Parte 2.2

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A la salida, Israel fue al auto de su padre para esperarlo, teniendo que saludar a los profesores, sobre todo a la profesora de Química, que le preguntó sobre Philip, y finalmente se alejó.

Antes de que llegara su padre, Israel vio un hermoso auto negro acercarse a la entrada, y enseguida vio a Ismael acercarse corriendo sin siquiera verlo. Subió al auto, tan alegre como un chiquillo, y éste se alejó lentamente, dando paso a otros carros, hasta que se fue.

—¿Qué estás mirando? —preguntó Vicente, sobresaltando a su hijo.

—Nada —se apresuró a responder, retomando su aire arrogante—, ¿por qué tardaste tanto?

—Hablé con el director, Philip no vendrá esta semana.

—¿Toda? Pero…

—Sí, sí, la Feria del Libro, lo sé; ya me encargué de eso, Andrea los llevará.

—Ella da la clase de Química, no tiene nada que ver con libros.

—Te sorprendería —sonrió abriendo la portezuela al igual que su hijo— la cantidad de personas que ocultan su gusto por los libros aun cuando encaminaron su vida al mundo de la ciencia.

No tardaron en llegar a la casa, donde fueron recibidos por el olor a comida recién hecha, llamando la atención se Israel.

—Es más eficiente que se quede aquí, no? —dijo Vicente refiriéndose a Philip, mientras abría la puerta.

—Bienvenidos —saludó Philip, acercándose a Vicente, quien le besó la frente, y le entregó su abrigo y maletín. Tenía las manos frías de lavar los trastes que acababa de utilizar, no debía dejar nada sucio después de cocinar.

—Pon esto en su lugar —dijo y entró a la cocina, observando el orden que no delataba la preparación de la comida aún en la estufa.

—Sí; —respondió y miró al muchacho— ¿cómo estuvo la escuela?

—No estoy en la primaria, no tengo por qué responder a eso, voy a mi habitación.

—No —ordenó Vicente, sentándose a la mesa, al lado del puesto principal—, ven, vamos a comer.

Molesto, Israel le entregó de mala gana la mochila a Philip, y entró a la cocina, sentándose a la mesa en el asiento principal, paralelo al que usaba Vicente.

Israel no quería demostrar el gusto que le deba que, frente a él, Philip pusiera un plato con sopa de verduras y una chuleta ahumada. Nunca se lo había dicho a su padre, pero amaba el sazón de Philip. Claro que Israel no sabía que Philip cocinaba con el amor que conoció poco, con el amor que recordaba de sus padres, del amor que sentía por Vicente -aunque lo que había entre ellos no era realmente amor-, y por el amor que sentía por su hermana. La comida de Philip estaba hecha del amor que no sentía por él mismo.

Israel terminó y pidió un segundo plato, sin que Vicente lo mirara, ya que su atención estaba centrada en el celular.

Con cada mensaje, sonreía.

PhilipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora