043 - So High School

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Las chicas estaban en la habitación de Taylor, aquella donde solía pasar horas escribiendo canciones cuando era una adolescente y que guardaba muchos recuerdos de ello. Era algo tarde por la noche, ya todos en casa estaban durmiendo, pero las luces de esa habitación seguían encendidas y sus risas podían oírse en cada rincón.

—¡Mira, bebé!—Exclamó la rubia felizmente y sosteniendo una fotografía en sus manos—Una pequeña bailarina.

Lana tomó la foto con su mano libre, enterneciéndose al verla, Taylor llevaba puesto un tierno tutú color blanco y una bonita corona entre sus rizos rubios, lucía adorable.

Estaban viendo unas cuantas fotos de la infancia de la rubia que Andrea había buscado exclusivamente para ellas esa noche, Taylor disfrutaba bastante de contarle a Lana acerca de cada momento en el que la fotografía había sido tomada. Elizabeth era la más feliz escuchando cada pequeña historia mientras acariciaba el cabello de Taylor, quien estaba recostada en su regazo.

—Eras adorable—Lizzy rió un poco.

—¡Hey! ¿Y qué hay de ahora?—La rubia comenzó a hacerle cosquillas a la castaña.

—¡Taylor!—Lana intentaba detenerla, pero le era imposible, y realmente no quería hacerlo—¡Suéltame!—Decía entre risas.

La rubia se subió sobre Lana en un movimiento ágil, aún haciéndole cosquillas hasta que decidió que lucía tan linda que sólo quería besarla, y así lo hizo. Tomó a Lana de las mejillas y la besó tiernamente un par de veces, mientras la castaña la tomaba de la cintura de una forma delicada. Sus miradas conectaron una vez más, de una forma tan única como siempre, era algo casi angelical.

—Aún eres muy adorable—Murmuró Lana antes de besar a Taylor una vez más.

Taylor dejó a Lana tener su espacio personal, no sin antes repartir unos cuantos besos en todo su rostro. Era algo que adoraba hacer, solía decir que el rostro de Elizabeth era tan angelical que sólo la incitaba a besarlo cada segundo.

Siguió mostrándole más y más fotos a la castaña, riendo ante ellas y contándole historias, al menos las que podía recordar, hasta que llegó a una de sus favoritas: El día en que le regalaron su amada primera guitarra. Ese había sido uno de los mejores días de su vida por supuesto, ya adoraba la música y le apasionaba como nada más podría hacerlo, pero esa guitarra la hizo hacerlo aún más.

—Creo que esta fue la mejor navidad—Dijo la rubia dándole una foto a Lana—¡Mi primera guitarra! Estaba tan feliz, ni te lo imaginas, amor.

—Te veías tan feliz—Lana hizo un puchero—¿Dónde está esa guitarra ahora?

—Debe estar por aquí en algún lado—Suspiró y se recostó, viendo de inmediato los ojos verdes de Lana brillando mientras observaba con atención cada fotografía.

La sonrisa en su rostro era inevitable y la manera en la que sus ojos azules brillaban al ver los de Elizabeth era indescriptible. Estar enamorada de Elizabeth Grant era como sentirse en la secundaria de nuevo, como si estuviese viviendo su primer amor otra vez. Había estado tanto tiempo soñando en todo eso con ella que se sentía irreal por fin tenerlo. Siempre que observaba a Lana tan atentamente su corazón parecía latir aún más rápido, como si se emocionara al hacerlo. Se dio cuenta de que no se trataba de quien se robara su corazón, sino de quien la hiciera sentir que lo tenía de vuelta. Eso era Elizabeth, eso hacía ella.

Y claro, la mirada azul de Taylor no pasaba por desapercibida para la castaña, le gustaba saberse perdida en ellos. Esos ojos eran su mar, el más hermoso que jamás había visto, eran la completa calma a todas sus tormentas, esos ojos eran el par de estrellas que completaban su universo. Sus ojos verdes jamás habían mirado a alguien con tanto amor como miraba los de Taylor.

𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora