Un día lluvioso

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Número de dado: 5

[...]

Tweek Tweak estaba nervioso.

Su corazón latía con fuerza mientras esperaba a Craig frente a la entrada del zoológico. Habían acordado encontrarse allí para su segunda cita, y Tweek quería que todo saliera perfecto. Craig le había dado un hermoso ramo de flores, y Tweek lo sostenía con manos temblorosas.

Cuando Craig finalmente apareció, Tweek sintió un torbellino de emociones. Craig era alto, con una mirada intensa y una sonrisa que hacía que las rodillas de Tweek se debilitaran. Pero antes de que pudiera decir una palabra, una abeja inquieta se lanzó hacia él, zumbando alrededor del ramo de flores.

Tweek gritó y saltó hacia atrás, soltando las flores. La abeja parecía decidida a seguirlo, y Tweek entró en pánico. Craig, sin inmutarse, atrapó la abeja con cuidado y la liberó en un arbusto cercano.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó Craig, mirando a Tweek con preocupación.

Tweek asintió, sintiendo que sus mejillas ardían de la vergüenza.

—S-sí, gracias. Esa abeja... no me gusta mucho.

—No te preocupes. Las abejas solo quieren polinizar las flores. No estaban interesadas en ti. —contestó el azabache con una sonrisa.

El rubio lo miro ofendido, ¿cómo podía decir eso de un animalito? Estaba seguro que sino fuera por su constante temor, tendría a muchas chicas y chicos babeando por él. Era rubio, de ojos azules y delgado, seguramente podría ser más atractivo que Craig.

—... solo yo estoy interesado en ti.

El susurro del azabache en su oído lo estremeció, sintiéndose derretir. Ni siquiera se había dado cuenta de lo cerca que estaba Craig, solo el eco de sus palabras resonando en su mente lo hicieron enrojecer más, si eso era posible. Se aparto de inmediato, poniendo una distancia de de medio metro entre ellos, mientras Tweek aún trataba de controlar su alocado corazón y el revoloteo en el estómago que le provocaban los nervios.

Aún así, Tweek se sintió un poco tonto por su reacción exagerada con la abeja y con el acercamiento repentino de su pareja, pero Craig no se burló de él. En cambio, le ofreció su brazo y juntos entraron al zoológico.

Los flamencos rosados se balanceaban en un lago cercano, y los monos jugaban en los árboles.

Pero entonces, las nubes se oscurecieron y comenzó a llover. Tweek y Craig corrieron hacia la tienda de recuerdos para refugiarse, apenas habían iniciado el recorrido y ya estaba lloviendo. El sonido de la lluvia en el techo de lona creó un ambiente íntimo.

—Supongo que nuestra cita al aire libre se arruinó —suspiró Tweek, riendo nerviosamente.

Craig se acercó a él y le secó una gota de lluvia de la mejilla.

—No importa. Estoy feliz de estar aquí contigo, incluso si estamos empapados.

Tweek miró a Craig, su corazón latiendo con más fuerza que antes, esperaba no morir de un paro cardíaco ahí mismo.

—¿En serio?

Craig asintió, mirando los ojos del rubio, parecían haber tomado un brillo especial al confesarle lo que pensaba.

—Sí. Tweek, me gustas mucho. Eres diferente, y eso es lo que me atrae de tí.

Tweek sonrió realmente emocionado, sintiéndose más relajado, sonrojándose de nuevo al sentir los brazos del azabache rodear su cuerpo, sintiendo el calor del pecho de Craig.

—También m-me gustas, Craig. Eres... especial para m-mí.

La lluvia continuó afuera, pero dentro de la tienda, Tweek y Craig permanecían abrazados.

Sus labios se encontraron en un beso dulce y lleno de promesas. La abeja inquieta y el ramo de flores olvidado quedaron atrás mientras se perdían en el calor de su amor.

Los besos suaves y castos no hacían más que subir el calor en las mejillas de Tweek. Sentía que en cualquier momento su corazón saldría de su pecho.

—Craig...

El nombrado miro detenidamente a Tweek, estaba todo rojo, y ni hablar de sus labios, estos estaban de un color cereza, dios, ahora no podía dejar de besar a Tweek. Sus labios suaves y levemente carnosos, solo hacían que quisiera seguir así, besándolo mientras se abrazaban, escuchando los suspiros que soltaba el rubio de vez en cuando entre cada beso.

—Mierda, eres tan perfecto. —confesó el azabache sin despegar sus mirada del rostro de Tweek, delineando sus fracciones— Deberíamos volver, te llevaré a tu casa cuando deje de llover.

Tweek se quedó estático, nunca nadie en la vida le había dicho que era perfecto, y se sintió aún más emocionado que nunca con las palabras de Craig.

—Nos hará daño si permanecemos aquí aún mojados.

Tweek tenía razón.

Así que a Craig, se le ocurrió una idea. Tomó su teléfono y llamó a Token para pedirle que le llevará dos mudas de ropa y un poco de chocolate caliente, le dió la dirección y en menos de media hora el afroamericano ya estaba a fuera de la tienda con una sombrilla para evitar mojarse, con una mochila.

Craig dejo un momento a Tweek y fue por la mochila para sacar una muda de ropa y una toalla para dársela a Tweek.

—Ten, tu puedes cambiarte primero en el área de descanso, suponiendo que está tienda tiene una. —dijo Craig besando la frente de Tweek— Yo te esperaré aquí y luego iré a cambiarme.

El rubio asintió sonriendo. Craig era muy considerado.

Al volver, Tweek se dió cuenta de que la ropa le pertenecía a Craig, por lo que no pudo evitar sentirse cómodo y seguro, era como un nuevo refugio.

Craig también se fue a cambiar, desviaba la mirada de Tweek porque le daba vergüenza admitir que se veía adorable y que deseaba verlo así siempre.

—¿Quién es el que está afuera?

—Vamos, es mi amigo, le pedí de favor que nos llevará a casa. —dijo viendo la interrogante en la mirada azul— No me malinterpretes, me gusta estar aquí contigo, pero no quiero que tus padres se vayan a molestar porque tardaste tanto y porque estabas mojado y te vayas a enfermar.

Tweek tomó la mano de Craig y le dió un beso en la mejilla.

—Gracias por preocuparte por mí.

El azabache asintió sonriendo con un leve sonrojo en las mejillas. Esperaba seguir viendo la sonrisa más radiante de todas, esa que solo Tweek podía mostrarle.

—Por cierto, toma un poco de chocolate caliente para que tu cuerpo no sienta el cambio de temperatura tan drástico.

El rubio bebió del termo azul, se abrigo bien con la ropa que le presto Craig y salieron del local para ir con Token quien ya los estaba esperando en su auto con un chófer particular.

Ambos subieron al auto y fueron a la casa de Tweek primero, dónde Helen solo le había dicho a Craig que si quería podía quedarse con ellos, y que no se preocupará en llevar tarde a Tweek a casa, puesto que lo conocían de hace un tiempo y confiaban que no le haría daño al rubio.

Por su parte Craig le dejó el termo con chocolate a Tweek, y un beso en la frente como despedida. Diciéndole que la próxima cita lo hablarían por mensaje.

Y así, en medio de la lluvia y los recuerdos del zoológico, Tweek y Craig comenzaron su historia juntos. Una historia que florecería como las flores en primavera, resistiendo tormentas y abejas, hasta que sus corazones se entrelazaran como las ramas de un árbol antiguo.

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Espero que les haya gustado si es así déjenme saberlo en los comentarios.

Tweek y Craig (One shorts Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora