Silas Ferrer
Pase dos días buscando fotos de ella para verla antes de tener que reunirme con ella, suelto el trago de vodka y respiro profundo, me levanto de mi asiento y observo desde la altura la ciudad. Varvara Chein, no existe en todo el internet una foto de la niña Rusa, todo lo que se sabe de ella parece ser una especie de leyenda.
Kanat Chein y Dominic Chein, han estado pagando muy bien para mantener a su hermana muy lejos del ojo del huracán, de hecho nadie la vincularia con la mafia, nadie cree que ella existe, todos creen que murió junto a su madre, llevo años investigando la bratva Rusa e incluso llegué a creerme este cuento, hasta que Williams me llamo para decirme que la princesita Rusa es real y que esta desesperada por sacar a sus hermanos de las rejas.
No me gusta no saber nada de mis enemigos, no me gusta ir a tientas con la gente, me gusta saberlo todo y controlarlo todo, pero la chica es un fantasma en el mundo ¿Ella lo sabe? ¿Sabe que sus hermanos se encargaron de borrar su rastro al menos fuera de Rusia?
Vuelvo a mi asiento y observo los papeles Kanat Chein y Dominic Chein los hermanos mafiosos, los Rusos peligrosos, los sangrientos es el último dato que dejaron, cuando se volvieron locos y asesinaron a los marroquíes, aún no se que carajos le hicieron los marroquíes pero quiero averiguarlo. Tomo mi chaqueta y me dirijo a mi mansión, ya la niña Rusa debe estar por llegar.
Al cabo de media hora me avisan que la niña ha llegado, después de ducharme he estado más calmado, es ella que ha venido a mi, eso debo usarlo a mi favor.
Bajo las escaleras, lo primero que veo es a la alta delgada y cintura pequeña que va semi desnuda, por la edad que debe tener no es la niña Rusa, detrás viene una mujer de ojos safiros, su cabello ondulado parece tener un mal día, sus mejillas son llenas y no es delgada, pero cada curva de su cuerpo esta preciosa mente diseñada, sin contar que tiene una cara de esas que parecen tiernas pero que sabes que hay mucho más.Me acerco a ella como si fuese la presa de un león, su olor es suave como el olor a la vainilla, una sonrisa se dibuja en mi, de solo pensar que no sepa también como la escencia ¿Por qué querría yo probar a esta niña?
—Silas Ferrer —mi cuerpo se pega al suyo aunque no es pequeña ante mi queda eclipsada, me gustan las chicas altas, es mucho más cómodo para mí.
—Varvara, yo soy Varvara Chein —su voz tiembla un poco pero al final logra pronunciar su apellido firmemente, esto va a ser tan divertido.
—Hermoso nombre señorita Chein —afirmo acentuando la última letra de su apellido.
—Gracias —dice mientras es empujada por la castaña.
—Vamos pasen a mi despacho y hablemos.
Digo sin molestarme en saludar a la castaña, ya se quien es de cerca pude reconocerla la viuda Italiana, tiene una fama deliciosa, pero definitivamente aunque su cuerpo y su cara podrían llevar a cualquiera a sucumbir en cualquier locura, la rubia rusa me ha golpeado, esperaba a una persona totalmente distinta, me la había imaginado delgada y pequeña, ojos café como los de su hermano, pelo castaño, no se jamás como una Marilyn Monroe rusa.
Al entrar a mi despacho agradezco que Dana dejara el lugar como una joyería, es más hago una nota mental de subirle el sueldo.
—¿Quieren algo de beber? —me giro y ahora pongo mi atención en la castaña—. ¿Tu eres Catrina cierto?
Sus ojos oscuros son peligrosos aunque parece ser una tonta, se que esa apariencia de superficialidad esconde un cerebro maestro.
—Si pero me puedes llamar Cati —sonrie mientras observa el lugar—. ¿Que bebidas tienes?
—Lo que deseen —digo fanfarroneando mientras les regaló mi mejor sonrisa y agarro una botella de whisky mostrandosela—. ¿Un trago?
—Si por favor —Catrina se lanza en mi mueble favorito e intento evitar mi malestar, vuelvo mi atención a Williams y a la Rusa, mientras sirvo el trago.
—¿Y tú tigresita que vas a querer? —sus ojos azules se oscurecen ¿No le gustan los apodos? ¡Que delicia!
—Vodka —afirma, casi me ahogo cuando intenta ser más agresiva una pequeña Tigresita.
—Vodka , veamos si me queda alguna reserva —me encanta el vodka —. ¿Y tú Williams?
—Yo voy a hacer unas diligencias y regreso —veo como Catrina y Varvara se miran y el pánico que les ha invadido, curiosamente están más a salvó conmigo que con ese imbécil.
—Vale yo cuidare de tus preciosas amigas —digo mientras les llevo los tragos.
—Gracias Silas —mierda nadie había dicho mi nombre de esa forma tan perfecta, nunca me ha gustado mi nombre pero desde ahora creo que ha empezado a tener otro sentido, me gustaría también que la castaña desapareciera.
Después de que Williams desapareciera empezamos con el plato fuerte.
—¿Bueno cuéntenme porque razón han venido hasta mi dos preciosas mujeres? —como si yo no lo supiera.
—Bueno necesitamos de un gran favor —sonrie Catrina mientras deposita su vaso en la mesa del frente dándome una muestra descarada de sus pechos.
—¿Que clase de favor?
—Mis hermanos están presos —dice Varvara sin mas—. Las pruebas que los condenan llegarán a ti en cualquier momento si es que ya no las tienes y estamos dispuesta a darte lo que quieras si las haces desparecer.
¡La Tigresita nos salio Tigresa!
—¿Ella no sabe lo que es primero ir por debajo? —ignoro a la Tigresita y me dirijo a Catrina quien me da una sonrisa nerviosa.
—Las mujeres Silas tenemos cierta intuición y ella ha sentido que tú tienes las pruebas —se levanta del asiento, de mi asiento favorito y siento paz de que levanté su enorme trasero de este.
Se acerca a mi sus manos tocan mi pecho, pero mis ojos están puestos en la Tigresita.
—¿Estás dispuesto a probar un poco?
Me quedo mirando a la castaña confundido.
—¿Probar que?
Catrina le hace señas a la Rusa y está viene hacia mi tan lentamente que dudo que llegue en algún momento. Se queda parada frente a mi sin decir una palabra, pero sus ojos me hablan, ella no esta acostumbrada a esto, veo su inexperiencia en cada segundo que pasa.
Catrina toma mi mano y la acerca a la mejilla de la Rusa, su piel es terciopelo puro, sus ojos se mantienen fijos en los míos, Catrina guía mi mano por el escote de Varvara y ella cierra los ojos, no quiero que los cierre, quiero que cuando mis dedos la toquen ella me mire.—Soy un senador —aparto mi mano y me alejó de ellas—. Creen que pueden venir a mi despacho a intentar persuadirme con sexo de que borre las pruebas de alguien que por cierto nisiquiera sus nombres me han dicho.
—El sexo seria solo un postre, el plato fuerte es la cantidad de dinero que pondremos en tu escritorio.
—Kanat y Dominic —dice la Tigresita casi en un susurro, veo la aflicción en sus ojos, está a punto de llorar y por alguna mierda me molesta que ella esté así, no puede importarme, pero me tortura.
—Les pediré por favor que se retiren de mi casa —digo dándoles la espalda, escucho unos tacones moverse pero se que aún está alguien allí, cuando me giro es la Tigresita quien está a punto de llorar.
—¿Que harías tu si las personas que más amas en el mundo estuvieran detrás de unas rejas?
—Dejarles a sumir las consecuencias de sus actos Tigresita —digo encogiendome de hombros.
Ella da dos pasos hacia adelante y cruza el escritorio quedando solo a una mano de mi.
—Eres un pésimo mentiroso Silas, pero te dejare mi número aquí —pone un papel en mi escritorio —. Se que el sexo quizás no te pueda comprar pero tengo el dinero suficiente para comprarte está ciudad, dame ese regalo y yo te doy el mío.
Sus labios rozan la comisura de mis labios antes de girarse y darle una hermosa vista ¡Maldita niña Rusa!
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Peligrosa Audacia
Teen FictionVarrvyra Chein ha pasado años amando cada parte de Gedeon Korrat, cada minúsculo gesto. Hasta que de repente el empieza alejarse de ella, tanto que incluso su mera presencia lo hace salir huyendo. Algunos corazones son fuertes y duros, otros son bla...