Descuido

157 11 2
                                        

Varvyra Chein

Salgo de ese baño con un montón de emociones revueltas, el olor de Gedeon se siente en mi piel, sus ojos oscuros como la noche, su voz ronca y profunda, cada palabra, cada toque me embriaga, verlo irse con Ámbar fue una tortura, lo unico que quiero es tenerlo para mí.

Al entrar en la habitación del hotel Silas está sentado en el piso, sus ojos se giran lentamente hacia mi, una sensación de culpa que no debería existir me invade completamente, los nervios comienzan a atacarme como si el pudiera leer en mi frente todo lo que acaba de pasar.

—¿Estás bien?

Tardo unos segundos en responder observando su rostro que ahora se ve perfectamente enmarcado por unos lentes oscuros, haciendo que se vea más hermoso.

—Si, yo solo necesitaba tomar un poco de aire, la piscina es muy linda.

Sus ojos se vuelve a fijar en los papeles, hay una especie de rompecabezas que está armando, tiene nombres puestos en una especie de pizarra improvisada en el piso.

—¿Cómo va eso?

—Estoy armando el caso, puede que dentro de muy pocos días tus hermanos puedan salir.

—Eso espero de verdad lo deseo.

Sus ojos grises se vuelven oscuros, se levanta del suelo y se acerca a mi, mi cuerpo queda completamente eclipsado con el suyo, sus dedos viajan directo a mi labio inferior y lo pellizca, con el dedo índice y pulgar.

—¡No me vuelvas a mentir descaradamente Tigresita!

Retrocedo un poco, pero su agarra de la cintura y vuelve a sujetarme justo como antes.

—¿De que estás hablando? —mis manos intentan hacer una barrera entre su cuerpo y el mío.

—¿Que hablaste con Gedeon Korrat?

Todo mi cuerpo casi se desvanece.

—Solo quería asegurarse de que yo no estaba siendo manipulada o algo así.

—¿Te beso?

Intento negar rápido pero no lo consigo, sus ojos se vuelven ardientes. Su mano vuelve a buscar mi boca su pulgar roza mi labio inferior tan lentamente que es placentero pero torturoso. Se inclina justo a centímetros de mi boca, sus ojos grises me penetran, me perturba, su mano viaja a mi cuello y siento su aliento suave rozar la comisura de mis labios, su boca roza la mía y yo no lo aparto, le dejo besarme, un beso que me confunde, que me altera y me desequilibra, pero que no soy capaz de detener.

Se aparta de mi con suavidad y se aleja.

—Exclusividad. Cámbiate está noche saldremos.

Se gira dejándome allí parada con los nervios a flor de piel.

—¿Disculpa a dónde vamos?

—Tengo planes para nosotros.

Su voz es suave casi como una seda.

—No tengo ropa de salir aquí y no tengo ánimos de hacerlo.

—Respuesta equivocada Varvyra.

Sin más se gira, comienza a recoger los papeles y a ordenarlos de manera milimétrica, casi obsesivamente.Me quedó parada observandole hasta que sus ojos se fijan otra vez en mi.

—Ponte cualquier cosa Varvyra no es una boda.

Hay un chiste inmerso en esa frase, pero yo no logro encontrarle sentido.
Me giro para buscar en mi maleta cualquier cosa, encuentro un suéter,jeans y unos tacones, no puedo hacer más que eso, al cabo de unos minutos estoy vestida, no tengo ánimos de maquillarme , y mucho menos de salir, pero hasta que mis hermanos no esten fuera, tengo que soportarlo.

Silas lleva puesto un traje, parece ser adicto a los traje, es muy extraño que no trajera jeans.

—Vamos —me extiende la mano y yo dudo antes de tomarla, pero decido dársela, no debería sentirme como si lo estoy traicionando con Gedeon, pero así se siente, siento como si estoy traicionandole y no debería porque Gedeon es mi novio y el es solo un intruso.

Al salir del hotel, tomamos un taxi, me preguntó dónde está el imbécil que lo acompaña pero decido mantener silencio, la noche nos acoje y el club nos recibe, nunca he pisado este lugar y eso que vivi toda mi vida en este pais.

El montón de personas me hace entrar en pánico realmente este es un lugar muy popular, me fijo en la parte de arriba, parece ser una zona reservada, solo hay un poco de personas comparada con los granos de arena que me rodean.

Mis ojos se quedan fijos en la parte de arriba, la luz me impide ver con claridad algunas personas, sin embargo mis ojos terminan chocando con unos ojos dorados, su cabello oscuro como el carbón y una piel traslúcida parece ser una especie de criatura mítica, justo cuando sus ojos conectan con los míos, pierdo el equilibrio, Silas me agarra en el acto y evita que mi caída sea abrupta.

—¿Estás bien? —sus ojos grises se suavizan, mientras yo asiento.

—Si, estoy bien —miento mientras comienzo a jugar con el borde del suéter.

—Voy a preguntar si podemos subir arriba, aquí hay mucha gente —asegura en mi oído, yo abrumada por el montón de gente gritando y saltando, siento que es de vital necesidad salir huyendo de allí.

Silas me deja en medio de la multitud, mientras lo veo dirigirse a un guarda de seguridad, el guardia niega un par de veces, pero entonces alguien lo llama, contesta y no se que le dicen, pero eso lo cambia todo, Silas sonríe satisfecho y viene por mi, subo las escaleras sin mirar a ningún lado, se que el hombre de ojos dorados está por allí, pero decido evitarlo.

Silas y yo nos acomodamos en una mesa, mientras el pide unas bebidas, yo trato de descubrir quien diseño la mesa de cebra que tengo en frente, solo para no alzar mis ojos. .

—¿Bailamos?

Asiento porque necesito dejar de ver las franjas blancas y negras de la mesa.

Suena una canción que desconozco en totalidad, pero Silas es una bailarín por excelencia, algo que me sorprende muchísimo.

—¿Dónde aprendiste a bailar?

—Mi hermana era bailarina.

—Te enseño muy bien.

—Tu no lo haces nada mal —me guiña mientras me gira, justo cuando me gira lo veo, sus ojos dorados, su piel traslúcida y sus cabellos azabaches son un impacto ante los ojos de cualquiera, es tan precioso que molesta.  Regresamos a la mesa y tomamos nuestras bebidas, un coctel de fresas creo, no estoy segura, pero con lo sudada y acalorada lo ignoro.

—Voy al baño ya vengo —yo solo asiento mientras comienzo a juguetear con el pitillo del cóctel, se que me está mirando, se que lo hace, cuando me giro para buscarlo, está frente a mi, sus ojos son como la miel y el oro, mezclados.

—Raphael —su voz es suave pero profunda, cuando pronuncia ese nombre mi cuerpo se pone en alerta.

Le hace señas a dos hombres y antes de que pueda correr, me toman, estoy jodida, me agarró el que quiere mi cabeza en bandeja de plata. Raphael el que está tomando el lugar de Kanat, un pañuelo tapa mi nariz y mis ojos son llevados a la oscuridad profunda.

--------
Quería desearle un feliz cumpleaños a Daniela , casualmente cumplimos años el mismo día creo si mal no recuerdo y es mañana, gracias Daniela por apoyar mis historias enserio me dan ganas de llorar de alegría y tristeza una mezcla al saber que ya pasó un año y sigues apoyando mis historias para mí de verdad es muy importante su apoyo ❤️ Feliz cumpleaños 🎂 espero que la pases super chido y que mis historias te hagan feliz al menos de vez en cuando jeje.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora