040 - Snow On The Beach

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Ese día Taylor no pudo evitar estar más nerviosa. Era el primer viernes de las dos semanas que pasarían en la hermosa isla y el día que había elegido para la tan esperada propuesta.

Sólo podía pensar en qué haría para preparar todo sin que Lana no se diera cuenta, era difícil, ya que eran las únicas en la casa y a pesar de ser bastante grande, Lana siempre elegiría estar junto a Taylor.

Eran apenas las tres de la mañana, Taylor no había podido dormir ni un poco esa noche. Lana por su parte dormía plácidamente y eso de alguna manera la tranquilizaba, pero ella sólo podía pensar en qué hacer y en todo lo que pasaría la tarde siguiente. Había preferido quedarse sentada junto al mar, simplemente pensando en su vida con Elizabeth y lo hermosa que ésta llegaría a ser, estaba tan ilusionada con poder por fin tener el honor de llamarla su novia, de una manera oficial y sin tener que ocultar nada más.

Era como ver su más grande sueño convertirse en una realidad, luego de todas esas noches en vela en las que sólo pedía poder perderse en esos ojos verdes como un bosque encantado y poder besar aquellos suaves labios rosas, algo que ahora hacia diariamente. Su corazón incluso parecía saltar dentro de su pecho de toda la emoción que sentía en ese momento, no podía esperar a ver a Lana con ese anillo en su mano.

Pasaron un par de horas más, y debía volver a casa antes de que Lana se diera cuenta de que ella no estaba en la cama. Afortunadamente Lana dormía tan cómodamente como un bebé, por lo que la llegar Taylor sólo la besó dulcemente y se abrazó a ella, logrando dormir unos cuantos minutos antes del amanecer.

En cuanto se despertó, intentó despertar a Elizabeth repartiendo besos en cada parte de su cuerpo a su alcance y acariciando su cabello. Para su suerte, logró hacer que la castaña abriera sus ojos verdes.

—Buenos días, angelito—Saludó Taylor con una sonrisa—¿Quién es la cosita más tierna del mundo?—La abrazó fuertemente.

—Comienza a despertarme así todos los días—Se acurrucó en el cuello de la rubia—Buenos días, linda.

—Hoy será un maravilloso día—Taylor acariciaba suavemente a Lana—Tengo una sorpresa para ti.

—¿Ah sí?—Preguntó curiosa—¿Y qué es?

—Es una sorpresa, bebé—La rubia besó la frente de Lana—De eso se trata, tú trata de relajarte y cuando el momento llegue, lo sabrás.

Pasaron unos cuantos minutos más en la cama, entre besos dulces y caricias tiernas. Taylor había ideado un pequeño plan para organizar todo sin dejar de lado a Lana y al mismo tiempo, lograr que no se diera cuenta de absolutamente nada. Durante la mañana fue bastante fácil, habían estado en casa haciendo un pequeño maratón de películas románticas mientras comían rollos de canela, había sido algo bastante divertido. Por la tarde las cosas comenzaron a complicarse un poco, Taylor tenía que correr desde la piscina a la playa y desde la playa a la piscina en muy poco tiempo, tratando de estar con Lana y arreglar todo para la cena al mismo tiempo. Para su suerte, había aprovechado en el momento de hacer el almuerzo, dejar todo preparado para la cena; había preparado pasta, la favorita de Lana completamente desde cero, para hacerlo mucho más especial. Asimismo había elegido flores frescas para armar un hermoso ramo, en donde escondería el anillo antes de entregárselo a Elizabeth. Aprovechaba esos momentos en los que Lana estaba nadando o leyendo un libro mientras tomaba el sol para hacer lo que debía, y por suerte lo logró. Por supuesto también paso tiempo con ella en la piscina, nadando y besándose cada vez que podían, amaban ese lugar por su espontaneidad y los pequeños momentos que podían disfrutar ahí.

Notó que Lana se quedó dormida en un momento de la tarde, como sabía que haría, así que escribió una pequeña nota para ella y la dejó junto a su libro y una violeta que le había obsequiado para que la viese al despertar. Eran las tres y treinta de la tarde, lo que significaba que tenía al menos una hora para arreglarse y terminar de arreglar todo en la playa.

𝐅𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 - Taylana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora