Elizabeth no quería llorar, pero necesitaba hacerlo al sentirse tan herida, realmente no debería, pero jamás pensó que Taylor rompería una de sus promesas. Últimamente había estado triste y confundida por tantos cambios en la actitud de la rubia, llegaba a pensar que ya se estaba aburriendo de ella y en cualquier momento la sacaría de su vida como si fuese algo reemplazable. Tal vez estaba exagerando y malinterpretándolo, pero era solo la realidad de como su sensible corazón se sentía.
Pensó en llamarla de vuelta, quizás había sido muy dura con ella solo colgándole la llamada sin dejarla decir ni una sola palabra, sentía que era egoísta de su parte no dejar que Taylor le explicara qué había sucedido. Pero el impulso de estar guardándose tantos sentimientos para sí misma era inaguantable, habían demasiadas cosas que le quería decir, pero prefería guardarlas antes de arriesgarse a perder a la única persona que aparentemente no la había lastimado, al menos no intencionalmente.
En su mente vagaban miles de pensamientos distintos que la abrumaban, pensó en alejarse de ella una vez más, y esta vez para siempre, pero sabía que ni siquiera el mismo pensamiento parecía ser real. Elizabeth jamás podría alejarse de Taylor, ella se había convertido en su mundo entero, y quizás estaba mal, pero a ella no le importaba en lo más mínimo. La amaba.
Manejó sin un rumbo fijo, hasta darse cuenta de que estaba cerca de Venice Beach, ese lugar donde hace un par de semanas ella y Taylor se habían reencontrado y tenido uno de los momentos más dulces de su relación. Detuvo el auto y caminó hacia la orilla de la playa, la fría brisa nocturna rosaba sus brazos y la luz de la luna parecía brillar en sus ojos aún llenos de lágrimas y sus mejillas rosáceas por el sentimiento de ira.
Elizabeth solo deseaba que el amor que se tenían Taylor y ella pudiese ser como el de tantas películas románticas que había visto y de las que había construido sus sueños de lo que era un amor verdadero para ella. Deseaba poder ser libre y feliz al lado de esa rubia tan maravillosa, sin que tuviese que ser un secreto o algo de un par de semanas que luego se esfumaba en el viento. Amaba demasiado a Taylor como para que ese amor solo durara unas cuantas semanas para luego actuar como extrañas entre la multitud.
Se sentó en la arena y comenzó a garabatear y escribir frases sobre ésta, las lágrimas corrían por sus mejillas recordando cuando todo parecía ser felicidad entre ella y Taylor. No quería dejarla, pero verdaderamente se sentía cansada de ser solo un secreto y la última prioridad, si es que acaso lo era, cuando se supone que ella era importante para la rubia. Eso le dolía.
Aún así, no se sentía con el derecho de reclamarle nada, ella tampoco había hecho pública su relación, y su relación no era ni siquiera algo oficial como para anunciarlo, aunque con todo lo que habían pasado juntas durante los últimos ocho meses era más que suficiente como para saber que lo que tenían era algo serio, y algo real, que por ahora tenían que mantener como un secreto a voces por el bien de ambas.
Decidió llamarla. Se había negado a hacerlo el tiempo suficiente y necesitaba hablar con Taylor, parecía depender de ello. Limpió sus lágrimas y respiró profundamente antes de tomar su teléfono y marcar el número de la rubia.
—Eres una idiota, Elizabeth—Se dijo a sí misma antes de presionar el botón que le daría inicio a la llamada.
Esperó un par de segundos arrepintiéndose internamente de hacerlo, amaba a Taylor, pero estaba repitiendo la misma historia de todas las veces pasadas, se había dejado lastimar y aún así volvía a los brazos de la persona amada como si fuese el único lugar que le diera tranquilidad en el mundo, y con Taylor esto era aún más fuerte.
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𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana
FanfictionUna de las amistades más icónicas de la industria, Lana Del Rey y Taylor Swift. Dos de las mejores artistas de la década juntas otra vez, pero esta vez mucho más cerca la una de la otra. Dos estrellas brillando como si formasen una hermosa constelac...