Parte 4.4

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—Piensa esto —dijo Isma mientras bajaban las escaleras— cuando te enfrentes a un dilema: "¿se lo merece?".

—¿Sólo así? —preguntó Augusto escéptico.

—Sí; pregunta fácil, respuesta fácil, todo dictado por tu criterio, así, en teoría, será más sencillo lidiar con todo esto.

Ismael y Augusto lo miraron confundidos.

—Lo dices —dijo Israel— de una manera tan banal —arrastró las palabras como lo hacía su padre—, que parece una…

—Bagatela —sonrió Augusto.

—Sí; —y miró a Isma— ¿me aseguras que funciona?

—Claro —respondió Ismael con optimismo—, te lo aseguro; si lo haces, quizá hasta el profesor Vicente cambie, y se vuelva amable con ustedes.

—Es bueno conmigo —interceptó con furia Israel, aunque antes de otro soliloquio defensor, Augusto se puso entre ambos.

—Bien, bien, —dijo— ¿alguien viene conmigo al bar? Siento que esta será mi última vez para beber en varias semanas.

—¿Qué pasará si el loquero te ve ebrio?

—Quizá creerá que soy normal porque "todos los jóvenes beben", o eso es lo que dijo el último.

Clara los esperaba en el pasillo, frente a las escaleras, sonriendo al ver a Augusto, que la tomó por la cintura, besándola. A Israel le sorprendió el repentino cambio de su amigo ante la chica; ahora era dulce, ya ni siquiera le llamaba "ramera" frente a ellos, y le tomaba la mano antes de que ella lo hiciera. Sin importar lo que dijera, Clara era su novia, sobre todo porque, a comparación de sus otras conquistas, Clara los saludaba como si fuera su amiga.

Ismael se despidió de Isra al ver llegar el auto de su padre, dejando a su amigo al lado del edificio.

—Debes tener cuidado.

Israel se giró. Darío estaba a su espalda.

—Aléjate de mí —dijo Isra.

—Oye, escucha, es sobre Isa, o Isma, como ustedes le dicen.

—Sé lo que tengo que saber de él, gra…

—¿Sabes que hizo con una amiga mía lo mismo que hace contigo y le arruinó la vida?

Israel lo miró unos segundos. Lo había tomado por sorpresa.

—¿Qué?

—Sí; ella le confió algunos problemas familiares, y él le inventó una terapia, ¿sabías que ha visto a demasiados terapeutas? Conoce los trucos que usan contra ti; pero él no sabe lo que hace, sólo logró que sus padres se divorciaran, ya ni siquiera se soportaban, y ella tuvo que mudarse con sus tíos hasta que cumplió la mayoría de edad.

—No es verdad —reclamó, aunque la verdad era que comenzaba a sentirse confundido.

—Claro que sí —perdió su sonrisa burlona, y lo miró con seriedad—, hace días logró hablar con su madre, explicándole lo que sucedió de verdad, y aún intenta comunicarse con su padre; ¿entiendes? Ese niño sólo deja miseria por donde pasa, y si te descuidas, te pasará lo mismo.

—¡Mientes!

—Haz lo que quieras, yo ya te avisé; si quieres saber más de él —le acercó una nota— aquí está mi número, llámame cuando quieras.

—¿Cuando quiera?

Tratando de sonreír, Darío respondió:

—Muchos seguimos los malos consejos de Isa y terminamos mal.

PhilipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora