Vicente lo había hecho de nuevo. Así como lo había hecho con Philip hizo con Israel, aunque resultó más fácil. A su marido lo había alejado de todos aquellos que lo apreciaban de alguna forma hasta humillarlo, degradarlo de tal forma que lo volvió dependiente de su sadismo. No hacía el mundo sin él, aún cuando intentaba matarlo.
Y con Israel el destino le había ayudado, alejándolo de Augusto Marchamalo, su único apoyo, de maestros que pudieron ayudarle, de Jorge, que lo conocía mejor que nadie, incluso de Ismael.
Bajo el efecto encantador de Vicente, Israel se volvió un muchacho silencioso, absorto en sus pensamientos que giraban en torno a todo lo malo que había hecho, y la soledad que sentía. No importaba que Felicia hablara con él, eso ya no servía, Israel estaba encerrado en el mismo mundo en que Vicente había encerrado a Philip.
Para intentar despabilar al muchacho que no quiso volver a la preparatoria hasta que su padre se recuperará, Víctor le consiguió un trabajo en una papelería cercana. La gente que conocía a Felicia y a su familia le decían que el muchacho era muy serio para ser tan joven, y tan guapo, decían algunas chicas. Felicia explicaba que era así porque sus padres estaban en el hospital. Pero lo cierto era que la pasividad del muchacho le preocupaba mucho.
***
Pasaron los días, las semanas.
Al siguiente mes apareció Vicente en el departamento para sorpresa de Felicia. Aunque Félix lo observaba con curiosidad, Fabio parecía temerle tan sólo de verlo en el marco de la puerta. Su presencia era tan ajena a su entorno: su sonrisa, su mirada viperina, y el bastón que aún usaba, y que, por alguna razón, lo hacía verse más peligroso.
Estaba allí por Israel, que sólo agradeció a sus tíos, y con maleta en mano, siguió a su padre. Antes de irse, Vicente sonrió a Felicia.
—Casi lo olvido, ya no puedes ver a Philip.
—¿De qué estás hablando? —preguntó molesta.
—De que Philip es mi marido, —dijo con una sonrisa— sé lo que es mejor para él, y tú y esos niños no son buenos para él.
—¡Es mi hermano! Ellos son su familia…
—Yo sé qué es mejor para él, yo lo salvé, y lo cuidé desde que cumplió 12 años, y si yo le pido que diga en el hospital que no pueden pasar, él lo hará, y de tal forma que incluso la policía se encargará de ti y tu marido, ¿has entendido? Ya veremos qué sucederá con tus hijos si eso pasara…
—¡Eres una bestia!
Los hijos de Felicia, que observaban la escena, se sorprendieron al escuchar a su madre, incluso Flor se cubrió los oídos.
—Gracias por cuidar —sonrió Vicente con las manos sobre los hombros de su hijo— de éste estorbo.
—Él no…
—No finjas, sé lo que piensan, no, hijo? —se inclinó, abrazándolo por el cuello—, pero ya no sufrirá más, volverá a su casa, y va a ser —susurró al oído del chico inmóvil— tan feliz como siempre lo ha sido.
Más que su hijo, parecía hablarle a una víctima. Felicia no lo sabía, pero así envenenaba a Philip.
—Vámonos.
Tomó al chico del brazo y tiró de él con violencia, alejándolo del primer buen hogar que tuvo.
Este pedacito iba en el capítulo anterior, pero, nah, mejor lo pongo aquí como el último de la parte 5 😅
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Philip
General FictionPhilip es un profesor de Literatura, casado con Vicente, un profesor de Matemáticas. Parece tener una vida idílica con su marido, pero la verdad es que Vicente lo golpea a la mínima provocación. Y de esto sólo el hijo de Vicente, Israel, es testigo...