El comienzo

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Gedeon Korrat

—Debes olvidarte de ella —ignore su pregunta y comence apartarle el cabello del rostro, jamás admitiría que estuve con una mujer, soy un caballero no ando por allí dando detalles.

—No necesitas responderlo, yo simplemente lo sé —su voz sale pesada y hay una tristeza profunda en sus palabras.

—¡No lo hice ! —miento, y no se porque lo hago, o quizás si, porque sus ojos oceano se han apagado, al mentirle a vuelto un poco ese brillo arrazador que los caracteriza.

—¡No te creo! —sentencia antes de cerrar los ojos y aferrarse a mi—. Me siento muy mareada Gedeon, tengo ganas de vomitar , todo me está pesando.

La ayudo a salir del local, para que agarre aire fresco ¿Cuánto tomo?Cuando por fin estamos en las afueras, la llevo hacia el auto, y la siento en el capo del carro.

—Respira, eso es respira profundo —digo mientras pongo mi mano en su frente—. Eso es respira.

—Voy a vomitar Gedo, no quiero que me veas vomitar —se queja, y empieza a lloriquear, casi me hace reír si no fuera porque se que la está pasando mal.

—No te muevas —corro hacia dentro del carro y agarro mi termo de agua, la encuentro tirada hacia atrás, Miles de pensamientos indevidos pasan por mi cabeza y se crean las mejores fantasias—. Vamos toma agua.

Le coloco el termo en los labios y es la primera vez después de que creció que la tengo así tan cerca, me fijo en su piel delicada parece una porcelana, sus labios gruesos que han Sido tapados por un labial rojo fuerte y sus cabellos ondulados que le cubren las mejillas, es preciosa.

—¿Mejor?

—Si, aunque me siento mareada.

—Vamos a llevarte a casa —le agarro de la cintura para bajarla, y ella se lanza encima de mi, intentando darme un beso que no llega si no a mi mejilla, una sonrisa estúpida se dibuja en mi rostro cuando ella levanta su rostro sonrojado.

—Tenia que intentarlo —me sonríe con timidez pero hay picardía en sus ojos, podría besarla ahora, podría hacerlo y quizás mañana ella no lo recordaría, quizás ella lo olvide pero yo no, la vuelvo a depositar en el baúl del auto y me meto entre sus piernas.

—¿Quieres besarme?

Ella agacha la mirada rompiendo todo contacto visual entre nosotros dos, yo tomo su mentón y lo subo para que pueda mirarme.

—Si, pero también quiero que tú quieras hacerlo, no solo yo —vuelve a bajar el rostro y esa alegría que la caracteriza se ve eclipsada.

Tomo su mejilla con suavidad mientras coloco su cabello detrás de sus hombros con apenas algunas pecas, roso su piel cremosa, y me acerco a ella, su aliento pega directo en mi mentón y se que está asustada, bajo mis manos y tomo las suyas están frías, heladas, está nerviosa, roso lentamente su labio inferior es suave y carnoso y luego roso el superior simplemente perfecto, su boca se abre en busca de más, pero no puedo seguir, es mi muñeca de porcelana, mi niña no puedo aprovecharme de su estado de ebriedad, se que mañana se arrepentirá.

Retrocedo

—¿Hice algo mal? —su voz es de pánico.

—Estas muy tomada muñeca, vamos a casa —la bajo del capo y la ayudo a subirse.

Para mí sorpresa ella no me lo discute, simplemente se sienta en el asiento de copiloto sin decir nada más, hasta que ya llevamos rato conduciendo.

—¡No lo entiendo Gedeon!

—¿Que cosa?

—¿Hay algo mal conmigo?

—No hay nada malo contigo Varvara tu eres perfecta —le aseguro mientras doy un giro en u.

—Si es así ,porque siento que no soy suficientemente bonita para ti, suficientemente inteligente o suficientemente sexy.

—No es eso —el problema es que es todo eso y yo no debería verla así.

—¿Es por mi edad?

—Tu eres luz muñeca y yo soy oscuridad no lo olvides, yo no soy el mismo Gedeon que jugaba contigo, yo ahora soy un asesino, soy el espía de la mafia francesa y no soy bueno para ti, así que hazte un favor, consiguete a alguien digno de ti, un doctor, un hombre respetable, que no tengas que vivir tu vida con miedo a que lo maten.

—Eso es lo que le dices a las chicas feas —sonrie con sarcasmo—. Todas las mujeres sabemos que cuando alguien gusta de uno, no le importa no ser el más perfecto.

—Eso es para hombres muñeca que son egoístas.

—Entonces que sugieres que me haga novia de Mateo Rizzo ya que estudia medicina y que me acueste con el, y que me divierta —la idea hace que todo mi cuerpo se tense, todos mis músculos tragan duro.

—¿Te gusta mucho el no? —ahora respondo como un celoso y casi golpeó el volante , ella sabe cómo sacarme de mi lugar.

—Tiene ojos claros, una melena bonita, una sonrisa preciosa, tiene más músculos que cerebro y a según tiene buenos atributos no me consta —freno el auto y me aorillo.

—¿Y yo?

Las palabras abandonan mi boca mucho antes de que pueda retractarme.

—Tu —se muerde el labio inferior y se gira para mirarme, está preciosa, incluso con todo ese alcohol no pierde su delicadeza—. Tu tienes los ojos más bellos que he visto, tienes ese hoyuelo que se te hace cuando sonríes de medio lado, tienes una nariz preciosa, tus labios carnosos, ese tatuaje que te hiciste hace dos años se te ve muy sexy, pero eres brillante, cuando estás frente a una computadora eres excepcional, tu eres inteligente y sabes cómo hackear sistemas y esas cosas de nerd pero sin lo nerd y no se si tus atributos superen a los de Mateo Pero me gustaría probarte primero ...

Hace un gesto con la mano y enseguida abre la puerta del carro, y empieza a vomitar, bajo del auto y acaricio su melena mientras coloco mi otra mano en su frente, tratando de ayudarla, no puedo seguir cerca de ella o terminaré poseyendola sin importarme Kanat Chein y todo lo que eso significaría, un desastre entre familias que apenas se llevan en paz.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora