047 - Delicate

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Otro día más, y eso sólo podía significar un nuevo viaje. Ahora que estaban de vuelta a su rutina habitual las cosas parecían complicarse un poco, pero ellas intentaban olvidarse de ello y disfrutar de la compañía de la otra.

Su siguiente destino sería Los Ángeles, casualmente ambas debían de presentarse en la ciudad en un par de días, en fechas relativamente cercanas, por lo que decidieron ir juntas, aprovechando por supuesto cada pequeño momento que podían pasar juntas.

El sol comenzaba a salir y ellas apenas volvían a casa luego de una noche realmente intensa, pero que habían disfrutado de principio a fin. De camino a casa, sus manos se mantenían entrelazadas como tanto amaban, Lana besaba la mano de Taylor en ocasiones y ella no podía evitar sonrojarse ante el gesto.

—Te amo—Susurró dulcemente entre uno de sus besos—Te amo tanto, Tay-Tay.

Taylor arrugó la nariz en un gesto de ternura y se acercó aún más a Lana, consiguiendo acariciar su nariz con la suya para luego besarla tiernamente.

—Te amo, bonita—La rubia sonrió—Eres lo mejor que me ha pasado ¿Ya te lo había dicho?

Lana pensó por un momento, sabiendo que era algo que Taylor le repetía a menudo, pero jamás se cansaba de oírla. Era como un pequeño recordatorio de que lo que estaban sintiendo era real, y no se trataba de otro vago sueño que se convertía en un deseo casi inalcanzable; ahora era real, era suyo. Finalmente, ellas eran las afortunadas de vivir tan inmenso amor.

—No amor, no me lo habías dicho—Bromeó besando a Taylor nuevamente.

—Eres una pequeña mentirosa—La rubia rió—Realmente eres lo mejor que me ha pasado Lizzy.

Lana sonrió y apoyó su cabeza sobre el hombro de Taylor, amando sentirse tan cerca de ella. Admiró el sol por un momento a través de la ventana del auto mientras sonreía, amaba ver el amanecer junto a su chica, le transmitía bastante paz.

Al llegar al departamento de la rubia, lo único que pudieron hacer fue recostarse en la cama para descansar por al menos un par de horas antes de su vuelo. A pesar de ello, Taylor fue la única que pudo dormir, encontrando comodidad en el pecho de Elizabeth, quien prefirió quedarse despierta. Se sentía algo abrumada por todo lo que debía hacer siendo una artista, tal vez se había desacostumbrado un poco luego de tanto tiempo siendo Elizabeth Grant, y no dedicando cada día de su vida a ser ‘Lana Del Rey’. Pero ella sabía que estaría bien, aquellos ojos azules angelicales parecían decírselo cada vez que los miraba. Taylor se había convertido en una pieza importante de ella misma y su vida entera, en ocasiones sentía que no podría seguir viviendo si no la tuviese a ella a su lado.

La castaña acariciaba el cabello de Taylor suavemente, sin dejar de observarla ni un sólo segundo. Le costaba creer que ella era tan hermosa, admiraba su belleza plenamente y amaba poder hacerlo.

—Lizzy...—Balbuceó la rubia aún dormitada—¿Otra vez no dormiste?—Bostezó antes de ver a Lana directamente a sus ojos verdes.

—Te estaba cuidando, ya hemos hablado de eso nena—Lana sonrió.

Taylor acarició la mejilla rosácea de su novia con su pulgar, notando la preocupación en sus ojos. Sabía que había algo preocupándola, pero también sabía que Lana era una experta ocultando cada uno de esos sentimientos que podían considerarse ‘malos’, y este era precisamente uno de ellos, al menos ante los ojos de la castaña.

—¿Qué tienes, bebé?—Su tono de voz era dulce, tanto que logró calmar un poco a Elizabeth—Sabes que puedes contarme.

La rubia no dejaba de acariciar el rostro de Lana, mientras que ella guardaba silencio debatiendo internamente entre contarle a Taylor lo estresada que se sentía o callar como acostumbraba. Dio un suspiro profundo, como si el sentimiento realmente estuviese pesando en su pecho, como si incluso le dificultara respirar.

𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora