Samuel, se quedó pensando el resto de la tarde en aquella jóven, Ámbar Hobbs, parecía realmente afligida, lo que se llamaría, un alma abatida, estaba pasando por muchas situaciones y le alegraba que ella pudiese refugiarse en Dios. Era una joven muy hermosa, como para vivir tantas malas situaciones...
Sus ojos le resultaban un rasgo muy bonito, ojos color miel, color ámbar... cómo su nombre.
Entrada la tarde decidió que sería buena idea visitar a su madre, quién seguramente se sentiría complacida de verlo, la amaba mucho y ella siempre se preocupaba por su bienestar, su madre era un refugio de ternura y bondad...
Samuel, entró a la casa de su madre, ella lo recibió con una enorme sonrisa.
—¡Hijo mío, que alegría verte!— le besó la mano en señal de respeto, y luego le dió un gran abrazo.—¡Hijo de mi alma y de mi amor!—exclamó con orgullo.
—Siempre es bueno venir a casa, madre. Es bueno recordar que soy un hijo, con un refugio materno.
—Samuel, Samuel, hijo mío— su madre le sonrió.—ven tomemos un poco de té—se sentaron a la mesa y la mujer sirvió dos tazas con té caliente y reconfortante.
—Padre, ¿está en casa?
—No, Anibal salió muy temprano, no debe demorar en volver, estará aquí para la cena. ¿Te quedarás a comer con nosotros y bendecir la mesa?
—Por supuesto, será todo un placer, madre.
—Y cuéntame, ¿Cómo va todo en el templo?
—Muy bien, somos bienaventurados de que Dios mantenga todo en orden. La semana próxima llevaremos suministros al orfanato, ¿Asistirás?
—Por supuesto, hijo. Ya sabes que me causa mucha alegría poder ayudar, organizaré unas compras y así podremos llevar más
Dos horas más tarde, Anibal Thompson, entraba al hogar, alegrandose plenamente de encontrar a su hijo, su orgullo como el solía llamarle.
—¡Que dicha le das a mi alma, hijo mío!
—Siempre es bueno verte, papá — le dijo con ternura.
—Ahora que estamos todos—intervino Ana—lavemos nuestras manos y pasemos a la mesa.
—¡Ni un sólo minuto para una conversación entre hombres!— dijo Anibal sonriendo y su esposa decidió ignorarlo. Cuando la mesa se dispuso, la madre giró a ver a su hijo y éste asintió. Elevando las manos sobre la mesa, con las palmas mirando al cielo, exclamó;
—Amado y buen Dios, te damos gracias por los alimentos que suples en nuestra mesa, te rogamos que bendigas la alacena de tus hijos y proveas siempre lo necesario. Amén.
—Amén—respondieron sus progenitores y comenzaron a conversar animadamente mientras comían. Después de la comida, una taza con té para madre e hijo, y una con café para el padre, mientras Samuel conversaba acerca de algunas obras benéficas de la iglesia.
—No me equivoqué contigo, hijo mío, desde que supe que estabas en mi vientre y que Dios había escuchado mis ruegos...—sonrió— supe que eras un elegido.
—¿Un elegido para qué?—preguntó Anibal tomando de su taza— Sabes que odio hablar de este tema Ana, y no dudo de que Samuel sea un buen sacerdote al servicio de la obra de Dios, pero...
—No existen pero, cuando se trata de servir a Dios— le cortó su esposa.
—Lo sé, pero no tendría objeción si hubiese sido su decisión.
—Servir a Dios, fue mi decisión—aseguro Samuel. — sólo me aseguré de responder a mi llamado.
—¿Un llamado natural o impuesto por tu madre?
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¡He Pecado!
RomanceÁmbar Hobbs, está experimentando un momento caótico en su vida, ha perdido a su novio, su mejor amiga se ha mudado a otro país, acaba de perder su empleo... ¡Todo parece ir de mal en peor! Desesperada busca aliviar sus penas entrando a aquella igles...