Había sido otra noche de fiesta en la gran ciudad de Los Ángeles, Lana manejaba por las transitadas calles a pesar de ya ser bastante tarde mientras tarareaba canciones para relajarse. Las estrellas del cielo parecían posarse en sus verdes ojos haciéndolos brillar, y con ellos a su vestido de fiesta color rojo.
Habían pasado un par de semanas. Taylor estaba dando conciertos en Florida y ella se la había pasado de una fiesta a otra en Los Ángeles con otras personas de la industria como Adele o Billie, incluso Abel. También se había presentado en algunas ciudades y se había tomado el tiempo de estar con su familia en este tiempo. Las noches parecían haberse vuelto más largas de lo normal, en especial esta, tal vez era porque vería a Taylor en unas horas finalmente, pero presentía algo más, como si una extraña energía estuviese en el aire tratando de arrebatarle la paz.
Llegó a casa en medio de una fría madrugada, ni siquiera ella misma podía creer como últimamente sus noches habían dejado de ser solo para dormir o pasar horas hablando con la rubia, de todas formas le daba un poco igual que se hayan convertido en eso, lo disfrutaba y era parte de ser Lana Del Rey.
Por alguna extraña razón esa oscura energía que sentía se hacía cada vez más fuerte, incluso se sentía observada a pesar de estar en casa, era extraño y le atemorizaba. Hace un par de años había pasado por algo así, y todo resultó en un largo y tedioso juicio el cual ganó ante su acosador. Pero esta vez era algo más pesado, más inquietante.
Pensó que era el alcohol, aunque no estaba tan ebria como para tener ese tipo de alucinaciones, como ella creía que eran. Tal vez era porque no estaba acostumbrada a tomar, pero aún así se sentía extraño.
Decidió no prestarle demasiada atención o no podría descansar. Cerró las cortinas de su habitación y estaba apunto de quitar su vestido, pero la sensación de ser observada era tan fuerte que prefirió quedarse con él puesto. Se acurrucó en su cama y le envió un mensaje a Eilish asegurándole que había llegado a su casa y todo estaba bien, la chica le había pedido que hiciera eso ya que se fue más temprano de la fiesta.
Trató de cerrar sus ojos o encontrar comodidad en la cama, pero no podía de ninguna forma, tal vez ya le hacían falta las caricias y tiernos besos de la rubia, adicional a esa sensación que no dejaba su cuerpo y mente descansar. Intentó llamar a Taylor, pero sabía que era demasiado tarde como para que ella contestara, era viernes y seguro estaba agotada después del concierto, y su vuelo a California sería temprano, así que ni siquiera volvió a intentarlo.
Ver las agujas del reloj correr la torturaba, eran casi las cuatro de la mañana y no había podido dormir nada, estaba cansada y molesta, con la incertidumbre de cuándo sería el momento de por fin cerrar sus ojos cansados y descansar. Cuatro y un cuarto, cuatro y treinta, cuatro y treinta y cinco de la mañana y Elizabeth aún miraba al techo de su habitación con miedo de cerrar los ojos, era como sentir que si los cerraba algo malo pasaría.
—Elizabeth Grant, duérmete—Se dijo a sí misma ya exasperada.
Volvió a ver su teléfono por si había alguna remota posibilidad de que el mensaje de su chica estuviese allí, pero no era así. Se levantó de la cama algo mareada y buscó un calmante entre sus medicamentos, algo la tenía que hacer dormir de alguna forma. Y para su suerte funcionó.
Aún así, ni siquiera finalmente durmiendo pudo encontrar tranquilidad. Sus sueños eran confusos y retorcidos, parecía que su mente se había puesto en su contra para mostrarle todos los terribles recuerdos que aún vivían en su memoria. Pudo dormir solo un par de horas antes de despertarse en un grito de dolor como si alguien la hubiese apuñalado o alguna tragedia hubiese ocurrido, pero claramente no era así.
El resplandor del sol matutino y la incómoda sensación que había dejado en ella ese sueño la hizo despertar por completo. No era tan temprano, pero no había dormido lo suficiente como para sentirse descansada, eran las ocho de la mañana y un poco más según la hora en su teléfono, que sonaba por llamadas de Taylor que contestaría después de darse un baño. La extraña sensación de hace algunas horas parecía haber desaparecido, quizás tenía razón y era producto del alcohol o la paranoia que había dejado en ella muchas de las situaciones por las que había tenido que pasar en cuanto a ser acosada o vigilada con el fin de ser dañada.
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𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana
FanfictionUna de las amistades más icónicas de la industria, Lana Del Rey y Taylor Swift. Dos de las mejores artistas de la década juntas otra vez, pero esta vez mucho más cerca la una de la otra. Dos estrellas brillando como si formasen una hermosa constelac...