031 - Hoax

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A veces hay que morir de la manera más abrupta, para luego renacer y volver a brillar, como el ave fénix.

Era diciembre, justo un par de días después del cumpleaños de Swift. Habían pasado seis meses exactamente desde aquella fatídica noche. Sus vidas no habían cambiado demasiado; Taylor seguía escondida en su mundo de falsedad, viviendo como una estrella pero muriendo en el suelo de su habitación cada noche, con lágrimas en sus ojos queriendo gritar lo arrepentida que ahora se sentía. Ya no había nada más para ella, el tour había terminado por un largo período de tiempo y ahora solo quedaba su soledad y la evidente tristeza que por fin podía develar, se sentía vacía, como si hubiese dejado todo de ella en esos días en Nueva York, donde todo estaba aparentemente bien y no existía nada empañando su felicidad. Elizabeth seguía viviendo en las ilusiones producto de todo el alcohol que tomaba diariamente, sabiendo todo el daño que le hacía pero siempre buscando más, como si quisiera morir. Aunque mantenía la sonrisa brillante de siempre entre sus labios rojos, mientras disfrutaba de cada fiesta y de cada gota de alcohol que la mataba por dentro. Cada día esperaba por encontrar la salida de ese mundo cruel, sin saber cuándo ni dónde, pero estando lista para ello.

Tal vez Taylor por fin había entendido que nada de lo que pudiese tener, le daría lo que Lana solía darle; ese lugar al que todos llamaban cielo, esa belleza en las olas del mar que aunque te arrastren hacia lo más profundo del mar, era ahí donde encontraba a su ángel. ¿Qué sentido tenía la vida ahora que no tenía nada de eso?

En medio de su propio apocalipsis y del caos en su mente aún intentando cambiar todo en ella buscando la grandeza, en medio de la tristeza de su corazón por estarse ahogando en sí mismo por no poder manifestar todo lo que tenía dentro. Justo en ese instante, al tocar fondo definitivamente, se dio cuenta de que necesitaba perderlo todo, para recuperar a su todo. Y dejaba de importarle la fama, el dinero, lo que pudiesen decir de ella y el hecho de que estuviese arriesgando su propia vida. Daría su vida entera por ver esos ojos verdes una vez más.

Limpió sus lágrimas y decidió hacer lo que debía hacer desde el primer instante. Se dio una ducha, peinó su cabello en una coleta y eligió un atuendo completamente oscuro, como si estuviese asistiendo a su propio funeral. Dejó sus ojos azules brillar en medio de un oscuro delineado y mantuvo sus labios del color rojo habitual. Tomó las llaves de su auto y condujo hasta la disquera. El reloj marcaba las nueve de la noche en la ciudad de Los Ángeles, las estrellas parecían alineadas el el cielo justo a un lado de la luz de la brillante luna que le recordaba inevitablemente a su amada.

De camino al lugar pensaba en las posibles consecuencias que ésto le traería, pensaba en toda la desgracia que podría traerle aquel hombre obsesionado únicamente con el dinero y con arrebatarle la felicidad. Pero sabía que era la única solución, o al menos si no lo era, la haría sentir liberada del horrible peso de ser el juguete favorito de Braun. Estaba cansada de limitarse solo por el irracional miedo que le tenía a desaparecer, y ahora era lo único que quería hacer. Estaba rota, y no precisamente por no tener a Lana, sino porque ella misma se había enfrascado en dejarse romper en pedazos.

Retocó su maquillaje en el retrovisor del auto una vez que llegó al lugar, intentando con ello al menos engañar a su mente y evadir el terror que sentía en ese instante. Pero sabía que todo era mental, pues su mente parecía ser una máquina para crear monstruos que solo la empujaban a un vacío de soledad y sueños muertos.

Cruzó el pasillo con seguridad, con su rostro siempre en alto y preparada para renunciar a lo que sea que tuviese que renunciar, excepto a Elizabeth. Su mano se deslizó por la manilla de la puerta de la habitación donde sabía que Scooter se encontraría, respirando profundamente antes de entrar, lista para cerrar un capítulo del que solo había huido por años. Llevaba meses estando sin estar, y por fin era hora de dejar de simplemente existir y darse el tiempo para recuperar su vida, y vivirla en lugar de sólo existir dentro de ella.

𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora