usted pudiera...


  —No puedo hija, Samuel fue directamente con mis superiores, se encargaron de asegurarse de que está consciente de la decisión que estaba tomando.


  —Pero... ¡Mi hijo ha perdido la razón!, ¡estoy segura de que su padre lo está manipulando!


  —Samuel es un hombre, ya no es un niño hija, si alguien sabe lo que le conviene es él.


  —¡Soy yo!, ¡yo soy su madre, yo sé lo que es mejor para él!






  Pasaba de medio día cuando la mujer llegó a la iglesia, observó que su hijo se encontraba en el altar organizando algunas cosas, sonrió con orgullo y se sentó en una banca, poco tardó Samuel en percatarse de su presencia, conteniendo un suspiro camino hacia ella, si su madre estaba allí solo podía significar un nuevo enfrentamiento. La mujer tenía un moño rígido en la parte posterior de su cabeza, un atuendo morado y una bufanda negra que combinaba con su bolso. Samuel observó que tenía una apariencia severa. Caminó hasta ella.


  —Madre, bienvenida a la casa de Dios— se inclinó sobre ella y depositó un beso en su frente, luego se sentó a su lado. —¿Cómo estás?


  —Triste— dijo de inmediato— nada logra levantar mi ánimo — lo miró con infinita tristeza.


  —Madre, no quiero tener está conversación contigo de nuevo.


  —Ni siquiera te importa el dolor de mi alma. Tu padre y tu se han vuelto unos desconsiderados, soy una mujer sola, abandonada y triste.


  —Por Dios madre, aún eres muy joven, guapa y llena de vida— le sonrió — deberías buscar alguna actividad que te cause felicidad.


  —Esto no se trata de mi, Samuel, sino de tu padre y sobre todo de ti. Dime la verdad, ¿es tu padre quien te manipula?— Samuel quiso decirle que solo ella era la que buscaba manipularlo. —¿Es tu padre quien te está sugiriendo dejar el ministerio?


  —Madre, madre...— le tomó la mano con cariño— mi padre no tiene nada que ver en esto, la decision ha sido solo mia.


  —¡Es imposible hijo, tu no piensas así!— argumentó— seguramente tú padre quiere obligarte a hacerte cargo de su empresa, no debes hacerlo, solo te debes a ti y a Dios.


  —Madre, está decisión la he tomado por mi, por lo que quiero y deseo, mi padre no está influyendo, ni nadie más. Mientras más pronto lo aceptes, mejor será para todos.

  —No voy a aceptarlo, Samuel. Es que no puedo aceptarlo hijo, no puedo ver cómo está a punto de arruinar tu vida y sencillamente quedarme observando.

  —No estoy arruinando mi vida madre, qué lástima que lo veas así, me da más dolor ver que no estás dispuesta a apoyarme y que es más importante para ti el ministerio eclesiástico que mi felicidad.

  —Lo siento pero no te apoyaré en esto hijo, es precisamente porque no quiero que seas un hombre infeliz.

  Ana abandonó la iglesia completamente frustrada por no poder hacer cambiar de opinión a Samuel últimamente no podían encontrar un punto de conversación sin que terminaran discutiendo pues ella estaba viendo todo de manera espiritual mientras Samuel estaba enfocado solo en su deseo de abandonar los caminos Así que no dispuesta a darle la razón ni a apoyarle se levantó mirando hacia el altar se Percy no para luego darse media vuelta y abandonar la iglesia con la espalda erguida.




  Ámbar tuvo un agitado día de trabajo pronto sería cierre de mes y tenía que mantener al día y actualizada la contabilidad de las empresas correspondientes. A pesar de las múltiples ocupaciones no había podido dejar de pensar en Samuel y en la ardiente noche que había pasado a su lado, la verdad es que él había llegado muy cambiado de su viaje y con cambiado se refería a libre, pues ahora no temía hacerle el amor, lo hacia con tanta pasión y libertad, y lo que era mejor aún, despues del acto ya no habían episodios de culpa y remordimiento.

  De tanto extrañarlo, decidió ir al templo a buscarlo. Llegó a la iglesia y se encontró con algunos feligreses dispersos y dedicado a sus oraciones.

  ¿Sería demasiado imprudente colarse hasta su oficina ó hasta su habitación y esperarlo sin ropa? se preguntó con picardía, ansiando desesperadamente cometer una travesura. Con cuidado caminó lo más retirado que pudo hasta esconderse en el confesionario, sacó su celular y lo colocó en silencio evitando así delatarse, el resto seria un poco de paciencia y nada más. Pasaron al menos un par de horas y comenzaba a aburrirse cuando escucho voces masculinas, agudizando su oído pudo entender que él monaguillo se despedía de Samuel y el se ofrecía acompañarlo para cerrar la iglesia, esperó un poco más con una traviesa sonrisa en los labios...

Sacó su celular y envío un mensaje de texto.

"Al fin somos, amor mío"

No tardó mucho en llegar una respuesta;

"¿Solos?, ¿ de qué hablas?, ¿dónde estás?"

"Muy cerca de ti, he sido una mala chica y he venido a la iglesia para librarme de mis pecados o quizás... tener un poco más de ellos... ¿y si vienes a confesarme?"

Ámbar rió como niña traviesa cuando envió el mensaje.

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ESTAMOS A UN PASO DEL CAOS!!!

P:D 1=. RECUERDEN IR A SEGUIR EL CANAL DE WHATSAPP BUSQUEN EN LOS CANALES. J C.CASTRO HISTORIAS Y SIGANME POR ALLA.

PD 2= HE COMENZADO A ESCRIBIR ADICTA ( LA HISTORIA DE CONNIE) PERO VOY A PASO LENTO, RECUERDEN QUE CON LAS OTRAS APPS ES UN POCO DIFICIL, A VECES QUIERO COMENZAR CON UNA HISTORIA Y ME TOCA POSTERGARLA. ( AUN ME FALTA ZAHIRY PARA CERRAR LA SERIE DEL ORIENTE) PERO QUIERO ESTAS MAS LIBRE PORQUE ESA HISTORIA TENDRA MICHOS DETALLES QUE DEBO CUIDAR.




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