Dos días después, Israel volvió a la preparatoria. Tomó el autobús.
—Creí que habías muerto, —sonrió Augusto— ya estaba planeando el funeral.
—No bromees.
—Dime, ¿te lastimaste mucho?
—Sólo me corté.
Se arremangó un poco las mangas, mostrando, casi en secreto, una parte del vendaje.
—Es pequeña, —dijo Augusto—, ¿qué te molesta?
—No quiero que me vean y piensen en Philip, como lo estás haciendo ahora.
—Yo no…
—Tú no sabes mentir.
—Me conoces bien.
Caminaron juntos hasta las escaleras, y subieron, mientras hablaban:
—¿Por qué no me llamaste? —preguntó Israel.
—Lo siento, hermosa, lo olvidé; mis fastidiosos tíos, los tres estuvieron los mismos días, y ya sabes cómo me vigilan. Me descubrieron viendo ese video del elevador, y me cortaron el internet, me quitaron mi celular, la tablet, y hasta el televisor; intenté decirles que quería llamarte, pero Tristán se puso tan terco… Le hace mal ir a ver a mi padre a la casa de la risa.
—¿Todo eso por un video?
—Y porque me escucharon hablar con Clara, diciendo que esa no era manera de hablarle a una mujer.
Israel rio.
—¿La llamaste "zorrita"?
—"Prostituta".
—Creí que ella te gustaba.
—No es tan profunda como yo creí, es más…cursi; si quisiera algo más, como un noviazgo, me buscaría una mujer de verdad, una que piense solita.
—Ella es una mujer.
—Ella es una chica chapada a la antigua, sé que si tengo sexo con ella, creerá que soy el amor de su vida, por eso lo evito.
—¿Quién lo creería? El último niño de 14 años virgen en el mundo.
Entraron al salón, antes que la profesora Andrea. Ismael ya estaba allí.
—Israel —saludó Isma—, ¿cómo te sientes?
—Bien, sólo me corté la mano.
—Y el rostro.
Algunos rasguños en su rostro aun eran notorios.
—¿Vas a criticarme?
—No, no, yo sólo digo lo que veo…
—Entonces no me mires.
—¿Y el profesor Philip? Escuché que el profesor Vicente sí estaba herido.
—Philip está bien.
—Y el "experimento"…
—Mal.
—¡Silencio! —llamó Andrea, aunque ella sólo vio a Ismael hablar, Israel, que siempre hablaba con Augusto, sabía cómo ocultarse.
—Hablaremos después —murmuró Israel.
—Augusto —dijo Andrea—, pasa al frente, por favor.
En silencio el muchacho se puso de pie. Clara, su novia en turno, le mandó un beso; se había cambiado de salón para estar más cerca de él. Un chico lo señaló con la mano, hablando con otro al que Israel no reconoció, aunque sólo vio su perfil sonriendo.
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Philip
Genel KurguPhilip es un profesor de Literatura, casado con Vicente, un profesor de Matemáticas. Parece tener una vida idílica con su marido, pero la verdad es que Vicente lo golpea a la mínima provocación. Y de esto sólo el hijo de Vicente, Israel, es testigo...