Ámbar observó su reflejo en el espejo, aunque se veía muy bonita, no podía evitar la enorme tristeza que reflejaban sus ojos, ¿cómo librarse de la sensación de que algo le faltaba?, se sentía incompleta... además de aquella sensación de mal presentimiento en su pecho.
¿Estaría Samuel bien?, ¿sería posible que algo grave estuviese sucediendo con él?, esperaba que no, porque de ser así no podria soportarlo.
Recibió un mensaje de Matteo informándole que ya estaba en el bar. Hubiese querido negarse y ponerle una excusa pero mientras más pronto terminara aquello, mejor. Al menos podría ir en su nuevo auto, y regresar muy rápido, poniendo como excusa el trabajo. Arrojó el celular al bolso y se asustó cuando comenzó a timbrar, suspiró pesadamente al imaginarse que se trataba de Matteo, pero su sorpresa fue enorme cuando observó el nombre de él en la pantalla.
—¡Samuel!— respondió a la llamada, rogando porque su mal presentimiento no se debiera a que él estaba mal, rogaba que aquella llamada no fuese para confirmar la angustia alojada en ella.
—Hola, Ámbar— respondió con aquella voz suave y tierna que la hacía estremecer, de inmediato cerró los ojos acariciando la sensación de felicidad que la recorrió al instante.
—¡Por amor a Dios!, ¿Estás bien?, dime que estás bien, Samuel.
—Si... estoy muy bien, tranquila estoy bien, África resulta el lugar adecuado para almas necesitadas de Dios. He estado en varios países, el trabajo ministerial es arduo.
—Gracias a Dios que sé de ti, he tenido días llenos de angustia. Pensé que tenías prohibidas las llamadas. — dijo de inmediato cayendo en cuenta de que se suponía que durante aquel viaje no podía ponerse en contacto con nadie, ni siquiera con la familia.
—No debería estarme comunicando, pero... no sería la primera vez que rompo una regla por ti— suspiró— de hecho, desde que te conozco, las he roto todas y cada una de ellas... No pude resistirme, necesitaba saber cómo estás.
—Extrañandote día y noche... pero físicamente bien. Me alegra mucho poder escucharte. — sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas, realmente lo extrañaba tanto.
—Y a mi me alegra saber de ti, me tranquiliza saber que estás bien, Ámbar.
—Yo solo quiero verte, sin importar lo que decidas Pero solo quiero verte— su voz se quebró a causa de un sollozo contenido— ¿Vuelves pronto?
—Yo también quiero verte, también te he extrañado— su corazón latió violentamente ante las palabras del hombre que amaba—... pero aún no puedo volver... tengo trabajo por hacer.
—¡Oh!— fue su triste respuesta.
—Debo irme Ámbar, no puedo arriesgarme más, por favor cuídate mucho.
—Lo mismo te dijo, espero que pronto puedas estar de regreso.
—Gracias...— respondió conteniendo las ganas de hablarle de lo mucho que la extrañaba y lo mucho que la amaba. Estar lejos y con trabajo lo ayudaba a pensar y despejar su mente un poco, pero cuando el trabajo acababa, su amor prohibido llegaba para torturarlo.
—¿Samuel?...
—¿Si?...
—Te amo con todo mi ser...
—Ámbar, yo...— batalló con las palabras atoradas en su garganta, la extrañaba y la amaba tanto que quería echarse a llorar mientras le suplicaba que no dejara de amarlo.
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¡He Pecado!
RomanceÁmbar Hobbs, está experimentando un momento caótico en su vida, ha perdido a su novio, su mejor amiga se ha mudado a otro país, acaba de perder su empleo... ¡Todo parece ir de mal en peor! Desesperada busca aliviar sus penas entrando a aquella igles...