𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana

008 - Art Deco

Su semana en la ciudad no pudo ser mejor, realmente cumplieron con disfrutar de cada parte de Nueva York. Cada día parecía ser interminable estando juntas, desde ese lunes en el estudio la habían pasado de maravilla, y era solo el comienzo.

El martes luego de esa noche, las chicas pasaron el día en el departamento de Taylor, Lana tuvo que cuidar de ella después de tanto alcohol, por supuesto le afectó, pero Elizabeth estaba ahí para mimarla como a una niña pequeña, le hizo el desayuno y la ayudó a comer, Taylor se sentía tan bien a su lado, es que era la manera en la que Lana la trataba era simplemente maravillosa y única. Por la tarde pintaron algo juntas mientras hablaban emocionadas de sus proyectos que ya estaban casi terminados y reían contándose anécdotas, incluso prometieron que si las nominaban a los premios Grammy, irían juntas.

El miércoles fue un día de trabajo, y de torturar a Jack de nuevo, estaban de vuelta en el estudio trabajando en sus álbumes Midnights y Ocean Blvd respectivamente, ahora que Jack sabía acerca de esa pequeña aventura que se traían las dos, se sentían en confianza  para abrazarse y robarse pequeños besos de vez en cuando, y por supuesto hacer sus niñerías cuando se aburrían y como siempre Jack estaría ahí cuidándolas y vigilando que todo estuviese en orden. Esa noche también cenaron en un pequeño lugar de la ciudad, se sentía bien estar juntas sin ser vistas, como si fuese una misión secreta.

La mañana del jueves despertaron juntas como todas las noches anteriores, esta vez Taylor descansaba en el pecho de la castaña mientras esta le acariciaba la espalda con delicadeza, y eventualmente le daba pequeños besos en la cabeza, dejándole en claro que todo estaba bien en sus brazos.

—Ojalá nunca nos fuéramos de aquí—Exclamó la rubia luego de un suspiro—¿Ya no tendremos más días como estos, cierto?

Su semana en Nueva York estaba acabando, eso significaba que pronto debían volver a la normalidad y que está pequeña aventura de ellas dos debía acabarse. Aunque ninguna de las dos lo quería, pero aún no tenían el valor suficiente para aceptar los sentimientos que ya eran bastante evidentes, pero que para ellas no eran tan fuertes como para aceptar que en efecto, se estaban enamorando perdidamente.

—Nadie ha dicho que no los tendremos Tay-Tay—Liz trató de recomfortar a Taylor, pero en el fondo sabía que se volvería casi imposible tener estos días otra vez.

Y más ahora que levantaron miles de sospechas con esas fotos en el aeropuerto, era obvio que algo así pasaría, ambas sabían lo arriesgado que era y aún más sabiendo que desde la fiesta, los ojos de todos estaban en la amistad de ellas dos y en cada paso que daban. Por suerte los últimos días en la ciudad fueron bastante tranquilos, parecía que el mundo era completamente de y para ellas.

—¿Sabes Liz? Creo que eres la mejor amiga que puedo tener—Amiga.

Era casi imposible saber a quién le dolió más esa pequeña palabra. Si a Elizabeth, que tenía muy claro que no veía a Taylor solo como una amiga y que el amor que le tenía era fuera de este mundo; o a Taylor, que sintió como su corazón se rompía al saber que aún no eran más que solo amigas, y que lo más probable, es que jamás llegaran a serlo.

—Tú también lo eres, Tay—Dijo la castaña con ese pequeño tono de tristeza en su voz.

Taylor volteó a verla y le sonrió, ver esos ojos verdes al despertar estaba siendo lo mejor de cada día, los ojos de Elizabeth le brindaban una paz indescriptible a Taylor, eran tan verdes como un hermoso bosque en el que ella se perdería por horas y brillaban tanto como dos preciosos diamantes.

Su mañana comenzó con Taylor preparándole el desayuno a su Elizabeth mientras ella tomaba un baño. La rubia se aseguró de tener todo lo que sabía que le gustaba y que estuviese bien presentado para ella. Parece que llevan diez años de casadas, Alison. Pero Tay solo quería hacer feliz a Lana, y sabía que lo haría con esto.