Gedeon Korrat
—Varvyra —llamo entrando a la habitación, su cuerpo está tendido en la cama, las mantas le cubren hasta el cuello y una tonta sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¿Dónde estabas? —su voz suena molesta.
—Arreglando algunas cosas de lo de Raphael —miento porque eso se encargó Sadaharu.
—¿Que hicieron con su cuerpo?
—Lo enterramos, aunque me hubiera gustado que se lo comieran los cuervos —sus ojos se ensanchan.
—Te golpeó muñeca, cada que recuerdo quiero revivirlo para matarlo ¿Tu que hiciste todo el día? —seguro fue a ver cómo seguía Silas, mantengo la calma e intento alejar los celos de mi cabeza.
—Estuve con las chicas, Vegoña tiene cita con el medico mañana, vamos a ir acompañarla —no me gusta la idea de todas en un lugar que no tengo el control pero tomo nota de que mañana tendré que acompañarlas —. Y luego estuve con Silas.
Me quito los zapatos y desabrochó mi camisa.
—¿Cómo sigue? —las palabras de Catrina bailan en mi cabeza, déjale espacio Gedeon.
—Esta bastante mejor, ya puede sentarse y vimos una película —todo mi cuerpo se tensa ante esa declaración , respiro profundo.
—Voy a ducharme —digo porque no quiero hacer una escena de celos, mierda no quiero reclamarle, o que terminemos en una pelea.
Me meto en la ducha y me toma todo mi autocontrol no Romper el puto espejo. Podría ir y asesinar a ese imbécil, Pero eso solo empeoraría todo entre ella y yo. Abro el agua y la dejo fría, necesito el agua así, me meto en la ducha y no se cuánto tardo tratando de calmarme, cuando salgo Varvyra aún sigue despierta, sus ojos me estudian con cautela. Busco un boxer en mi maleta y me vuelvo a meter en la ducha para ponerme lo estoy enojado aún, estoy muy enojado.
Salgo y me acuesto en la sillon que reposa en la esquina de la habitación, sus ojos me observan como una gata cautelosa. Me quedo observándola estoy molesto con ella Pero aún así no puedo evitar querer tenerla en mis brazos y pagarla a mi cuerpo.
—¿Piensas dormir en el sillón? —su voz está tan baja que creo que está apunto de llorar.
Eso hace que me levanté del sillón y me acerque a ella.
—Estoy tratando de lidiar con esto que siento Varvyra, nunca sentí esto antes, nunca me importo compartir una mujer, nunca sentí esta rabia que estoy sintiendo, estoy malditamente celoso.
—Tu sabes que soy tuya Gedeon.
Me acerco a ella metiéndome debajo de las sábanas su piel cálida me recibe y es una sensación que va calmando la furia que crecía en mi.
—No quiero que estés sola con el —demande.
—Esta bien, solo necesito saber que esté recuperado es todo —su mano comienza acariciar mi hombro—. ¿Me vas a dejar Gedo?
Mis cejas se juntan ante esa pregunta.
—¿Que te hace pensar eso?
—Lo estoy arruinando todo —sus palabras salen dolorosas —. ¿Recuerdas mi cumpleaños catorce?
Recuerdo cada momento desde que la conocí.
—Cuando te regale a Ebano —sus ojos azules buscan mi rostro.
—Yo estaba enamorada de ti en ese entonces, y recuerdo que una chica te llamo y le dijiste nena, amor —su voz es suave —. Te fuiste Gedeon a verte con ella y no te quedaste a cantarme cumpleaños.
—Lo siento muñeca, yo te veía en ese entonces como una niña amor —acaricio sus mejillas—. Yo empecé a gustar de ti el año siguiente a esos e hiciste de mi vida un infierno , porque era totalmente contradictorio para mí enamorarme de ti.
—Te alejaste de mi Gedo, me abandonaste y me veías como si me odiaras.
No sé porque estamos volviendo al pasado pero la dejo seguir.
—Estar cerca de ti me enloquecía Varvyra tenías dieciséis años y yo solo quería pegarte de cualquier pared de la mansión y hacerte mia.
—No quiero que me vuelvas abandonar, no importa lo que pase Gedeon prométeme que no me vas abandonar.
—Nunca te voy a dejar mi muñeca de porcelana.
Sus labios buscan los míos y su beso es suave y profundo, cada parte de mi la recibe con amor, nunca he amado a una mujer como la amo a ella, nuestra boca se une en una perfección absoluta, su cuerpo se sube al mío y mis manos viajan a su suéter deshaciendo me de cada pedazo de tela que cubre su precioso cuerpo, me detengo en sus hombros, pequeñas pecas dibujan una versión del firmamento en su piel y depósito un beso en ellas, preciosa.
Sus manos viajan a mi cabello y se aferra a este con fuerza, mis manos viajan a su cuerpo ¡Joder! No puedo evitar darme cuenta de lo delgada que está, me encanta todo de ella, pero extraño a mi gordita, mis manos rozan su trasero y siento que esto va a terminar muy rápido. Es preciosa, sus cabellos rubios se pegan de mi pecho y cara, la vista que me da de su rostro es perfecta, amo la forma en cómo sus labios se ven entre abiertos por el deseo. Sin poder evitarlo la giro haciendo quede debajo de mi.
—No seré bueno contigo hoy—mis palabras salen roncas y cargadas de deseo.
Su cabeza se gira para mirarme sus ojos azules se vuelven letales y una sonrisa tentadora se forma en su rostro.
—¡No quiero que lo seas!
Es todo lo que necesito para entrar en ella, su cuerpo me recibe listo para mí, una sonrisa se curva en mis labios, un deseo de reclamarla, un deseo de marcarla, un deseo primitivo crece en mi interior, con cada movimiento siento la necesidad de demostrarle que me pertenece que no hay nadie más que yo, que soy el único que puede hacerla sentir así.
Acaricio sus pechos y beso su espalda. Un ronroneó suave deja sus labios, y otro, cada espacio de la habitación se va llenando de los gemidos de Varvyra no se si existe algo mejor que esto, pero después de probarlo no quiero descubrirlo.
Siento como su cuerpo intimidad se va engordando, se que su órgasmo está a punto de reventar y me permito disfrutar de ella, dereniendome solo a mirar su hermoso cuerpo.
—Gedeon —es una queja de frustración, que me hace reír, sin poder evitarlo le regreso el ritmo, su mano agarra mi cuello, una sonrisa lobuna se forma en mi rostro al sentir, toda su explosión, no puedo evitarlo me rompo en fragmentos junto a ella. Varvyra Chein es mi perdición.
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Peligrosa Audacia
Teen FictionVarrvyra Chein ha pasado años amando cada parte de Gedeon Korrat, cada minúsculo gesto. Hasta que de repente el empieza alejarse de ella, tanto que incluso su mera presencia lo hace salir huyendo. Algunos corazones son fuertes y duros, otros son bla...