Era Irma. A quien llamaba era Irma. Quién llamó esa mañana y con quién se quejó de su vida era Irma.
—Hiciste llorar a Israel.
Vicente miró a Philip entrar a la habitación, cerrando la puerta, desafiándolo con la mirada. El corte de cabello lo hacía ver más atractivo.
—¿Por qué no me has traído la comida? —preguntó Vicente, desviando la mirada hacia el televisor.
—Le mentiste, y no fue una mentira pequeña, fue un engaño horrible.
—La comida, Philip, ahora.
—¿Cómo te sentirías si te hubiesen mentido con la muerte de tu madre? Yo te vi sufrir cuando…se fue… Quizá nunca me apreció, pero se notaba el amor que te tenía.
—Eso significa que no la conociste bien…
—Vicente…
—Exactamente —lo miró— por esto no le dije nada, ni a él, ni a ti, porque no iban a dejar de joderme; Irma lo abandonó, ella no lo quería, ¿qué querías que le dijera a Israel? "Tu madre te abandonó porque te odia, así que te conseguí un marica"; Philip piensa un poco, es por eso que le dije que te llamara madre, creí que tú podrías hacer un buen trabajo, pero no, eres tan inútil como sólo tú sabes serlo.
—Pero…
—¡Philip! Tengo hambre, no puedo levantarme, y tú me haces perder mi tiempo con simplezas: QUIERO-COMER-AHORA.
—Debes disculparte con Israel.
—¡Ja! ¿Y luego qué? ¿Quieres que cocine para mi "mujercita"? No me jodas, Philip; trae la comida.
—No.
Vicente lo miró de nuevo.
—Es una orden, Philip, tengo hambre, no puedo levantarme, AHORA.
—Promete…
Vicente lo miró, y le lanzó el despertador.
—¡No vas a ordenarme, puto de mierda! —gritó furioso, asustando a Philip, que en un segundo perdió toda su seguridad.
Volvió la tensión.
—Vi…Vicen…
—Escúchame, marica inútil, tráeme la comida y no vuelvas a esta habitación hasta que yo te llame, escuchaste? ¿Tu cerebro de perro lo entendió?
—Sí… —susurró Philip bajando la mirada— Sí, Vicente.
Philip salió y volvió tan rápido como pudo, acomodando el plato en la mesilla, en las piernas de Vicente, quién lo alcanzó por el cabello y, con las mismas tijeras con que le cortó varios mechones de cabello para obligarlo a cortarlo, lo amenazó picando su costado derecho, acercándolo a su rostro.
—Vuelves a levantarme la voz, ramera —dijo—, y mato a Israel y te mato a ti, entendiste?
—Sí, sí lo entendí.
—Más te vale.
Lo empujó, ordenándole salir mientras comenzaba a comer. Philip se sentó a media escalera, llorando en silencio.
—Philip.
Al oír la voz de Israel, se limpió las lágrimas, poniéndose de pie, mirándolo, sonriendo.
—¿Qué pasa, Isra?
—¿Hablaste con mi papá?
—Dijo que…lo hizo creyendo que te hacía un bien, no sabía cómo explicarte que tu mamá sé…te…ella al parecer…
—Nos abandonó.
—Sí, tu papá no sabía cómo lidiar con eso.
—¿Y la "mató"? —preguntó escéptico.
Philip bajó la mirada, retorciendo y entrelazando sus dedos. La mirada de Israel lo ponía nervioso.
—Debes entenderlo —dijo sin levantar la mirada—, él quizá se sintió mal por perderla…
—¡Philip, no seas idiota! —Israel se le puso de frente, furioso— ¿No te das cuenta? Mi padre te engañó con una mujer; se acostó con ella mientras se acostaba contigo.
—No… —susurró desviando la mirada.
—¡Haz la cuenta, Philip! Tengo 15 años, tú has estado con mi papá desde que tienes 12 años; en algún momento de tu «idílica» vida con él, una mujer entró en su vida, y su existencia hizo más feliz a mi padre que el estar contigo.
"Dices que la amó más que a todos, ¿estás aceptando entonces su infidelidad? ¿Eres tan patético, Philip? —estaba furioso, llorando de rabia— ¿Tan poca cosa te sientes? ¡Eres tan jodidamente inútil, Philip!
Sin esperar respuesta, dio media vuelta y cerró de golpe al entrar a su habitación.
—Sí —respondió Philip con lágrimas corriendo por su rostro.
***
Vicente cenó en su habitación. Israel no salió de su habitación. Philip cenó en la sala. Todos estaban mirando televisión.
En algún momento de la historia ese maravilloso inventó se hizo una compañía artificial incondicional, manteniendo la cordura mundial en un nivel promedio, haciendo más llevadera la soledad que muchas personas llevan a cuestas. La luz azul cobija a los ermitaños, y aliviana el insomnio, pero, como diría Augusto, sólo es una pequeña dosis de veneno. Una pizca de droga, que nos da un alivio fugaz. En algún momento hay que apagarla, y la ignorancia se diluía como un grano de sal en el agua. Al volver a la cama, todo vuelve. Malos recuerdos llenos de odio, confusión sin salida, y resignación masoquista.

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Philip
Ficción GeneralPhilip es un profesor de Literatura, casado con Vicente, un profesor de Matemáticas. Parece tener una vida idílica con su marido, pero la verdad es que Vicente lo golpea a la mínima provocación. Y de esto sólo el hijo de Vicente, Israel, es testigo...