viendo rojo

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Gedeon Korrat

Es solo una niña me digo a mi mismo, yo le daba leche en sus noches de insomnio y le tapaba con una manta cuando se quedaba dormida en los sofás en su casa. Yo no puedo sentir esto por ella , es ilegal , es incorrecto, yo debería verla como una hermana menor, yo debería pensar en ella de otra forma.

Respiro profundo una y otra vez apoyado del sedan, se que ya no es la niña de antes pero aun así aunque yo intentara algo con ella eso solo desataría una guerra entre los Chein y los Korrat en el mejor de los casos.

Decido entrar de nuevo al club para por lo menos verla, comiendo a buscarla en el lugar, pero se me es imposible localizarla, subo al área vip para tener una mejor vista del lugar, pero tardado cinco minutos no consigo encontrarla, mis alertas se disparan, se ha ido con Mateo Rizzo , no necesito ser muy inteligente para llegar a esa conclusión.

Le doy un puñetazo a la pared y comienzo a avanzar entre toda esa gente para poder llegar al auto, aún así sin saber a dónde fueron y como los encontraré. Me subo al auto y le pregunto al de seguridad si vio a una chica rellenita rubia con un vestido largo salir, el hombre se niegs a darme información, saco tres verdes y se los muestro.

—Se subió en un Jeep Comander con un chico rubio y otra chica se fueron hacia el lado oeste.

Le entrego los billetes y salgo de allí, en el lado oeste lo que hay es puros lugares de mala muerte, puros lugares peligrosos, puros lugares ilegales, puro peligro, suelto un par de maldiciones no veo ningun Jeep por toda la autopista, aceleró lo suficiente para poder encontrarlos pero nada, al cabo de una hora me doy cuenta de que no voy a conseguirlos, llamo al teléfono de Varvara como última instancia.

—Gedo —su voz suena apagada o eso me parece.

—¿Dónde estás? —digo mientras intento localizarla.

—Estoy me estoy ... Estoy divirtiéndome, yo me estoy divirtiendo Gedeon.

—¿Dónde estás muñequita? —susurro mientras el aparato empieza hacer su función.

—No lo se, yo que se cómo se llama este lugar ¿Por qué me desprecias? ¿Por qué te doy asco?

Bingo, está en Tao

—No te desprecio y no me das asco —le digo mientras aceleró para llegar rápido allí.

—Si lo haces, tu , tu sales corriendo de mi presencia como si yo tuviera una especie de sarna —la bulla de hace más fuerte y me esfuerzo mucho en escucharla.

—¿De que hablas?

—Tienes años haciendo eso Gedo es como si yo fuera una peste , como si fuera las plagas egicia y sabes eso duele mucho , duele mucho —un sollozo se escapa de su voz y me cuelga.

Me siento como un desgraciado, no la estoy rechazando ,yo no estoy alejándola de mi porque quiero si no porque es lo correcto. Yo no soy el tipo de hombre que ella se merece tener en su vida yo no soy alguien digno de ella, ella es luz y yo oscuridad, ella es calma y yo tormenta, ella es pureza y yo estoy perdido.

Me estacionó rápido y nisiquiera me tomo el tiempo de notar dónde lo hago, salgo del auto y tardo unos minutos en poder entrar, cuando lo hago la busco por todo el lugar  ¡Dios mío ayude a conseguirla! Justo cuando pienso que no lo voy a lograr la veo, allí está bailando como una muñeca, sus cabellos ahora no están tan lisos recuperando algunos de sus enrollados, sus pechos están aún más aufera de lo que los ví antes y siento la necesidad de cubrirla, pero lo que me deja completamente atónito es la mano que está posada en su cadera.

El tipo que está bailando con ella posa sus manos en las nalgas de ella y yo solo veo rojo, soy como un animal salvaje, doy varias zancadas hasta llegar a ella y empujar al tipo, sus ojos me miran con desprecio por primera vez.

—¿Que haces? —su voz sale afectada por el alcohol, el tipo suelta una maldición, pero se escabulle entre la gente.

—Te vienes ahora mismo conmigo —la tomo de la mano con fuerza mientras cuento del uno al diez para no ir y matar a ese borracho de mierda en medio de toda esta gente —. Ahora mismo Varvara. 

—No me voy a ir contigo, me voy con Mateo —ni de coña voy a dejarla con ese niño imbécil que te deja bailar con cualquier abusivo.

—¿Dónde está Mateo?

—No te atrevas a tocar a Mateo —su voz es amenazante y una ira diferente crece en mi ¿Celos?

—¿O que? ¿Que me harás si toco a Mateo Rizzo?

—No le hagas daño me importa —dice mientras veo como se marea está muy borracha ¿Cómo se pudo emborrachar tan rápido? , la sostengo con mi mano —.

—Vamos a casa.

—¿Podrías bailar conmigo como si yo fuera Catrina?

Sus palabras me llevan a mi historia con Catrina, la aparto de mi cabeza.

—No quiero bailar contigo como si fueras ella Varvara, me gusta bailar contigo.

—¿Por qué dejaste de felicitarme en mi cumpleaños? —sus ojos azules me miran con dolor, pero a la vez es algo más, es una tristeza profunda cargada de desilusión.

—Creciste Varvara, cuando uno crece los cumpleaños no son tan importantes.

—Yo espere cada año que me escribieras, soñé con que me enviabas un mensaje o me llamaras, y tú no lo hiciste, tu no te acordaste más de mi ¿Es porque no soy como Catrina?

Mierda, no debí decirle eso de Catrina ahora lo tendrá entre ceja y cejas.

—¿Cómo es ella?

—Ya sabes Gedo, delgada, con ese cuerpo lleno de músculos, lleno de curvas delicadas, con esa cintura pequeñita —su voz se quiebra un poco.

—¿Y tú cómo eres?

—Yo pues gordita, llena de curvas poco delicadas, con algunas celulitis por aquí con estrías aquí —se describe muy diferente a como ella es realmente y eso me enoja.

—No te veo así.

—¿Cómo me ves?

—Preciosa, me encanta que no seas delgada, me gusta mucho que estés llenita —susurro mientras ella se abraza a mi.

—¿Te has acostado con la tía de Mateo?

Sus palabras me dejan fuera de base ¡Joder que no debí nombrar a esa mujer!

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora