Zacarías (borrador)

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Zacarías Korrat

Después de dos horas de mucho trabajo, por fin vuelvo a casa, al entrar el silencio me recibe y eso solo me indica que Niki está en el jardín, puesto que cuando está dentro de casa, siempre tiene música puesta en algún lugar.

Me aflojó la corbata y me arremango la camisa mientras camino hacia el jardín, una sonrisa estúpida se dibuja en mi rostro cuando la veo, sus cabellos están en un moño alto, una camisa ancha y unos jeans viejos, tiene en sus manos una pala y un montón de flores y árboles, esperando que termine de abrirles el espacio e introducirlos, esto fue una de las cosas que más me enojo de ella cuando la traje conmigo, nunca quiso ser de esas que andan con ropas elegantes y joyas, o que van a tomar te con amigas, se dedico a hacer que en el jardín hubieran flores y en otra parte sembró un huerto de hortalizas, porque dice ella que es más saludable.

Camino sigiloso para asustarla, amo llegar siempre en silencio y hacerla saltar del susto, tiene los auriculares en sus oidos y eso me hace sonreír, está haciendo un baile mientras la pala golpea la tierra, la agarro de las costillas y ella pega un grito.

—Zacarias —me golpea el pecho furiosa —. Me vas a matar un día de estos.

Me muerdo el labio suprimiendo un sonrisa.

—¿Asi es como me recibes?

—Deberia golpearte con esta pala —me riñe mientras me da un beso, mientras pone mis manos en la pala—. Necesito tu ayuda iceberg.

—¿No hay un jardinero en este lugar?

—Si, aquí estás cariño supongo que no es el primer hueco que abres para enterrar cosas —bromea mientras me señala dónde quiere que le ayude, este no era mi plan, pasar las horas plantando rosas y orquídeas.

—Recuerdame aumentarle el sueldo a Remo —digo ya cansando de sembrar —. Vamos Nikita ten piedad de mi.

Ella se muere la mejilla mientras me mira con esos ojos pícaros.

—Para ser usted un jardinero señor Korrat es usted muy atrevido.

Sonríe a sus anchas.

—Para ser usted la señora , es demasiado sexy.

Me golpea con un pañuelo que tiene en la mano y yo no puedo evitar soltar la pala y agarrarla , subiendola a mi hombro.

—Zacarias bájame que está Varvyra aquí y Gedeon —se queja mientras yo doy pequeñas nalgadas a su trasero.

—Es nuestra casa no voy andar de puntillas.

—Tambien es de Gedo —se queja justo cuando vienen entrando Gedeon y Varvyra, ambos se sueltan de la mano como si les hubiera dado un correntazo, ya hablaremos Gedeon, Pero ahora tengo cosas más importantes que hacer.

Ellos no dicen nada Pero Nikita comienza a disculparse.

Escucho la risa de Gedeon ya al fondo, cuando llegamos a nuestra habitación la bajo, está furiosa.

—¡Que vergüenza! ¡ZACARÍAS!

—Ya Niki, tenemos años casados crees que ellos no saben las cosas que hacemos.

—Eres insoportable —se queja mientras se mete furiosa al baño a ducharse, yo también me despojo de mi ropa y entro detrás de ella.

—Niki no es para tanto —beso su oreja y bajo hacia su cuello.

—Lo se, Pero igual me da vergüenza.

—Vale, no volveré a cargarte así mientras estén aquí —bromeo mientras la aprieto hacia mi.

—Gracias por ayudarme a plantar —se sonroja al decirlo, disfruto mucho observándola atraves del espejo.

—Siempre estoy dispuesto para ti —le digo mientras refuerzo la idea con mi cuerpo pegado al suyo.

Se gira

—Me gusta que sea así —sus manos se posan en mi cuello y sus labios buscan los míos—. Vamos a ducharnos.

El bañarnos juntos es algo que siempre que podemos hacemos, amo enjabonar su cuerpo, tenerla así para mí, nunca pensé que podía amar a una mujer pero Nikita fue rompiendo mis paredes. Sus manos viajan por mi pecho llenandolo de jabon, sus manos viajan a mi intimidad y  disfruto de cada roce de sus manos.

—Estas preciosa—hay algo en sus ojos que me dice que quiere decirme algo, pero decide callar.

La giro, con una mano aprisionó su cuerpo en la pared, y con la otra rozo su intimidad, sin decepcionarme como siempre lista para mí, la saco de la ducha y la subo en mis caderas, buscando la mejor manera de que sea cómodo para ella, la reposo en el lavado y me introduzco lentamente en su interior, una sensación de calidez me arropa por completo y deseo quedarme siempre cerquita de ella, cerquita de Nikita , mía siempre mi amor.

Cuando ya estamos en la cama, se levanta nerviosa, la veo caminar de un lado de la habitación a otro buscando cosas sin sentido.

—Niki ,¿Pasa algo?

—Te acuerdas cuando llegue aquí —su voz es apenas audible —. Había muchas reglas que pusiste para mí.

Recuerdo nuestros primeros días no fueron los mejores.

—Si, pero ya no tenemos esas reglas entre tu y yo —no quiero reglas con ella.

—Prometeme que no te vas a enojar.

La única regla que creo que debería permanecer es la de no tener hijos.

—Habla Nikita que está pasando.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

—Creo que estoy embarazada.

Siento como mi respiración se hace lenta y creo que estoy empezando a tener un ataque de pánico. Yo no puedo ser papá, yo no puedo, no voy a ser papá.

—¿Es una broma no?

Ella solo empieza a sollozar.

—Bueno, tengo unos diez días de retraso pero puede que sea algo hormonal, yo no sé que paso.

—¿Te quitaste el aparato para esto?

Sus ojos me miran dolida, era nuestro acuerdo.

—No,  no lo hice , yo quiero que me dejes sola y mañana me haré las pruebas.

Me levanto de la cama y tomo de mi closet una chaqueta y un mono, agarro unos tennis y salgo de allí, necesito aire fresco para calmarme , necesito calmarme, Nikita jamas me traicionaria asi, pero si lo hizo y piensa que jugaremos a la familia feliz esta tan equivocada.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora