Philip

Parte 1.5

El domingo pasó sin exaltaciones más allá de llamadas de atención, y uno que otro jalón de cabello. Pero por la noche, después de cenar, Philip recibió una mala noticia.

Él estaba sentado en el sofá al lado de Vicente, e Israel estaba en el sillón. Veían una película -El Discurso del Rey-, cuando, durante un comercial, Vicente habló:

-Philip, trae más palomitas.

-Sí -; se puso de pie de inmediato, tomando el tazón de mano de su marido que no lo miró.

-Mañana no irás a la preparatoria.

Philip se detuvo en la entrada de la sala, casi llegando a la escalera, y, al igual que Israel, miró a Vicente, que parecía muy interesado en los avances de una serie policiaca.

-¿Qué? -preguntó casi sin voz Philip, incrédulo.

-¿Ya te viste la cara? -lo miró de reojo- Si vas así, a Genaro no le va a gustar, podría suspenderte de nuevo, y supongo que eso no te gustaría.

-Puedo usar maquillaje...

-Se notará, aun tienes cortadas...

Philip se pasó la mano por el rostro.

-...por toda la cara, y las manos vendadas, ya sabes qué dijo la última vez.

-Pero...

-Philip -lo miró de frente, causando un escalofrío en el hombre-, ya empieza la película, trae las palomitas, rápido.

Sin decir nada, sólo asintiendo, Philip fue a la cocina, metió el sobre al microondas y esperó, mirando los números rojos tintinear. No quería llorar, no quería pensar, no quería reclamar. No quería odiar a Vicente nunca, porque Vicente era el único que siempre lo había amado.

Cuando él cumplió 10 años, Feliz ya llevaba mucho tiempo sin presentarse en casa, pasaba semanas sin aparecer, hasta que un día tomó sus cosas, y huyó para no volver. Philip se quedó sólo, y dos años después, apareció Vicente, y él lo salvó, lo protegió, y nunca lo dejó sólo. Y no quería que eso cambiara ahora que llevaban 19 años juntos.

-¡Philip!

-Voy enseguida.

-¡Apresúrate!

El microondas pitó, sirvió las palomitas en el tazón, y regresó a la sala, sentándose al lado de Vicente, recostándose en su hombro.

Israel, sentado en el sillón, los miró. No podía creer que, después de la golpiza de ayer, hoy estuviera tan feliz a su lado.

-Patético -susurró con la intención de ser escuchado.