No había pasado mucho tiempo cuando Philip e Israel llegaron, pero Vicente aun no estaba. Él llegó poco antes de la cena, que ya estaba servida en la mesa.
—Bienvenido —dijo Philip acercándose, pero Vicente no se detuvo; subió las escaleras, y entró a la habitación dando un portazo.
—¿Qué le sucedió? —preguntó Israel, ya sentado a la mesa.
—Quizá tuvo un mal día; iré a hablar con él.
—Philip, sería mejor que no lo hicieras.
Philip miró a su hijo. Israel se dio cuenta, pareciendo de pronto confundido, así que desvió la mirada.
—Digo, —continuó el muchacho— si está molesto, y vas, tú y yo sabemos que bajarás con el ojo morado.
—Sí…supongo… Bien, —regresó a la cocina— lo mejor es comenzar a cenar.
Unos minutos después, Vicente bajó, recién bañado, con un pantalón deportivo suelto, tenis negros nuevos, y una playera azul rey que aunque no se ceñía a su cuerpo, mostraba su buena forma física, musculosa, pero sin dejar de ser esbelta.
—¿Quieres cenar, Vicente? —preguntó Philip, pero Vicente entró a la cocina sin mirarlo, abrió el refrigerador y bebió directo de la jarra el agua fresca que su marido había preparado. Dio un gran trago, cerró de golpe, y lo miró de reojo.
—Tú no sabes mantener esa boca cerrada, verdad, marica?
Israel bajó la cuchara y lentamente se levantó de la mesa, pero su padre, al notarlo, dio un golpe a la mesa, gritando:
—¡Siéntate, Israel!
El muchacho obedeció sin levantar la mirada. Philip quiso acercarse al niño, pero Vicente fue a sentarse al lado de su hijo, mirando de nuevo a su marido.
—Muévete —le ordenó, tomándolo por sorpresa—, sírveme rápido.
Philip obedeció al instante, y, veloz, le sirvió un plato con caldo de pollo. Pudo acercarse a Israel y en un susurro le preguntó si deseaba que le sirviera. El muchacho lo miró asustado asintiendo. Quizá, pensó Philip, el calor de la comida aminoraría el susto.
Philip le entregó su plato, y se sirvió, sentándose frente a él. La casa quedó en silencio por unos segundos mientras comían, cuando Vicente lanzó la cuchara contra el plato, bajando la mirada, con la cara entre sus manos y los codos sobre la mesa. Philip lo miró, Israel dejó nuevamente el cubierto sobre la mesa, bajando las manos y la mirada. Y luego, todo sucedió rápidamente; Vicente se puso de pie, y volcó la mesa, haciendo volar los platos. Philip e Israel salieron ilesos, alejándose al instante. Israel corrió con su madre, escondiéndose detrás de Philip, que lo protegió cuando Vicente tiró con un violento movimiento los vasos servidos en la barra.
—¡Inútil! —gritó Vicente mirando a Philip, que tragó saliva.
—Vi…Vicente… —dijo Philip con miedo— ¿Hice algo mal? ¿No te gust…?
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Philip
General FictionPhilip es un profesor de Literatura, casado con Vicente, un profesor de Matemáticas. Parece tener una vida idílica con su marido, pero la verdad es que Vicente lo golpea a la mínima provocación. Y de esto sólo el hijo de Vicente, Israel, es testigo...