015 - Gods & Monsters {!}

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El camerino parecía el lugar perfecto para guardar los secretos de una larga charla que tenían mientras Lana estaba recostada en el regazo de la rubia y ella le acariciaba como esa primera noche juntas.

Las palabras parecían entrecortarse a veces cuando se ponían nerviosas de verse a los ojos, aún les pasaba y era divertido y dulce.

Taylor escuchaba a su castaña hablar acerca de muchas cosas, Lana se sentía en confianza con Taylor para hablarle de todo, desde las cosas que solía hacer de niña hasta anécdotas incluso de sus gatos, disfrutaban mucho hablar y escucharse la una a la otra.

Probablemente habían pasado ya un par de horas, el reloj en la pared marcaba las once con once exactamente, Lana lo notó y miró a Taylor con una sonrisa, creía mucho en eso de los números angelicales y en silencio, pidió su deseo sin dejar de ver esos hermosos ojos azules.

—Pide un deseo, Tay—Dijo señalándole el reloj.

Taylor sonrió y besó la frente de Elizabeth, yendo luego por sus labios aún rojos a pesar de todos sus besos, sabían tan bien.

—Deseo poder tenerte solo para mí esta noche—Susurró la rubia mientras jugaba con la pequeña parte descubierta del pecho de Lana trazando pequeñas líneas imaginarias sobre su piel con las yemas de sus dedos—Toda para mí.

Su tono de voz cambió un poco, sonaba más grave y era verdaderamente seductor, era tentador oírla y sentir sus movimientos suaves que llevaban a Lana a imaginarse de nuevo en una habitación de hotel siendo dominada por la rubia.

Lana solo sonreía, con algo de picardía por lo que ya estaba imaginando mientras la rubia llevaba sus movimientos de su pecho a sus muslos y de ahí a su rostro lentamente, actuando casualmente tratando de ocultar sus verdaderas intenciones.

—Hoy te veo especialmente hermosa—Dijo en voz baja—Quizás es el tiempo sin verte—Bajó la boca al oído de la castaña para susurrarle—O es que eres realmente hermosa, Elizabeth.

Lana sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y sus ojos inspiraban algo de nerviosismo, pero trató de concentrarse y disfrutar del momento pasara lo que pasara, quería dejarse llevar. Las cosas se habían comenzado a calentar y ya no había vuelta atrás, sabían lo que harían a la perfección.

—Tay...—Trató de decir algo, pero en Taylor solo había un deseo incontrolable que aumentaba cada vez más.

Era como una obsesión, Taylor sentía algo especial por cada pequeña parte de Elizabeth, desde sus ojos verdes brillantes como dos hermosos diamantes, sus labios dulces y suaves que sabían a la gloria y se adornaban con su brillante sonrisa, su cabello castaño claro largo y brillante como si tuviese el brillo de una especial estrella, su cuerpo que solo una diosa podría tener, hasta esa personalidad y alma únicas e icónicas que solo ella tenía y podría tener, ella era única, y parecía ser la perdición hecha persona.

—Haz silencio Liz, solo disfrútalo y déjame hacerlo—La rubia pasó su dedo índice por la forma de sus labios para luego besarlos.

No fueron uno, ni un par de besos, eran besos largos, llenos de pasión y deseo, besos húmedos que llevaban consigo un sabor dulce como miel, besos desesperados donde sus lenguas rogaban por sentirse y sus labios parecían crear un nuevo color estando juntos.

Sin dejar sus labios angelicales, Taylor volvió a acariciar a la castaña suavemente y con delicadeza, era tanta que desesperaba a Lana, quién ya estaba ansiosa de saber que pasaría después y qué le esperaba esta larga noche.

𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora