Confrontación.

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Gedeon Korrat

Mi teléfono suena y hay una imagen de un número desconocido, una sensación de angustia se instala en mi pecho, se que Varvyra iba a reunirse con Silas me lo dijo antes de irse, quería ir detrás de ella, quería meterme en ese hotel, pero recordé las estúpidas palabras de Catrina, y entonces aquí estoy con un vaso de whisky apunto de revosar y sin haber podido darle un sorbo, la imagen se abre, los cabellos rubios están desparramados por toda la almohada, cierro los ojos, no quiero ver el resto, no es ella, me niego a creer que ella...

Me levanto y lanzo el vaso contra la pared, no puede ser real, vuelvo a buscar la foto y lo veo, su cuerpo no es visible por una pequeña sábana blanca que le cubre, Pero se puede ver la mitad de su espalda y hombros descubiertos,una vez leí un poema de Pizarnik que decía "el aire me castiga el ser" no lo había entendido hasta hoy, no puedo respirar, el aire abandona mis pulmones, es como si me hubieran metido en una pesadilla, de esas que quieres despertar Pero no puedes, no puedes aunque quieras.

Los golpes que me daba mi padre parecen un chiste ante esto, las veces que fui torturado, humillado y herido, no son nada, esto es mil veces peor, me enamore de ella como solo un idiota puede hacerlo, trate de alejarla de mi porque me daba terror dañarla.

Una sonrisa amarga se forma en mi interior.

Al final las muñecas de porcelana si cortan las manos de quienes se encariñan de todos sus pedazos.

Necesito verla, necesito verle a los ojos antes de irme, necesito ver su rostro.
Tomo mi cazadora, cuando la miro es su favorita lo dijo una vez. Respiro o eso intento. Salgo de allí como si el escapar de este lugar pudiera despertarme Pero no, sigo reproduciendo la foto en mi cabeza una y otra vez, la idea de ella estando con el, me hace querer matarlo con mis propias manos, quiero matarlo.

Tardo solo unos minutos en llegar al hotel, Pero no me dejan pasar, dieron la orden de no dejarme pasar. Seguro fue Silas ese maldito psicópata.

Llamo a su teléfono un par de veces hasta que por fin lo toma.

—Sal estoy afuera —mi voz suena grosera y no me importa.

—Debes...

—Sal Varvyra Chein o te juro que quemó el maldito lugar.

Cuando la veo bajar las escaleras me abofetea, lleva una camisa del imbécil, sus jeans y su cabello suelto. Tomo el teléfono y le muestro la foto, busco todo mi autocontrol para no perderlo con ella, aunque estoy furioso no puedo dañarla, no quiero convertirme en el monstruo que soy.

—¿Explícame esto?

—No hay nada que explicar  Gedo...

—No te atrevas a llamarme Gedo otra vez, ¿Que es esto Varvara te acostaste con el?

—Si Gedeon, yo no quería hacerte esto, pero ... —su voz se quiebra—. Pasó fue algo que pasó.

—¿Pasó, te estas escuchando muñeca? —tomo su brazo con fuerza—. ¿Maldita sea me estás diciendo que fue así de fácil para ti?

Un resoplido se me escapa y un par de maldiciones, tengo que alejarme de ella, la suelto porque tengo miedo de golpearla o de aparentarla no estoy siendo razonable.

—Me gusta Silas ok, lo siento yo pensaba que tú eras el amor de mi vida pero estaba equivocada.

—¿Y ahora resulta que un imbécil que acabas de conocer es el amor de tu vida?

Una carcajada sinica abandona mi boca.

—Quiero que te vayas Gedeon, quiero que te olvides de mi.

—¿Te obligó hacer esto? —una esperanza se instala en mi pecho, suplicando a qué me diga que es por sus hermanos—. ¿Es para salvar a tus hermanos que hiciste esto?

—Ya no se trata de Kanat o Dom, se trata de que siento cosas por Silas.

No sé si existe formas de matar a una persona sin tocarla, Pero si no existían Varvyra acaba de crear una. Retrocedo como un animal herido, este dolor me queda en todas partes.

—¿Sientes cosas? ¿Y yo que soy Varvyra dime qué maldita sea soy para ti una mascota?

—Lo siento Gedeon, no quería lastimarte.

—Eres una...

—¿Una zorra es lo que quieres decir no?— sus ojos azules se vuelven lagrimosos.

Llamarla zorra suena tan asqueroso tan errático, yo iba a decir que era una niña estúpida.

—Nunca te trataría de esa forma Muñeca de porcelana, incluso ahora que estás destruyendome, sigues siendo mi muñeca de porcelana, mi princesa, aunque jamás podre perdonarte está traición.

—Vete por favor Gedeon, quiero que te vayas.

—Tranquila voy a irme.

Quisiera decirle que la amo a pesar de toda esta mierda Pero mi orgullo , mi ego no me lo permite, sin más me giro para irme su voz hace que me detenga sin girarme.

—Cuida a Ebano por favor, llévalo contigo.

Me giro una sonrisa amarga es todo lo que le doy antes de abandonar el hotel,camino por Rusia sin un rumbo fijo, cuando me doy cuenta llevo ya cuatro horas caminando sin llegar a ninguna parte, mi corazón no soporta este dolor. Mi chica, la mujer que ví crecer que la tenía puesta en un maldito pedestal me acaba de patear como si fuera un desgraciado. El frío del suelo de Rusia me recibe, las calles silenciosas y la noche oscura es todo lo que tengo hoy, no hay nada más, no hay colores amarillos, ni ojos celestinos, ni sonrisa ancha, solo oscuridad profunda, dolorosa, cortante.

Me levanto del suelo con una sola idea en la cabeza, debo regresar a Francia, debo dejarla atrás, ella escogió a Silas , al maldito Silas, al final mi mayor miedo se hizo real, perderla, tenía tanto miedo de perderla y ahora, ahora la he perdido, par siempre, porque yo jamás voy a perdonarle haber estado con alguien más, eso no podría soportarlo, no quiero pensar siquiera en eso, quizás Nadia tenía razón, las personas que son para nosotros no necesitamos forzarlos a elegirnos, ellos nos eligen sin importar que.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora