Prólogo

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“Ningún granito es tan duro como el odio, y ninguna arcilla es tan fría como la crueldad”

~Las Estrellas En La Roca, Úrsula K. Le Guin

Su nombre no es Philip, es Felipe, pero, ¿suena mejor, no? A Philip no le molesta su nombre porque era el nombre de su padre, pero lo primero que viene a su mente sobre sus padres es que murieron cuando él era muy pequeño. Su hermana, de 10 años entonces, Felicia Monterroso -todos le llamaban "Feliz"- y él, tuvieron que vivir con los tíos que no les daban mucha atención. Feliz se volvió rebelde y escapó en la primera oportunidad, y Philip, que aun no era Philip, se quedó solo, y muy triste.

Eso duró 8 años; a los 12, conoció a Vicente. Aunque no fue un encuentro afortunado.

Desde ese día, Philip, que dejó de ser Felipe para ser “F” algunas veces, y finalmente Philip unos meses después, no volvió a separarse de Vicente, sin importar lo mucho que Vicente le gritara, lo empujara contra la pared, le tirara la comida en la cara, o le golpeara la cara con el puño tantas veces hasta hacerlo sangrar.

Porque Vicente amó a Philip un mes después de conocerlo. Lo hizo con violencia, le arrancó la ropa, hiriéndolo, y haciéndolo gritar pidiendo auxilio, lastimándolo.

Y ese día le prometió nunca abandonarlo.

Y lo cumplió.

Pero nunca volvió a hacerlo feliz, si es que hubo felicidad en algún momento.

Philip ya no estaba solo, pero a veces las punzadas de un nuevo sentimiento de soledad lo hacían llorar escondido en el baño.

PhilipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora