Cuando Philip pudo volver a la escuela, pasó casi una hora hablando con el director. Al salir, le pidió a una chica que avisara qué lecciones debían estudiar.
Pero antes de que esto sucediera, cuando llegaron a la preparatoria, al verlo, Israel, en compañía de Augusto, llevó a Ismael al estacionamiento, lanzándolo a la pared, sin permitirle caer.
—¿Quién te crees, imbécil? —le escupió Israel con furia.
—No… —comenzó a decir, pero Israel lo sujetó del cuello de la camisa, golpeándolo de nuevo contra la pared.
Había varios árboles alrededor del estacionamiento, así que aunque se asomaran desde el tercer piso, no verían nada.
—Deja de enviarle esas estupideces a Philip.
—Sólo quería ser amable.
—Philip no necesita nada de ti, entiendes? Mi padre le da todo lo que puede hacerlo feliz.
—Eso —dijo Augusto— funciona en doble sentido.
—Así que —continuó Israel— deja de enviarle esos ridículos regalos, has entendido?
—Sólo quería que se sintiera mejor —contestó Isma. Desde que entraron al estacionamiento había perdido su sonrisa.
—Yo sé qué es lo que querías, lambiscón asqueroso.
—No…
—Querías quedar bien con mi madre, nada más, sólo eso, así que no lo ilusiones.
—¿Ilusionar? Yo no…
Lo golpeó de nuevo.
—¡Cállate y obedece! —le gritó— No te quiero cerca de mí, o de Philip, me entendiste? ¡Dime que entendiste!
—Sí, entendí.
Israel lanzó al chico al suelo, lleno de tierra y pasto seco, y salió seguido de Augusto. Ismael se quedó allí, sentado contra la pared. Minutos después escuchó a un chico y una chica entrar, así que se levantó, tomando por sorpresa a la pareja. Él sólo sonrió y se fue.
En el salón estuvo silencioso mientras todos hablaban y reían, incluso Augusto estaba hablando, contando chistes crueles, aún cuando sólo él, y a veces Israel, reía.
Sin embargo, al terminar la clase, nadie vio a Philip.
***
Israel y Augusto se quedaron para ver entrar a la siguiente clase, donde había una chica que se le había declarado a Augusto. Él la aceptó días después de ignorarla, con la condición de que él ponía las reglas. La chica, encandilada como muchas con Augusto, aceptó.
Mientras Augusto besuqueaba a la chica, Israel vio entrar a otra alumna y escribir en el pizarrón. Cuando ya estaba la mayoría, la chica explicó que el profesor Philip dejaba esas lecciones, y que llegaría un poco tarde. Israel entró.
—¿Dónde —le preguntó— está el profesor Philip?
—Lo vi afuera de la biblioteca.
Israel subió las escaleras, al segundo piso, y pidió hablar con el profesor Vicente, quien salió y cerró la puerta.
—Philip no dio mi clase —explicó el muchacho—, dijeron que estuvo con el director la primera hora, y ahora no se ha presentado, mandó a una chica con las lecciones.
—¿Dónde lo vio?
—Cerca de la biblioteca.
—Sé dónde está, no te preocupes, no faltará a ninguna otra clase.
Entró al salón, pidió silencio, advirtiendo que no tardaría, y envío a Israel a su siguiente clase -Biología-, y él bajó hasta la planta baja -valga la redundancia-, donde vio a Augusto con la chica contra la pared, besándola. Augusto miró al maestro, sonriente, pero Vicente continuó su camino, y se alejó hasta llegar al edificio quemado, de donde salía Philip lentamente. Se miraron unos segundos.
—¿Estabas llorando? —preguntó estoico Vicente.
—Genaro dijo que si sigo faltando va a despedirme —respondió, aún con la voz quebrada.
—¿Y?
—No quiero dejar de ser maestro, es lo único…
—Me tienes a mí, —le interrumpió con una sonrisa— yo soy tu vida, lo único que te mantiene vivo, no hay nada más, lo recuerdas?
—Sí, Vicente —bajó la mirada sin poder decir más.
—Y si no quieres que te despidan, has tu trabajo; ve a tu salón.
—Sí, Vicente.
Philip dio unos pasos, cuando Vicente lo tomó del brazo, acercándolo a él, plantándole un beso que relajó a Philip, sonrojándolo.
—No te preocupes —Vicente le acarició el cabello—, todo va a salir bien.
—Gracias —sonrió Philip y se fue.
Vicente se quedó allí unos segundos.
—Despedido —rio con maldad—, eso me sería muy útil.
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Philip
General FictionPhilip es un profesor de Literatura, casado con Vicente, un profesor de Matemáticas. Parece tener una vida idílica con su marido, pero la verdad es que Vicente lo golpea a la mínima provocación. Y de esto sólo el hijo de Vicente, Israel, es testigo...