Era raro ver un amanecer iluminado por el sol en medio del invierno, donde los días eran fríos como la nieve, pero esa mañana había sido distinta. El cielo se había adornado en colores pasteles con un brillo incluso más especial de lo habitual, ese brillo que solo parecía existir cuando estaban juntas.
—No te vayas—Pidió Taylor en un suspiro de cansancio—Por favor, no te vayas—Su voz era una súplica dolorosa que logró despertar a Elizabeth de su vago sueño.
Las manos delicadas de la rubia rodearon el cuerpo de la castaña, manteniéndola junto a ella en un cálido abrazo. Lana sabía que debía irse, pero le sería imposible dejar sola a aquella chica que ante sus ojos era indefensa y tan débil como las alas de una hermosa mariposa que aún así, seguía volando libre.
—Prometo que haré todo bien—Continuó diciendo en un tono de tristeza—Te lo prometo, pero no me dejes esta vez.
Lana guardó silencio e intentó calmarla enredando sus manos en el cabello rubio de su compañera, mientras ésta lloraba desconsoladamente ocultando el ruido en el pecho de la castaña. Elizabeth no pudo evitar conmoverse, era realmente doloroso tenerla tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, sentirla tan suya y tan ajena a la vez era una sensación simplemente insoportable, y que no podía cambiar por más que lo quisiera.
Besó nuevamente a Taylor en el mismo lugar, intentando disfrutar al menos los restos de esa noche fugaz en la que pudieron amarse por un instante efímero, que perduraría en su memoria hasta el último minuto de sus vidas. Comenzaba a arrepentirse de haber vuelto a verla, pero tal vez Taylor ni siquiera estaría hablando en ese momento si ella no hubiese estado ahí para ella, pero el momento se había terminado y era hora de volver a la aparente realidad.
—¿Te sientes mejor, linda?—Preguntó sin soltar el mechón de cabello de Taylor con el que estaba jugueteando.
—Lizzy, por favor—Insistió—Ya estoy mejor, pero te necesito.
Lana limpió las lágrimas en las mejillas de la rubia, y sonrió viendo sus profundos ojos azules, los mismos que les daban calma y que en el fondo, necesitaba ver al menos una vez más para saber que todo estaría bien algún día. Besó dulcemente la nariz de la rubia para evadir cualquier otra pregunta a la que no tendría respuesta, o simplemente no quería responder para no herirla mucho más.
—¿Qué te parece si te preparo algo de comer?—Se atrevió a ofrecer, aún sabiendo que al irse, lastimaría no solo a Taylor, sino a ella misma por haberla perdido, una vez más—Creo que lo necesitas.
Taylor asintió. Lana dejó un pequeño beso marcado en su mejilla y se levantó de la cama directo a hacer lo que había dicho, no sin antes admirar a Taylor desde la puerta de la habitación, observándola con el mismo amor de siempre. Y los ojos jamás mienten, son el reflejo del alma, en este caso de un alma enamorada encerrada en su propio rencor que no le permite ver más allá.
Estar en ese lugar le trajo muchos recuerdos de aquellos días de verano que había pasado con Taylor hace más de un año, era increíble como el tiempo había pasado de la manera en la que jamás pudieron imaginarse. En los sueños e ilusiones de Elizabeth, quizás en otro mundo ya estarían casadas viviendo su mejor vida en esa gran casa, pero en la realidad en la que el destino la obligó a vivir, la casa solo era un escenario de dolor donde su amor parecía unirse otra vez luego de tanto, pero que solo se convertiría en el recuerdo de una noche más, como tal vez lo habían sido las anteriores.
Lana se esforzó en la presentación de la comida tanto como siempre, incluso preparó el café en el punto exacto en el que sabía que le gustaba a Taylor, así como el punto de dulzura en el que ella sabía que le gustaban sus waffles. Recordaba todo tan bien que terminó por darse cuenta de lo mucho que había de Taylor en ella misma. Benjamín, uno de los gatos de Taylor, la acompañaba en cada paso que daba por la cocina. Tal y como había pasado con su dueña, Lana se había convertido en una de las personas favoritas del pequeño felino, y pareció emocionarse al verla de nuevo.
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𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana
FanfictionUna de las amistades más icónicas de la industria, Lana Del Rey y Taylor Swift. Dos de las mejores artistas de la década juntas otra vez, pero esta vez mucho más cerca la una de la otra. Dos estrellas brillando como si formasen una hermosa constelac...